- La opinión de Manuel Díaz Ares
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EL DIOS QUE PREMIA Y CASTIGA
En toda religión organizada hay un DIOS que premia y castiga desde la premisa del cumplimiento de una serie de normas, “mandamientos”, convenientemente elaborados por los “elegidos” por ese mismo Dios para dirigir a los fieles y devotos seguidores, cuya máxima aspiración en su vida es la de recibir “el premio” de su amado DIOS.
En estos dos últimos años hemos visto emerger un nuevo dogma de fe alrededor de la inoculación de una sustancia experimental cuyos efectos secundarios se van averiguando sobre la marcha por tratarse de un experimento.
En este nuevo dogma de fe, vemos similitudes con los dogmas religiosos. Por ejemplo, los fieles que acceden a formar parte del experimento mal llamado vacuna, son recompensados con un pase que les permite acceder a lugares reservados sólo para ellos. (Solo los buenos alcanzarán el cielo).
El miedo de los abducidos por el moderno dogma de fe, les impele a criticar con dureza, Incluso a veces con violencia, la actitud de los que ponen en duda la existencia del virus en el que se fundamenta su dogma de fe. Los seguidores de un dogma de fe atacan con mayor o menor intensidad a todos aquellos que se atreven a cuestionar su dogma.
Mayoritariamente los seguidores de un dogma de fe suelen ser personas con un acusado desmerecimiento, por lo que son presas fáciles de los que lo propagan.
Se entregan en cuerpo y alma a lo que creen es su misión divina, dejando a un lado incluso su propio bienestar en aras del bien social.
Y volvemos a ver de nuevo la Santa Inquisición castigando a los rebeldes, en esta ocasión las hogueras se preparan por los devotos, quienes no dudan en quemar incluso a sus propios familiares.
Los gobernantes, títeres manejados por los que realmente gobiernan el planeta, conocedores de las debilidades de los demás, y su creencia de que son seres superiores al populacho que gobiernan, no dudan en aprobar leyes injustas y deshumanizantes con tal de instaurar el nuevo dogma de fe.
Dios nos coja confesados.
Dios nos pille confesados, nunca mejor dicho. Como catolico que soy (mal catolico, pero lo soy), una de las cosas que mas me revientan es ver al Anticristo conocido como el Papa Francisco, dar la espalda a los valores cristianos y abrazar esa fe del globalismo (y del socialismo, porque no decirlo).
El silencio del Papa en estos momentos es aterrador; y cuando abre la boca solo empeora las cosas. Jesus se juntaba con los leprosos, este Papa exige que los no vacunados ni traspasemos los muros del vaticano. Escupo sobre este Papa, no es el mio, abomino de él.
Digo una cosa: con Benedicto XVI, aquel tan injustamente denostado., esto no pasaría.
No cabe duda del paralelismo del fenómeno COVID con los sistemas de creencias. Nadie podría creer en ello si se molestara en examinar debidamente las premisas que sustentan esa creencia. El problema es que no les nace hacerlo de natural y empiezan a dar por sentado cosas sin fundamento que conforman nuevas premisas erróneas sobre las que siguen construyendo más, y al final se han montado un castillo de naipes de cojones y la hostia será gorda. La gente parece que va por ahí pensando que es cuestión de opinión o algo así. Y los que se inclinan por creer no se dan cuenta de lo ridículos que lucen con sus bozales, como auténticos tarados, gente que sigue normas o moralinas ciegamente, o que quieren mostrar su orgullosa “responsabilidad”, cuando en realidad sólo están haciendo gala de su dejadez, su estupidez y/o su miedo.
En lo que respecta a Dios, decir que la religión y Dios no son la misma cosa. Solo lo apunto. Ya imagino que el autor no quiere decir eso. Pero tengo que apuntarlo. Yo aunque estoy bautizado no me considero cristiano ni de ninguna religión, mucho menos new ager, pero en Dios sí que creo. Unos lo buscan toda su vida y a otros nos salta al cuello de una manera innegable.