- La opinión de Judit Santamaría Monzón
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Carta urgente a profesores y profesoras de nuestros hijos
Quiero transmitiros mi preocupación, y de tantas familias, por las órdenes que os están dando aparentemente para minimizar el impacto del Covid. Concretamente una que ha llegado a todos los centros de enseñanza este 10 de enero: asegurar ventilación permanente y cruzada sin importar la temperatura. ¡En pleno invierno!
A estas alturas no nos sorprende que los políticos vuelvan a hacer gala de su inhumanidad mediante estas medidas que imponen a nuestros pequeños, pero que nunca se aplicarán a ellos mismos, ni a los voceros de las televisiones bien pagadas, los cuales ni usan mascarillas, ni se someten a ningún frío incómodo.
Congelar a niños durante horas, a diario, estando inmóviles, no sólo es inhumano, es también ilegal, vulnera los derechos humanos, los derechos de los niños, es un atentado contra su salud e integridad. En Navarra por lo menos, es la primera vez que llega esta orden por escrito. ¿Quiénes deciden y firman tal despropósito? A ellos, mil gracias por despejar dudas y hacernos saber quiénes sois los villanos de esta película de terror.
¿Pero, qué podemos esperar de unos políticos apoltronados, corruptos e inservibles? Nos estamos acostumbrando a sus medidas absurdas, crueles e ilegales, como los dos estados de alarma que fueron declarados ilegales y por los que nadie dimitió.
Tampoco han pagado los daños causados, ni han pedido perdón.
Está claro que esta medida de la ventilación permanente y en pleno invierno lo único que busca es humillar y enfermar a los niños que a diario acuden al colegio. En ningún caso busca protegerles de absolutamente nada.
Como dijo Gandhi: “Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer”.
Por ello, os ruego, profesores, escuchad a vuestro corazón, recordad vuestra vocación, y que nunca ningún niño tenga que sufrir innecesariamente los errores y maldades de los adultos.
“Donde hay miedo, no hay amor” Me dijo una amiga muy sabia.
Cada vez sois más los que con valor y amor anteponéis el bienestar de los niños superando vuestros miedos. Vosotros sois sus héroes. Que en ningún caso el miedo irracional de una persona se convierta en maltrato a toda un aula llena de almas.
Si accedéis a abrir las ventanas y puertas estáis siendo los responsables de un daño emocional y físico comparable con el despiadado frío al que sometían a los presos en los campos de concentración. Obedecer una orden injusta y tan cruel es en sí mismo cometer un delito.
En esta pandemia los niños tendrán que aprender que los adultos se equivocan, que existe la maldad, y todavía peor, que existe la cobardía. Para que todo un país se deshumanice sólo hace falta un político perverso, vender dosis de miedo y millones de cobardes obedeciendo.
Gracias profesores y profesoras por vuestra valentía y por proteger a nuestros hijos de los villanos.
La mayoría del profesorado está siendo cómplice y colaborador, desde hace un año y medio, de unas medidas que sin lugar a dudas serán declaradas a su debido tiempo como crímenes de lesa humanidad. El profesorado, salvo honrosas excepciones, ya está tardando en sacudirse de su cobardía. Desde que se declaró esta farsa, están siendo usados por el poder como herramientas del mal sometiendo al alumnado a unos protocolos penitenciarios y de auténtica tortura, como es el de llevar siete horas una compresa en la cara cuyo uso es a todas luces perjudicial para la salud, amén de causante de muchos perjuicios contra el desarrollo integral como ser social, contra el aprendizaje, etc. La ventilación con corrientes de aire en pleno invierno es otro despropósito más.
Desde aquí les recuerdo que la obediencia debida no les exime de responsabilidad por estar obligando al alumnado a cumplir órdenes y protocolos manifiestamente ilícitos
Todos esos docentes criminales, que están cobrando por torturar a los pequeños no merecen compasión. Como mínimo deberían ser apartados de la docencia para el resto de sus vidas. Asesinos!
De un profesor en Galiza:
Pues este es el segundo invierno en el que, com temperaturas exteriores inferiores a 0º, tenemos que dar las clases con puertas y ventanas abiertas.
