Iñigo Iturrate, legebiltzarkide del PNV en Vitoria-Gasteiz y uno de los jeltzales que más peso (no nos referimos a peso físico, ya que ese premio se lo lleva con creces Koldo Mediavilla) tiene dentro de la ejecutiva bizkaitarra, ha demostrado, sin querer, que en Dinamarca, a diferencia de aquí, la gente es normal. Es decir, que los daneses y sus residentes extranjeros no son como él y la mayoría de una sociedad vasca absolutamente aborregada. Pero bueno, de eso en concreto tampoco teníamos ninguna duda.

Iturrate, quien, tal y cómo hemos mencionado, forma parte de un partido político (el ruler total de Euskadi, para qué nos vamos a engañar) que se ha dedicado durante año y medio a restringir derechos y libertades, así como a señalar a todo aquel que no cumpla con las incomprensibles restricciones que impone un LABI sin expertos en campos como la inmunología o la microbiología y dirigido por un activista sin ningún tipo de formación, ni experiencia sanitaria. En especial, han señalado a los jóvenes.

Pues resulta que Iturrate se ha ido de vacaciones a Dinamarca. Cómo no, ha aprovechado el tiempo y ha podido sacar un hueco (la verdad es que seguro que fue a eso directamente, pero bueno) para acudir al #WorldPride (para los de la LOGSE, día del orgullo en inglés) que se celebró hace unas semanas (no recordamos exactamente el día) en la capital danesa.

El problema viene cuando vemos que Iturrate no duda en disfrutar de Dinamarca, mientras no nos dejan disfrutar de Euskadi. Y es que, a parte de que desde hace unos días ya no existe restricción alguna en el país (las anteriores que tenían no se acercaban, ni mucho menos, al totalitarismo covidiano al que nos ha acostumbrado el PNV en este país), se puede apreciar cómo allí la gente es más… digamos… normal. En otras palabras, que no van con mascarillas por la calle (sin que sean obligatorias…) un año y medio después de que comenzase esta locura a la que llaman “pandemia”.

De hecho, no se ve ni una sola mascarilla. Ni eso que llaman distancia de seguridad. Lo que se ve es gente cómo la gente normal, en este caso del colectivo gay o personas que sin serlo deciden apoyarlo, disfruta de un acto al aire libre, sin distancia y con mucho afecto. Repetimos, lo normal. Entonces, ¿qué es lo que ocurre? ¿Por qué tanto revuelo? Porque Iturrate es un completo jeta. Pero de los grandes. Además de un total hipócrita, ya que forma parte de un partido que no permite ese tipo de actos en Euskadi y que, si se dan, va a mover cielo y tierra para que la opinión pública sea unánime al condenar (sí, usan mucho esta palabra en este tema) estas actitudes (es decir, ser normal) que tachan de “irresponsables”.

Llega a ser en Euskadi, y su jefe Urkullu le habría ordenado a Erkoreka que mandase diez furgonas de la Ertzaintza (y a los Berrozi si hiciera falta…) para cargar a diestro y siniestro, sin importar las potenciales terribles consecuencias de ello (tanto para los ciudadanos como para los agentes). Asimismo, los jeltzales harían todo lo posible para que El Correo, Deia e incluso los medios afines a la izquierda abertzale publicasen noticias tendenciosas al respecto. Pero no, como es en Dinamarca y encima se trata del Orgullo Gay, pues… ‘Isiltasun osoa!’.

Bueno, qué callarse, si van tan ‘sobraos’ que se pueden permitir que uno de sus parlamentarios acuda al acto y lo promocione abiertamente a través de sus redes sociales. También hay que destacar que puede que se deba a que no les preocupa mucho la repercusión, ya que el pobre Iturrate no llega ni a los 200 followers en Twitter… ¡Qué tristeza!

Redacción de euskalnews.com