Escrito por el biólogo Jon Ander Etxebarria, ex Decano del Colegio de Biólogos de Euskadi y Jefe del Control de Calidad de Aguas de Bilbao

Apelación a nuestros mayores

Con estas palabras quisiera trasmitirles a los aitites y amamas que está en su mano el que no se incurra en el error mayúsculo de que permitan a sus hijos que les vacunen a sus nietos, y paso a comentar el fundamento de esta apelación desmontando la razón principal que esgrime la administración sanitaria para que a los menores se les vacune, y que se basa en que éstos pueden contagiar a los mayores.

1) la misma administración sanitaria reconoce que en los menores la sintomatología es leve.
2) los datos estadísticos indican que la incidencia de letalidad y mortalidad en esta franja de edad es mínima.
3) el nivel de contagio cuando se adquiere la infección de forma natural es de un menor porcentaje que si esta se adquiere mediante la vacuna, por lo que la probabilidad de contagio a los mayores es menor con la inmunidad natural que llamémosle con la “artificial “ con la vacuna.

4) con la inmunidad natural el porcentaje de menores que se contagien y desarrollen la enfermedad no tendrían posibilidad de sufrir los efectos adversos que se tendrían con el porcentaje mayor de contagios que se daría con la vacuna añadiendo los correspondientes efectos adversos que se podrían dar con esta inmunidad “artificial” mediante la vacuna.
5) los aitites y amamas tienen un porcentaje alto con la pauta completa por lo que se supone están inmunizados y por lo tanto teóricamente protegidos de los contagios por parte de los menores y, si no fuese así, y realmente no les inmuniza, no tiene sentido que se quiera esa inmunidad fallida para los menores cuando éstos podrían volver a contagiarse y a su vez contagiar a los mayores.

Es por ello por lo que apelo a los aitites y amamas a que les digan a sus hijos que no se debe vacunar a los menores ya que la inmunidad que da la vacuna si valiese estarían ya protegidos, y si no valiese, no habría razón de tipo inmunológico para hacerlo y menos cuando se puedan dar efectos adversos de los que no se va a responsabilizar ni la administración sanitaria ni el profesional sanitario, por lo que por desgracia, esa responsabilidad recaería en una determinada forma en los aitites y amamas porque la razón que se da para vacunarlos es para protegerles a ellos.