• La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
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“EL GOBIERNO VASCO NO SABE CÓMO SALIR DE SUS ABSURDOS DILEMAS NORMATIVOS TRAS EL FIN DEL ESTADO DE ALARMA”

Patxi Lázaro

Era de esperar la reacción de los jueces ante el decreto del Lehendakari. Ante la avalancha de recursos, quejas y sanciones protestadas que se veía venir sobre la administración de justicia, ya colapsada desde hace meses por toda la basura legal generada por la desastrosa gestión pública de la pandemia, el poder judicial ha optado por soltar lastre: los cierres perimetrales y el toque de queda quedan suprimidos a fecha del 9 de mayo y cualquier tentativa de mantenerlos será ilegal. Y ante esto, ¿cómo responde el Ejecutivo? Pues con la pataleta de costumbre: afinando al máximo restricciones en bares, restaurantes, espacios públicos e instalaciones deportivas. No hace falta decir que la mascarilla seguirá siendo obligatoria. Incluso más que antes. Y probablemente volvamos a ver coches patrulla de la Policía Municipal pregonando desde los altavoces el decreto de la Consejera de Sanidad, como si fueran el camión del tapicero. Que ningún jubilado se deje el bozal en casa cuando salga a buscar setas, por si las moscas.

El mayor inconveniente para Lehendakaritza será, sin embargo, que al desaparecer el toque de queda, los turnos de las Fuerzas de Seguridad (Ertzaintza, Policía Municipal,etc.) van a tener que ser reorganizados, y probablemente no haya efectivos para vigilar eficazmente el cumplimiento de las normativas en todas las franjas horarias ni en toda la extensión del territorio. Esto supone un problema para un ejecutivo que en su día prefirió apostar por el autoritarismo en vez de apelar a la responsabilidad de la ciudadanía, que era lo que en realidad requería la gestión de un fenómeno catastrófico tan complejo como la pandemia del Covid-19. Ante una carga de trabajo incrementada por la necesidad de intensificar la presión policial, cabe incluso la posibilidad de una rebelión o una huelga de brazos caídos en un sector de la administración absolutamente imprescindible para el sostenimiento no solo de las políticas del Gobierno Vasco, sino del mismo orden público y la seguridad interior.

A partir de las 0.00 del domingo 9 de mayo entramos en una terra incognita. No sabemos lo que va a pasar. Aunque la ciudadanía siempre lo tuvo claro -cumplir la normativa y comportarse con responsabilidad-, el Gobierno Vasco y la clase política se ven atrapados en el lodazal de contradicciones creado por su propia incompetencia.

Prueba de estas ansiedades la vemos en el esteril y poco convincente accionismo del Lehendakari durante las últimas horas: reuniones apresuradas con el Labi, ruedas de prensa para explicar las nuevas normativas y alguna que otra queja contra el Gobierno Central y la judicatura. Todo ello de cara a la galería. Eso nos dice por dónde va la estrategia de Ajuria-Enea: si los jueces cierran la ventanilla, el poder se lava las manos.