- Escrito por Olga Ordóñez
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“Carta abierta (segunda parte)” – Olga Ordóñez
En la anterior carta, nombraba a los Sistemas de Salud como un elemento importantísimo en la situación actual, de grave vulneración de nuestros derechos civiles. Desde mi experiencia y desde la información de la que dispongo, puedo confirmar que éstos son uno de los principales cómplices por su dejación, haciéndoles el caldo gordo a los políticos que, en su mayoría, lo único que buscan es medrar, y los que, en el asunto que nos ocupa, han visto un verdadero filón, pues todo esto lo podrán usar a conveniencia para sus propios fines cuando les toque el turno de gobernar.
Desde que toda esta manipulación comenzó, una gran parte del colectivo médico (salvo excepciones muy loables) están consintiendo que se torture a la población. Con su silencio, y en la mayoría de los casos con su complicidad, están favoreciendo medidas restrictivas verdaderamente dictatoriales que nada tienen que ver con el cuidado de las personas.
No sé si el colectivo médico y sanitario en general es consciente de que están secundando medidas perjudiciales para la salud pública (contradictorias en muchísimas ocasiones y tan absurdas que son una burla a nuestra inteligencia). Citemos algunas:
Las mascarillas. Durante meses y meses están permitiendo que atenten contra nuestra salud (física y psicológicamente) al obligarnos a ponernos un elemento extraño en la cara, tapando los orificios bucal y nasal; e impidiendo que el oxígeno entre y salga sin obstáculos, y obligándonos a respirar los desechos que exhalamos durante horas. Esto hace que mucha gente, por no poderlas aguantar, tenga que permanecer en sus casas más tiempo de lo razonable, perjudicando su bienestar personal. Dándose el caso de que, además, no existe ningún estudio científico independiente que apoye o demuestre la eficacia de las mascarillas que se están imponiendo a una población indefensa (además, la mayoría de ellas no son más que trapos sucios, verdaderos focos de infección). Se ha llegado al ridículo extremo de hacerlas obligatorias al aire libre, aún manteniendo la distancia de seguridad de más de metro y medio.
Los Confinamientos, que favorecen el sedentarismo (con lo que eso supone de deterioro físico) y el aislamiento social, con el consiguiente daño psicológico que repercute también en la salud, como cualquier médico sabe. Normas que impiden el contacto interpersonal, tan beneficioso para la salud mental; y un sinfín de medidas abusivas que perjudican nuestro bienestar y que debilitan nuestro sistema inmunitario. Normas y medidas que, además, están llevando a la ruina a muchísimas familias, y no hay que olvidar que la pobreza, no sólo es causa de un deterioro en la vida social; sino que también es causa de enfermedades. Y ahora para más inri están secundando el inyectar a la población, quiera o no (puesto que están usando todo tipo de chantajes), un medicamento experimental cuyos efectos adversos se están viendo ya.
Los diagnósticos con las PCR. No me voy a detener en ello pues hay personas especializadas en la materia (a quiénes este medio de comunicación también ha dado voz), incluido su inventor Kary Mullis (Premio Nobel) ya fallecido, que han hablado largo y tendido, para quién quiera realmente informarse del mal e interesado uso que se les están dando. Sólo decir que ha sido y es una herramienta usada inquisitorialmente señalando al “poseído”, con el resultado de gente sana enclaustrada en sus casas y de casos falsos para inflar las estadísticas y seguir con el régimen del terror, mientras muchos se están llenando los bolsillos, como es el caso de las empresas farmacéuticas y los esbirros que las sirven.
Las autopsias no realizadas. La recomendación de no hacerlas y, sobre todo, el seguir dicha recomendación es medieval, algo digno de épocas obscuras ya pasadas. Las autopsias no realizadas, tan importantes cuando uno está a ciegas sobre los motivos de un fallecimiento, han dando lugar a que se hayan empleado tratamientos no adecuados que han llevado a la muerte a muchas personas. Si no llega a ser por médicos con conciencia y profesionalidad que se saltaron las recomendaciones de ese organismo mundial mal llamado de la salud, seguiríamos en la ignorancia y mucha más gente habría muerto. Lo que se desprende de ello es que, en esta época de tribulaciones, hay que recordarles a muchos que la libertad también es importante para preservar la salud.
Hay un dato que no quiero dejar de mencionar y que debería de causarles a algunos cierta zozobra y es el hecho de que mucha gente ha dejado de ir al médico por el miedo que están inoculando en la población con el consiguiente riesgo para su salud. Mencionaremos también la deplorable atención al paciente: citas telefónicas, forzar a la gente a realizarse pruebas invasivas para ser atendidos; o para ser los acompañantes de sus seres queridos, etc. La verdad es que parece ser que el Juramento Hipocrático lo han guardado en un cajón bien cerrado con llave.
Lo que ha sucedido en los centros de salud (verdaderos desiertos en mitad de las poblaciones) supone un peligrosísimo precedente para los que están deseando recortar en Sanidad, ya que si el buen cuidado de los pacientes se puede mantener así, a lo mejor es que los ambulatorios y los médicos de atención primaria (a los que llevan años ninguneando) sobran.
Y concluyo diciendo que hay una parte de la población que calla; o protesta sólo en su entorno cercano y que piensa como yo. Nos sentimos abandonados por muchos de ustedes; el colectivo médico y sanitario en general. También hay excepciones y, por ello, me gustaría agradecerles su valentía a todos los médicos, sanitarios, epidemiólogos, biólogos, etc. (cuyos títulos son igual de legítimos) que sí nos están defendiendo, desde sus puestos de trabajo y en diferentes foros nacionales e internacionales, de estas medidas abusivas e insalubres.
