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OPINION

“Palabra de honor” – José Alcalá

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Palabra de honor

Resulta curiosa la afición que últimamente han desarrollado ciertas instituciones por la filología. La decisión de denominar a las variantes del virus sars-cov 2 con las letras del alfabeto griego es encomiable. Demuestra el afán de la OMS por difundir no sólo salud, sino también cultura. Como poco, servirá para que millones de personas escuchen por primera vez el alfabeto que en su día usaron Platón, Aristóteles e incluso el mismo Hipócrates. Este médico griego planteó un juramento como un compromiso ético del practicante hacia el paciente que aún sigue vigente y aún deben jurar en las universidades los médicos recién licenciados: (en su versión moderna) “No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase. Tendré absoluto respeto por la vida humana. Aun bajo amenazas, no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad”. Debemos estar agradecidos a que la OMS defienda no sólo estos valores, sino el idioma en que por primera vez se pronunciaron. Entre alfa y omega se encuentra la sabiduría. Entre alfa y omega está el misterio. Todavía vamos por ómicron, pero quizás desvelemos el misterio cuando lleguemos a omega.

Pero la afición filológica de la OMS va más allá. Compiten con las academias de la lengua por cambiar la definición de algunas palabras, como “pandemia”. O para ser más exhaustivos, por cambiar los criterios para declararla. Antes de 2009 el principal criterio para valorar una pandemia era la gravedad, y se medía según el porcentaje de mortalidad de los infectados. Justamente un mes antes de que se declarara la pandemia de Gripe A de 2009, se cambiaron estos criterios poniendo el foco en la extensión territorial de la epidemia y no en la gravedad. Es decir, que una enfermedad que se de simultáneamente en varias partes del mundo, independientemente de su gravedad, ya se considera “pandemia”. ¿Por qué este cambio? Según la nueva definición (aún vigente), un simple resfriado es motivo para declarar una pandemia; y ya no se mide en su letalidad (porcentaje de muertos de entre los infectados), sino por su “incidencia acumulada” (personas contagiadas, independientemente de su gravedad y mortalidad). La letalidad por covid 19 siempre a estado situada por debajo del 1% mundial (según fuentes oficiales), y su “incidencia acumulada” es la trampa para seguir manteniendo eternamente el estado de pandemia declarado, con unas pruebas (pcr) que el propio gobierno ha reconocido en sede judicial que no sirven como herramienta diagnóstica (respuesta del Ministerio de Salud a Asociación Liberum en septiembre 2021). Actualmente, vivimos en una pandemia de obesidad (hay casos en varios continentes) que incluso se traduce en una letalidad alta provocada por hipertensión, infartos de miocardio, colesterol, etc. Sorprende que no se adopten medidas de nutrición saludable para acabar con ella. O la pandemia de enfermedades mentales y anímicas que asolan a la población occidental, sometida a cada vez más presión y estrés. ¿Estaría justificado 1 José Alcalá adoptar medidas extraordinarias como, por ejemplo, prohibir comer carne a toda la humanidad porque menos de un 1% padezca obesidad?¿Estaría justificado imponer la medicación de antidepresivos intravenosos a toda la humanidad porque menos de un 1 % padezca depresión? ¿Qué justifica este cambio de criterio de la OMS en tan oportuno momento?¿Qué consecuencias ha tenido tan encomiable afición filológica de los directivos de la Organización Mundial de la Salud?

