• La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
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HACIENDA FORAL DE BIZKAIA: EL FIASCO DE LAS DECLARACIONES DE LA RENTA 2020

Algunos de ustedes se habrán vuelto locos o locas tratando de localizar en la página web de nuestra Hacienda Foral el programa para hacer la declaración de la renta. Es la fuerza de la costumbre. A mi también me pasó, y perdí mis buenos 20 minutos rebuscando en Google, siguiendo links y consultando páginas de ayuda, antes de darme cuenta de que este año han cambiado el sistema. Ahora no es necesario descargar ningún software. Basta acceder a la oficina virtual, con claves de Hacienda o un certificado digital -Izenpe o BakQ-. La presentación es también on line, de acuerdo con la política de gestiones presenciales cero consolidada por la pandemia del Covid-19. Pero es que Hacienda Foral va más allá, y te hace la declaración ella misma. Tú solo tienes que validarla o corregir lo que haga falta. Un bizkainito o una bizkainita de a pie, con su sueldecito, su pensioncita o el arrendamiento del pisito o la lonja con que ocasionalmente tengan por costumbre complementar su misérrimo pecunio, no deberían suponer un gran reto para esos hachas que trabajan en la Hacienda Foral de Bizkaia, donde a los directivos se les cae el pelo de tanto pensar y el talento se convierte en museos de titanio edificados sobre reservas naturales.

Hasta aquí la versión demo, lo que aparece en los folletos de publicidad institucional. La realidad es mucho más sórdida y en línea con un estilo de gestión vasco no ya incompetente, sino desastroso, con todos esos vertederos que se hunden sepultando a sus trabajadores, el cierre masivo de la hostelería, patrullas de la Ertzaintza cazando a seteros en el perímetro municipal y sanciones masivas por no llevar mascarilla en pleno monte. Resulta que la mayor parte de esas declaraciones proforma están MAL HECHAS. Un conocido mío, que dirige una gestoría, me cuenta que hasta el 70 por ciento de ellas se equivocan. Naturalmente, A FAVOR de Hacienda Foral de Bizkaia. Nuestros prohombres de la gestión vasca parecen muy estúpidos para ciertas cosas, pero para otras, las que les interesan, andan más listos que un gorrión entre las patas de una paloma.

Incluso mostrándonos indulgentes por el carácter pionero de los cambios (ninguna innovación está libre de problemas), no podemos evitar la impresión de que la chapuza, el caos organizativo y la falta de profesionalidad se están adueñando de las administraciones vascas hasta el punto de poner en peligro su propia continuidad. ¿Culpa del Coronavirus? ¿De la incompetencia de una nueva generación de políticos mediocres a los que el PNV no ha sabido formar adecuadamente? ¿Clientelismo? ¿Autocomplacencia? ¿Falta de democracia? ¿Mismos vicios estructurales que el Régimen del 78 del cual la clase política vasca depende y a cuyo servicio está? Juzguen ustedes mismos.

Para botón de muestra: la Diputación Foral de Bizkaia dispone de una empresa propia (Lantik) para mantener su infraestructura informática. Más de 300 personas están dadas de alta como empleados de esa jaula verde de cristal que hace esquina en Sabino Arana. El hecho irrefutable de que en todos estos años no hayan producido más que un programa mediocre, difícil de manejar y que además se equivoca en las declaraciones, da pie a la sospecha de que la mayor parte de estos trabajadores no son precisamente fichajes de Silicon Valley, sino cargos políticos, parientes de este, ese o aquel de más allá y gente que se ha ido amontonando allí por casualidad a lo largo de los años. En fin, y antes de que se me olvide, vamos a lo práctico: si vas a presentar tu declaración a través de la oficina virtual, no olvides echar antes un vistazo para ver si Unai Rementería no te está queriendo colar la docena del fraile: trece para comprar y once para vender.