El Covid-19 acelera la transición hacia un Nuevo Orden Mundial – La opinión de Patxi Lázaro
- La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
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Tras el final de la Guerra Fría, con la firma de los tratados 2+4 en Alemania y el desmoronamiento de la Unión Soviética a comienzos de los años 90 del siglo pasado, Estados Unidos quedó como la única superpotencia en una constelación de relaciones internacionales que muy pronto comenzó a ser desafiada desde países tanto viejos como recién llegados que aspiraban a un proyecto político diferente para la Globalización: por un lado Francia con su tradición individualista de la “Grandeur” y de marcar la diferencia, o Rusia como legataria del colapsado imperio soviético con su necesidad de encontrar un nuevo lugar bajo el sol; por otro, las potencias emergentes como China, la India y Brasil. La multipolaridad era una ambición basada en el realismo político que contrastaba con la tendencia dominante del pasado: constituir bloques basados en grandes visiones ideológicas (por ejemplo, el ideal socialista o la democracia americana).
Las quijotescas ligas presididas por conceptos de redención histórica, y lideradas por paladines con capacidad para colonizar el espacio o llenar el mundo de máquinas expendedoras de coca cola debían ser reemplazadas por alianzas informales basadas en los intereses de estado y reglamentadas por el derecho internacional. En otras palabras, un perfeccionamiento razonable y gradual del sistema de estados nacionales surgido de los acuerdos de paz de Münster y Osnabrück el año 1648, tras la Guerra de los 30 Años.
Tres décadas después, la conmoción del Covid-19 facilita que este nuevo escenario, que ya se había estado formando de modo gradual e irreversible a la sombra de las ínfulas hegemónicas de las sucesivas administraciones estadounidenses desde Bush padre hasta Obama, adquiera forma con rapidez. Donald Trump es el primer presidente de Estados Unidos que no hace una guerra desde más tiempo del que se pueda recordar. Lo más importante es el ascenso, o mejor dicho, el retorno de China al primer plano de la escena histórica mundial, después de dos siglos de subdesarrollo y oscuridad. Este es el acontecimiento que determinará la conformación del nuevo orden internacional a lo largo de los próximos años.
La gran incógnita está en Europa. El Viejo Mundo se ve incapaz de solucionar sus propias contradicciones: por un lado rechaza al amigo americano, su tradicional partner de alianzas. Pero también carece de liderazgo, ideas claras y una estrategia para hacer algo útil en el nuevo orden multipolar. Es más, este caos administrativo en que se ha convertido la gestión de la pandemia y la incompetencia de nuestras clases dirigentes se deben al temor que suscita el auge del gigante chino. He aquí la realidad, tan simple de exponer como difícil de aceptar: Europa no está preparada para un mundo en el ella misma no figure en el centro de todos los mapas.