No me considero un cobarde, pero después de haber explorado alguna posibilidad de resistencia entre otros profesores y TAMBIÉN ENTRE PADRS Y MADRES de los alumnos, me di cuenta que cualquier combate sería en solitario, con el elto precio y riesgo a pagar por ello, especialmente posibles sanciones por parte de la inspección educativa.
Cierto que uno siente vergüenza de la inmensa mayoría de sus “compañeros” de profesión, aunque personalmente tampoco ha sido necesaria la fraudemia para experimentar ese sentimiento.
Algunos de esos “compañeros” han puesto faltas de orden a alumnos que se bajaban la mascarillahasta debajo de la nariz cuando estaban jugando al fútbol. Lo único que puedo decir es que yo no he colaborado con esas órdenes injustas pero a nivel personal sí que las he tenido que obedecer.
He trasladado la situación a la asociación Liberum, de la cual soy socio, pero no debe ser posible hacer mucho.
Si alguien tiene alguna idea PRACTICABLE en estas circunstancias, que lo diga.
Cada uno será responsable de sus obras; a veces cuando se desobedecen leyes injustas, se hace por obedecer otras de rango superior. ¿”Obedeceremos a los hombres antes que a Dios?”.
Santo Tomás de Aquino decía que ante una ley injusta la OBLIGACIÓN era desobedecer. El aquinate ha quedado muy a la izquierda de los progres en todos los aspectos.
De todas formas, si algo bueno pudiese surgir de aquí sería el cuestionarse que hace el estado con nuestros hijos en la mal llamada “educación pública”. Si empezamos a hablar de INSTRUCCIÓN ESTATAL OBLIGATORIA (que incluye las mal llamadas “pública” y “privada”) estaremos al menos abordando el problema desde su raíz. Y lo mismo digo de la Sanidad.
Es un error hacer pasar frío a los niños. En este caso el remedio es peor que la enfermedad. Digo error porque yo no creo que haya maldad por parte de profesores ni políticos, algo de obsesión si que veo y la solución es tomar solo medidas proporcionales al riesgo, no más.
Sacarlos de las escuelas y enseñarles en casa.
El problema viene de lejos, mientras que para acceder al funcionariado básico es necesario superar una oposición, los altos cargos, directores etc, suelen ser de libre designación, o sea “a dedo” y por eso no suelen ser los mas capacitados, si no los mas obedientes.
No es una contradicción el tener las aulas ventiladas, pero cuando se refiere a la nariz, “muchísimo mejor respirar con el sorki todo el tiempo respirando los deshechos pulmonares durante todo el día?
Esta misma mañana me he reunido con la directora y jefe de estudios del cole de mis hijas. Me defendían que no bajaban de los 17 grados en clase cómo si esa temperatura fuese idónea para pensar, aprender… Y que las órdenes les vienen de arriba, que no pueden hacer nada. Yo les he dicho que por lo menos intentar llevar a cabo medidas con un poco de sentido común, nada más. Al final, hemos quedado que los padres interesados hagamos un escrito quejándonos y lo harán llegar al inspector o a quien sea necesario, pero yo no he sentido ningún tipo de apoyo.
Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñajos . Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar.
Jesucristo.
Evangelio según San Lucas.
Boris Johnson ha suprimido todas las medidas covid, incluidas las mascarillas en interiores, a partir del jueves 27/1/22, pero aquí están haciendo el negocio del siglo unos sinvergüenzas y por eso nos tienen con unas órdenes que no se justifican médicamente, pero que sirven a los dictadorzuelos en el poder para machacar al pueblo.
Desgraciadamente, y contra lo que mucha/os piensan, entre el profesorado, al igual que en sanidad y todos los sectores, públicos y privados, se encuentra mucha mente obtusa, miedo y desconocimiento. La educación pública, como la sociedad, se ve cada vez más perdida en protocolos y burocracia administrativa, que van engullendo el verdadero carácter de la educación, educar en el respeto, la libertad, y los derechos que tanto nos cuesta proteger. Los protocolos Covid en centros educativos se han implantado de forma sibilina, y muchos equipos directivos están cumpliéndolos sin verdaderamente hacer un análisis de la situación, preocupados más por el inspector de turno, olvidando para quién trabajan: nuestra/os hija/os. Hay que recordárselo cada día, porque mucha/os, institucionalizada/os ya, han caído en un estado de letargo, distraída/os por el relato del miedo, y necesitan despertar.