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OPINION

“Armas que carga el diablo” – Aitziber Mondéjar

  • Escrito por Aitziber Mondéjar
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ARMAS QUE CARGA EL DIABLO

Cuando era una niña cantaba una canción que había aprendido en mi aldea: “Voló, voló, Carrero voló y en un balcón se quedó, Riau!!”. La cantábamos cuando manteábamos a alguien o nos manteaban. Tardé mucho tiempo en ser consciente de lo que quería decir aquella letra.

En aquella época, un grupo de jóvenes aporreaba la batería y maltrataba las guitarras en un local de mi aldea. Ya se habían convertido en un famoso grupo de rock cuando yo llegué a la juventud. Era la época del rock radical vasco, fiel reflejo de nuestra forma de estar en la vida. Yo llevo a fuego grabado eso de “eres un patriota, eres un idiota”. En algún momento de mi juventud tuve la tentación de identificarme con símbolos y banderas, pero me duró poco.

He tenido familiares en la cárcel por pertenencia a banda armada y aunque en mi familia no hemos sido muy fans de la policía, sí conozco otras en las que ambos bandos escenificaban en sus casas la tensión que existía en la sociedad. Una sociedad que había vivido muchos años reprimida y sometida al abuso de poder de un sistema dictatorial y que creía que la solución a tanta represión pasaba por el uso de la violencia.

La violencia del Estado generó el odio y el rencor en una parte de la población y la respuesta violenta de esta parte generó más odio en la otra parte. Así se construyeron enemigos entre personas que no se conocían, que se deseaban la muerte mutuamente, que justificaban el dolor y la violencia ejercida por unos y por otros. Esos odios han sido enormemente rentables para los distintos grupos políticos y sus intereses económicos durante décadas. Algunos ya se han olvidado de esos episodios, a otros les han marcado de por vida.

Crecí y me crié en una sociedad violenta, pero la violencia no es solo patrimonio de una generación, ni de un entorno. La violencia se ejerce de muchas maneras: las hay brutales y obvias y las hay más sutiles, silenciosas y sibilinas, maquilladas, que no se dejan ver, inconfesables, que dejan huellas profundas, vergonzosas y vergonzantes.

No hace tanto, fui testigo de una conversación en la que varios jóvenes analizaban la existencia de un partido político de esos “rancios y conservadores”, de esos de ultra derecha. Esos partidos existen porque sus votantes son incultos, aseguraban. También decían que se alegrarían si los mataran a todos. No sé si referían a los miembros del partido o incluían también a los votantes. Tampoco sé dónde encajan estos deseos en una sociedad democrática, de la boca de unos jóvenes “cultos” que solo han conocido la vida cómoda, educados en colegios pijos de “gente bien” y de corte religioso, que acumulan todos los títulos académicos que es posible acumular. Esa misma violencia verbal la he escuchado en otra época en la boca de esos “rancios ultra derechistas” dirigida a los “hijos de p. terroristas” que votaban a la izquierda abertzale: distintos actores ejecutando los mismos roles.

Y aunque la incitación al odio es constitutiva de delito según el Código Civil, su mayor promotor es el propio gobierno, que no teme violar sus propias leyes, porque la división de poderes también es cosa de otra época y la violencia física es potestad suya.

Los poderes fácticos saben que sus guiones duran un tiempo, que hay que inventar nuevos discursos, nuevas polaridades y construir nuevos enemigos. El conflicto machismo-feminismo, aunque nos entretiene y da de comer a varios, no es tan rentable. La división no es tan profunda como convendría, porque la biología se impone por encima de los discursos simplistas.

Ahora la disputa se establece en el ámbito de la salud. Ese discurso, por muy sofisticado que sea, también se agotará, con sus muchas víctimas por el camino, claro, y llegará el momento de discutir por el clima y después por el agua y así ad infinitum… O hasta que soltemos nuestra adicción a la telenovela institucional y seamos capaces de construir relatos honestos al margen del sistema.

Todas las violencias son patrimonio de la humanidad y se siguen ejerciendo consciente e inconscientemente, generando entornos hostiles de heridas profundas que no terminan de cicatrizar nunca. El divide y vencerás sigue siendo una gran estrategia de control de la población, aunque no la única.

Mientras tanto, muchos ya se sienten identificados con las nuevas etiquetas que se van asignando a uno y otro bando. ¿Hasta dónde llevaremos esas nuevas identidades esta vez? A mí me siguen echando para atrás todas las banderas, símbolos y etiquetas: son armas que carga el diablo.

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PEIO_LI
PEIO_LI
2 años

Para quien quiera mirar al otro lado de la tapia y ver el horror que esconden algunas “hazañas” poco explicadas.

“Queridos camaradas” película rusa de 1962. El sistema soviético está en ruina. Algunos lo ven y otros se aferran
https://bit.ly/31GLBTd

“Mr. Jones” película polaca de 2019
Narra la historia de Gareth Jones, periodista galés que en 1933 viaja a la URSS y Ucrania para investigar el Holodomor (hambruna en ucraniano)
La URSS vacía de cereal al mayor granero de Europa para financiar sus inversiones industriales.
Gareth Jones escribe en varios periódicos pero el 31 de Marzo el New York Times lo desmiente. El tímido socialismo encubre al comunismo.
https://bit.ly/JQPINX

PEIO_LI
PEIO_LI
2 años

Error !! El URL de “Mr.Jones” es https://bit.ly/3JQPINX
Es un coñazo que no se acepte pegar texto. El meterlo a mano causa estos problemas…

EnekoAhíVaLaHostiaPues
EnekoAhíVaLaHostiaPues
2 años

Esta señora escribe de manera un tanto intrigante, como embarcarse en un viaje sin rumbo pero con las ideas sorprendentemente bien atadas. Muy interesante.

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