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POLITICA

Cómo el autoritarismo digital se expande con letalidad

Cada vez más países en América Latina se contagian de las prácticas chinas que apuntan a más controles y restricciones de las plataformas digitales, tal y cómo adelanta Gabriela Moreno para el medio digital panampost.com. El control de la tecnología es la aspiración que se multiplica entre quienes hoy ostentan el poder. Ya no les basta con obtenerlo mediante votos, sino que se empeñan en mantenerlo con estrategias digitales que llevan a la democracia a un declive y dan un auge al autoritarismo a escala global.

Es otra plandemia en medio de la plandemia. También se contagia con la misma letalidad. México es el caso más reciente. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la creación de un padrón de usuarios de telefonía celular que incluirá indicadores biométricos, además de datos personales.

El argumento de AMLO es que esta iniciativa redundará en seguridad, pero se queda corto. La medida es una violación a la privacidad con consecuencias peligrosas. Mira que le habíamos cogido aprecio a AMLO por ser menos covidiano que el resto de mantarios de la zona, pero la verdad es que en este tema se equivoca enormemente.

“Es inútil, riesgoso y autoritario” cita Chicago Tribune  porque un registro similar sólo lo tienen 17 países y la mayoría no democráticos. China, Cuba y Venezuela son tres en esa lista.

Lastimosamente hoy el Senado lo avala. Por lo tanto, la reforma a la Ley federal de telecomunicaciones que promoverá al padrón nacional de usuarios de telefonía móvil es un hecho y en dos años debe estar totalmente levantado. Parece que AMLO olvidó el desastre del expresidente Felipe Calderón, quien aprobó una base de datos similar que fue hackeada y está disponible en el mercado negro por unos 25 dólares.

El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) advierte que ahora se puede “generar daños significativos de una difícil o imposible reparación”.

Aumento sin límites

El padrón en el país azteca es una evidencia de cómo los usuarios de tecnología perciben un deterioro generalizado de sus derechos.  Este fenómeno está contribuyendo a una crisis más amplia de la democracia en todo el mundo.

En la era del coronavirus la conectividad no es una conveniencia, sino una necesidad si se considera que todas las actividades humanas (comercio, educación, atención médica, política, socialización) están en línea.

Eso es lo que parece incomodar o interesar al poder que pretende censurar el discurso crítico, así como también  construir nuevos sistemas tecnológicos de control social.

Huawei es un retrato. La compañía china está convirtiendo rápidamente a Cuba en el experimento líder del hemisferio en la exportación de tecnologías de telecomunicaciones y ciudades inteligentes que apoyan el autoritarismo digital. Esto significa un nuevo peligro para los opositores, pues así China ayudará al régimen cubano a ser aún más efectivo de lo que ya es para identificar la disidencia y hacerlo insostenible pronostica Evan Ellis, académico del Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos (U.S. Army War College).

Un trasfondo de intereses 

Pero el juego detrás de esa movida digital es más hondo. China utiliza la pandemia para aumentar significativamente su presencia e influencia económica en la región a corto y largo plazo. En el corto plazo, expande su alcance como comprador de productos alimenticios y también básicos, incluida la soja en Brasil y el camarón en Ecuador.

Su vacuna Sinovac sirve de palanca para promover estos intereses comerciales. Un ejemplo, es su suministro estratégico de vacunas en Brasil para que Huawei sea admitida en su próxima subasta de 5G.

En el mediano plazo, régimen comunista asiático aumentará las oportunidades para hacer negocios en el mundo aprovechando las necesidades fiscales y económicas creadas por el COVID-19. No será sorpresa la compra de activos latinoamericanos de empresas europeas o la venta de sus participaciones en mercados de bajo rendimiento, aumentando así su presencia en sectores clave como minería y petróleo, generación eléctrica y conectividad, telecomunicaciones y logística.

Estados Unidos está atento. Esta semana anunció más sanciones en contra de siete empresas de tecnología china por representar un riesgo para su seguridad. Todo indica que no serán las últimas.

A la medida

«El internet chino fue diseñado para que las autoridades fuesen capaces de controlarlo» analiza Gestión.

Pero el viraje de un internet sin límites a una censura cuasi obsesiva, no se produjo de la noche a la mañana. La construcción del ‘Gran Cortafuegos’ chino, operativo desde el 2006, fue el preludio de un dominio que ha crecido de manera imparable bajo el mandato de Xi Jinping. ¿Quién duda?

Sitios web como Google, Facebook y Twitter están censurados en el país asiático, mientras que desde el 2017 todas las plataformas en línea —como blogs, foros y aplicaciones— deben pasar por un consejo editorial del Partido Comunista Chino.

De esa manera, “existen en China millones de espías en el país que, además de notificar cualquier comportamiento inusual en las redes, también ejercen una vigilancia total sobre las personas, sobre todo en aquellos grupos de población sensibles, como los trabajadores inmigrantes o los estudiantes».

Tres tendencias marcadas

Las señales de la situación deprimente para la libertad en internet son visibles para Freedom House. La primera en sobresalir es el uso de la pandemia como pretexto para limitar el acceso a la información con el bloqueo a sitios de noticias independientes y arrestos por la difusión de noticias falsas. China calza en esta tendencia. Sus funcionarios y su partido comunista propagan información falsa y engañosa con el objetivo de ahogar el contenido exacto, distraer al público de respuestas políticas ineficaces y convertir en chivo expiatorio a determinadas comunidades.

Así lo hace desde hace dos años. Desde 2018 Beijing toma medidas para rehacer el mundo tecnológico mediante formaciones y talleres sobre los nuevos medios de comunicación o gestión de la información en 36 naciones, proporciona equipos de telecomunicaciones y vigilancia a gobiernos extranjeros y exige que las empresas internacionales cumplan con sus regulaciones de contenido incluso cuando éstas operan en el extranjero.

En segundo lugar de las tendencias están las autoridades que citaron al coronavirus para justificar la ampliación de los poderes de vigilancia y el despliegue de nuevas tecnologías que alguna vez se consideraron demasiado intrusivas. Acá encaja Venezuela. El régimen de Nicolás Maduro ha convertido las crisis sanitarias en un puente más para la digitalización, recopilación y análisis de los datos más íntimos de las personas sin las protecciones adecuadas contra los abusos. Y el anuncio de la vacunación con privilegios para los miembros de su partido es sólo una evidencia más.

Mañana desolador

Para la organización internacional el uso de inteligencia artificial, vigilancia biométrica y herramientas de big data para tomar decisiones que afectan los derechos económicos, sociales y políticos de las personas también configuran un “futuro distópico”.

La predicción se basa en que la tercera tendencia mundial apunta a la transformación de una «fragmentación» en cámara lenta de internet en una carrera sin cuartel hacia la «soberanía cibernética» donde cada gobierno impondrá sus propias regulaciones para restringir el flujo de información fomentando el caos en los protocolos técnicos, los estándares de seguridad y la regulación comercial. De eso ya Facebook ha dado un sorbo y sus usuarios también. El siguiente ya sabe más amargo.

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