- La opinión de Andrés Pérez Carvajal
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Eterna e íntima lucha
Estoy de acuerdo con todos los que hablan del fin de los tiempos. Comparto profundamente visiones antiguas y actuales de estar en medio de la gran revelación (Apocalipsis). De todas aquellas palabras que trasmitan la idea de estar viviendo momentos definitivos para la humanidad. Siempre y cuando puntualicen que, se trata de esa parte ya muy oscurecida de nuestra propia conciencia. Visible y crudamente escenificada en este último año y medio, con nuestras acciones.
Seres humanos que hemos luchado contra sí mismos. Contra todo. Contra todos. Para descubrir quiénes somos verdaderamente. Pero fuimos engañados. O fuimos débiles, y caímos en la tentación de entregarnos no sin dolor, a un impostor. A esa parte de nosotros mismos, cuya pretensión es, la de seguir brillando sin luz propia. Alejados del único camino donde encontramos paz. Que hoy identifico que no es en otro que, en el de la búsqueda permanente de la verdad. Pudiendo ser esta la única y gran verdadera VERDAD en este plano universal en plena implosión.
Por otro lado. Este componente inmaterial del SER, siempre ha tenido dificultades en encontrar su espacio en este mundo, hoy moribundo. Se le han colocado mal intencionadamente infinidad de distracciones u obstáculos, ralentizando al máximo su desarrollo, evitando a toda costa su prosperidad. Suculentos, placenteros e incluso responsables “premios” han servido como señuelo, voluntariamente seguidos. Hasta cierto tramo de nuestras vidas, fuimos también obligados a seguir sin nuestra absoluta aprobación. Y he aquí que hoy, estemos sufriendo las consecuencias de esa deliberada e inconsciente separación de lo humano con lo divino. Del abandono de nuestra conexión con nuestro profundo sentir. Con nuestra natural espiritualidad. Con lo más elevado. Con lo celestial. Con lo supremo. Con Dios.
Íntimamente me cuesta creer que, el resto de almas que aún transitan sin su propia antorcha, están definitivamente perdidas. De hecho, estoy seguro que muchas de estas, han sido salvadas durante estos últimos y dolorosos tiempos. Me resisto a creer que muchas de esas ya no tienen ninguna posibilidad de salvación. Y creo profundamente que existen muchas que, simplemente no la merecen. Es más, es que no les interesa nada. Por lo tanto, cualquier ser humano se merece cualquier cosa, cuando lucha mínimamente por alcanzarla. Para desgracia de todos nosotros, hay quien busca honores en “prime time” y recibirlos en el mismísimo infierno.
