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Nuevos estudios muestran que cada vez más sanitarios se niegan a recibir la vacuna del coronavirus

Nuevos informes y estudios muestran que una proporción significativa del personal de salud de Estados Unidos es reacia o directamente se niega a recibir la vacuna COVID-19, tal y como han adelantado los compañeros de BLes.com (noticia reproducida en euskalnews.com). Una encuesta publicada en diciembre por el proyecto de monitoreo de la actitud hacia la vacuna de la Kaiser Family Foundation muestra que el 29 por ciento de los trabajadores de la salud “duda en vacunarse”.

Este porcentaje es ligeramente más elevado que el de la población en general que muestra la misma actitud (27 por ciento). La vacilación ante las vacunas es mayor entre los republicanos (42 por ciento), las personas de 30 a 49 años (36 por ciento) y los residentes rurales (35 por ciento), seguidos de los trabajadores esenciales (33 por ciento).

En tanto, la vacilación más baja de vacunas se da entre los demócratas (12 por ciento), los de 65 años o más (15 por ciento) y los miembros de hogares con problemas de salud graves (22 por ciento). El trabajo detalla que la mayoría (59 por ciento) de quienes dudan en recibir una vacuna COVID-19 exponen los posibles efectos secundarios de la misma como una de sus principales preocupaciones. En segundo término, resaltan una falta de confianza en las autoridades para garantizar la seguridad y eficacia de la vacuna (55 por ciento) y, por último, que la vacuna sea demasiado nueva (53 por ciento).

Asimismo, otros informes que han salido a la luz en las últimas semanas muestran que altas tasas del personal de atención médica de primera línea directamente se niega a recibir la vacuna. En Ohio, por ejemplo, el 60 por ciento de los trabajadores de hogares de ancianos se han negado a recibir la vacuna COVID-19. La cifra fue confirmada esta semana por el gobernador Mike DeWine.

En el mismo sentido, los funcionarios de salud pública de California reconocieron que alrededor del 50 por ciento de los trabajadores de primera línea en el condado de Riverside no quisieron recibir la vacuna. En tanto, el rechazo se elevó a más de la mitad entre los trabajadores del Hospital Comunitario St. Elizabeth. En Texas, un médico del Houston Memorial Medical Center le dijo a NPR a principios de diciembre que alrededor de la mitad de las enfermeras de la institución habían decidido no ponerse la vacuna.

Hasta el momento, se han autorizado dos vacunas COVID-19 para uso de emergencia en Estados Unidos, una de Pfizer y otra de Moderna. El tema de las vacunas es objeto de una controversia de larga data, entre otras cosas, por el historial de efectos adversos que muestran otras vacunas desarrolladas por los mismos laboratorios que en 2020 crearon vacunas para el COVID-19.

Pero, además, desde que comenzó la campaña de vacunación del COVID-19, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han registrado miles de casos de efectos adversos en diferentes lugares de Estados Unidos. Por ejemplo, una mujer de 40 años de Alaska recibió la vacuna de Pfizer el 17 de diciembre, a pesar de que tenía antecedentes de reacción alérgica grave a la vacuna contra la influenza. Desarrolló un “estrangulamiento” durante aproximadamente 20 minutos. Tuvo que recibir un EpiPen y fue enviada a la sala de emergencias.

Las autoridades de Oregón informaron esta semana que un miembro del personal de salud tuvo que ser hospitalizado tras sufrir una reacción alérgica grave a la vacuna COVID-19 de Moderna. La semana pasada un trabajador de la salud de Boston también experimentó una reacción alérgica grave tras recibir la vacuna de la empresa estadounidense de biotecnología.

“Mi frecuencia cardíaca era 150, mi frecuencia cardíaca normal es 75 pero… seis, siete minutos después de la inyección de la vacuna, sentí en mi lengua y también en mi garganta tener, como, una extraña sensación de hormigueo y entumecimiento”, detalló el Dr.  Hossein Sadrzadeh.

El Dr. Sadrzadeh, quien tiene antecedentes de alergias, dijo que su presión arterial bajó tanto que ni siquiera se detectaba con un monitor. Fue entonces cuando decidió usar su EpiPen, y luego el personal lo llevó rápidamente a la sala de emergencias.

Asimismo, los voluntarios del ensayo de la vacuna de Moderna experimentaron una variedad de efectos secundarios, como fatiga, dolor de cabeza y escalofríos. Se informaron reacciones adversas graves en aproximadamente el 1 por ciento de los participantes del ensayo. Cinco personas murieron, tres de las cuales recibieron un placebo, según los resultados del ensayo publicados esta semana.

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