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Costa Rica se convirtió en el primer país del mundo en hacer obligatoria la vacunación contra COVID-19 para todos los menores de 18 años. El Ministerio de Salud de Costa Rica anunció la decisión en un comunicado emitido el  viernes 5 de noviembre y dijo que el objetivo del mandato era “salvaguardar el interés superior de los niños”. Asimismo, señaló que “los padres o tutores legales tienen la responsabilidad legal de asegurar que la vacunación obligatoria de los menores se lleve a cabo de manera oportuna”. Además, el comunicado indicó que los adolescentes de 15 años o más podrán recibir la vacuna contra el COVID-19 sin necesidad de estar acompañados de un adulto.

La decisión se produjo sólo una semana después de que la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA)  dio  el visto bueno a la administración de la vacuna COVID-19 de Pfizer para los niños de 5-11 años de edad a pesar de datos limitados de seguridad y todos menos necesidad-inexistente. La aprobación, que fue  solicitada  por Pfizer menos de un mes antes, fue  respaldada  por los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU. (CDC).

El gobierno de Costa Rica citó la aprobación de la FDA en su declaración y dijo que espera comenzar a vacunar a los niños de 12 años o menos a partir de 2022. Costa Rica cerró un trato con Pfizer para la compra de 3,5 millones de dosis de vacunas, de las cuales 1,5 millones se utilizarán para niños de 5 a 11 años.

Según el comunicado del Ministerio de Salud, el 73% de todos los costarricenses de 12 a 19 años ya han recibido al menos una dosis de la vacuna COVID desde el 25 de octubre, cuando inició la campaña de vacunación para ese grupo de edad. Y hasta la fecha, el 55% de la población total de Costa Rica (de unos 5 millones de personas) ha sido completamente vacunada.

El Ministerio de Salud de Costa Rica no especificó ningún límite de edad para el mandato de la nueva vacuna de menores de 18 años. Al hacerlo, la pequeña nación centroamericana se ha convertido en la primera del mundo en obligar a vacunar a prácticamente todos los niños. Según el comunicado, las inyecciones de COVID se agregarán a la lista de vacunas ya obligatorias para los niños costarricenses, como las contra la varicela, la poliomielitis y el VPH (virus del papiloma humano).

Mientras tanto, algunos expertos científicos médicos de renombre mundial han  advertido a los  padres que no permitan que los niños reciban vacunas de ARNm COVID. Durante un foro en línea celebrado en septiembre pasado, los expertos reunidos evaluaron unánimemente que el daño potencial que el golpe de COVID-19 podría infligir a los niños supera con creces cualquier beneficio que pudiera proporcionar. El panel acordó que este beneficio es prácticamente inexistente.

Además, varios científicos y médicos en una reunión del comité asesor de la FDA en la que se aprobaron las vacunas COVID de Pfizer para niños de 5 a 11 años, plantearon fuertes objeciones, diciendo que era “innecesario, prematuro y que hará más daño que bien”.

Argumentaron que los datos de seguridad proporcionados por Pfizer para el uso de su vacuna COVID en niños más pequeños aún son insuficientes y que el riesgo de lesión por vacuna es mayor para ellos que el riesgo que representa el COVID en sí.

De hecho, los datos han  demostrado  que los niños tienen un riesgo extremadamente bajo de sufrir complicaciones graves o la muerte por contraer COVID-19.

Por otro lado, las vacunas Pfizer y otras vacunas similares al ARNm se han asociado con miles de eventos adversos graves, incluso y especialmente entre los jóvenes. De hecho,  el Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización (JCVI) citó un riesgo significativo de miocarditis después de recibir la vacuna Pfizer  como una de las razones para recomendarla solo a los jóvenes de 12 a 15 años que tienen un alto riesgo de COVID-19.

Y desde el comienzo de la vacunación de los adolescentes, LifeSiteNews ha informado de múltiples casos de muertes y lesiones graves en niños de ese grupo de edad.

Uno de ellos fue Sean Hartman, un niño canadiense de 17 años que  murió de un ataque cardíaco en su casa el 27 de septiembre, solo dos semanas después de recibir su primer golpe de COVID. Se dijo que el adolescente había sufrido múltiples problemas de salud inmediatamente después de recibir el pinchazo, incluida miocarditis.

Su caso no fue diferente al de Sofia Benharira, una saludable estudiante de secundaria francesa de 16 años que  murió  una semana después de recibir su primera dosis de Pfizer. Sufrió un infarto y una embolia pulmonar.

Y entre las víctimas más jóvenes de las vacunas de Pfizer hasta la fecha se encuentran Ernesto Ramírez, de 15 años, cuyo padre testificó  en el mitin “Freedom of Choice” del 2 de noviembre en Washington DC, y Maddie de Garay, de 12 años, que se  quedó  muy discapacitado después de tomar la foto de Pfizer.

Debido a los datos de seguridad insuficientes proporcionados por Pfizer, no está claro si el riesgo que representa para los niños más pequeños podría ser mayor, de ahí las preocupaciones planteadas por muchos expertos, científicos y padres, y los frecuentes llamamientos para obtener el consentimiento informado.

A pesar de esto, otros países, incluidos Estados Unidos y Canadá, están implementando gradualmente políticas de vacunas similares a las que existen ahora en Costa Rica.

A principios de este mes, el Oficial de Salud Interino de San Francisco  anunció  que el mandato de la vacuna COVID de la ciudad requerido para restaurantes y otros espacios públicos pronto se aplicará a niños de hasta cinco años. Y el mes pasado, la administración Biden  publicó  planes para vacunar a 28 millones de niños estadounidenses de entre 5 y 11 años contra el COVID.

En Canadá, se han introducido planes similares. El mes pasado, el principal funcionario de salud de Columbia Británica  anunció  el plan del gobierno provincial para comenzar a inyectar a niños del mismo grupo de edad las vacunas experimentales COVID-19 a partir de noviembre.