Veamos pormenorizadamente. Con la definición anterior de “pandemia” (criterio de gravedad y letalidad) no hubiese sido posible declarar el estado de pandemia mundial que se impuso en marzo de 2020. Pero esta declaración médica propició una cadena de despropósitos que nos lleva a la situación actual, pues fue lo que permitió a los gobiernos a decidir las medidas políticas de Estado de sitio, alarma o excepción, según el caso. Sin que la OMS hubiese cambiado la definición, no hubiese sido posible la imposición de medidas tan restrictivas que anularan los derechos fundamentales de los ciudadanos como el de libre movimiento, confinando a toda la población en un “arresto domiciliario” que, a la postre, ha sido declarado ilegal por el Tribunal Constitucional español (con año y medio de retraso). Medio mundo estuvo durante meses “arrestado” en sus casas (insólito) debido a ese cambio de definición. ¿Ha tenido trascendencia la afición lingüística de la OMS? Ese confinamiento ha arruinado a un altísimo porcentaje de la clase media occidental, que se ve abocada ahora a vivir de una paga del Estado o a vender su negocio a bajo coste a los grandes grupos de inversión extranjeros que están al acecho (curiosamente los mismos grupos que financian a la OMS). Además de ayudar a vender el país, esas medidas contribuyeron a debilitar el sistema inmune de toda la población, con estrés, falta de sol, ejercicio, relaciones sociales, y lo que es esencial: delante de la televisión inoculándose el virus del miedo, que bloquea, paraliza y anula el raciocinio. Parece evidente que graves consecuencias políticas y humanas se derivan de las decisiones lingüísticas de la OMS, lo que nos hace preguntarnos si la relación entre sanidad y política es tan objetiva y científica como debiera ser.

Esto sería suficiente para concluir que es mejor dejar la lengua a los lingüistas, y quien tenga afición a la literatura se lea esas grandes obras de la humanidad que nadie lee, como el Quijote o Fausto, en vez de querer cambiar definiciones de palabras para introducir sesgos más ideológicos que científicos. Pero la OMS no termina ahí. Le ha cogido el gusto, oiga. Y en noviembre de 2020, un mes antes de comenzar la campaña de vacunación masiva ha cambiado en secreto, con nocturnidad y alevosía, otras cuantas palabras más, como “vacuna”, “inmunidad de rebaño” o “inmunidad colectiva” 1. Ya no es afición a la filología, sino a la narrativa, a construir historias, lo que padece esta institución.

Nos enseñaron en la escuela que una vacuna (la que inventó Jenner con el suero de la vacas, de ahí su nombre) era un virus atenuado que, aplicado a un organismo, provoca una respuesta de defensa del sistema inmune. Cualquier otra cosa que se salga de ahí no es una vacuna. Por ejemplo, un medicamento con terapias genéticas que actúa no sólo sobre el sistema inmune, sino sobre la información genética del ADN. Esto no sería una vacuna sino un medicamento génico. Casualmente, la nueva definición de vacuna incluye esta tecnología para poder ser vendido como “vacuna”. La inmunidad colectiva o de rebaño consiste en proteger a las personas vulnerables y exponer al resto de la población al virus de forma natural, pues serán infectados leves que, tras pasar sin contratiempos la enfermedad, ya quedan inmunizados, pues su sistema inmune ha aprendido a defenderse de ese virus. Pero la OMS ya no acepta este precepto científico y lo ha sustituido por otro donde sólo se contempla la inmunización de la población a través de la vacuna. Difundiendo además la falsa creencia de que estar pinchado es estar inmunizado (sin opción a infectarte ni transmitir la enfermedad), cuando no es así.

Si esta afición a la filología se extiende por la rama política, mucho más proclive a jugar con las palabras, quizás les de por cambiar la definición de “tiranía”, “democracia”, “libertad” o “totalitarismo”. En mi opinión, manipular el lenguaje es manipular el mensaje, por tanto manipular las mentes de quien lo recibe. Quien domina la “narrativa”, domina el mensaje y a la masa. Pero os doy mi palabra de honor que el diccionario es mucho más aséptico: el que miente es un mentiroso; el que mata, un asesino; y el que impone, un impostor.

1. https://web.archive.org/web/20201112125455/https://www.who.int/news-room/q-a-detail/ coronavirus-disease-covid-19-serology

José Alcalá

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El ogro cabreado

Gran escrito. Incide en puntos clave del gran engaño.

José Miguel
2 años

Siendo que el “arresto domiciliario” propició una pandemia de alcohol (Su venta aumentó un 100%) habrá que prohibirlo también.

Julio Suárez
Julio Suárez
2 años

La auténtica pandemia es debida a una demoledora combinación de miedo infundado, alta de cultura y discapacidad intelectual manifiesta, cuyo resultado es la estupidez a la enésina potencia y las consecuencias la. perdida de toda. soberanía personal incluido lo más íntimo, exclusivo y sagrado. El ADN.

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