- Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo y divulgador científico
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EL FLAUTISTA Y LOS RATONES
Estimados aulladores: ¿Acaso creían que los biólogos que crearon el virus quimera SARS-CoV-2 inicial que ya no está operativo hace meses estaban cruzados de brazos?
En absoluto, siguen trabajando y mezclando secuencias de patógenos potenciales en diferentes especies, algo que es muy difícil que pase en la naturaleza pero que en los laboratorios de biología (esto no es medicina no me canso de decirlo) se hizo siempre.
Estos virus Frankenstein, como el monstruo homónimo, son extremadamente inestables, por eso ese supuesto SARS inició el proceso del miedo y después desapareció.
Para continuar con el engaño los laboratorios biológicos de nivel de bioseguridad 3 y 4 necesitan lanzar “al mercado” nuevas quimeras a las que el departamento de marketing globalista pondrá nombres sonoros, bonitos, y lanzará a la población para que esta siga creyendo que necesita inyecciones de forma permanente.
Un estudio reciente sugiere que la rápida acumulación de mutaciones en la “variante Ómicron ” – este es el nombre que inventaron – del SARS-CoV-2 que permitió su brote plantea interrogantes sobre si su origen próximo ocurrió en humanos o en otro hospedador mamífero.
Los biólogos identificaron – dicen ellos claro- 45 mutaciones puntuales de Ómicron y vieron que la secuencia de la proteína spike de Ómicron se sometió a una selección positiva más fuerte que la de cualquier otra variante de SARS-CoV-2.
El espectro molecular fue significativamente diferente del espectro de virus que evolucionaron en pacientes humanos, pero se asemejó a los espectros asociados con la evolución del virus en un ratón; exactamente el animal (Mus musculus) que utilizan en los laboratorios para crear quimeras.
Además, las mutaciones en la proteína spike de Ómicron se superpusieron con las mutaciones del SARS-CoV-2 que se sabe que promueven la adaptación a los ratones.
Por tanto estos biólogos sugieren que el progenitor viral de Ómicron saltó de humanos a ratones, rápidamente acumuló mutaciones para infectar a ese hospedador y luego saltó de regreso a humanos, lo que indica una trayectoria evolutiva entre especies para el brote de Ómicron.
Quiero que ustedes se den cuenta de que todo esto sigue siendo un juego de palabras, que el truco es confundirnos cambiando de nombre a los virus y las “variantes” de tal suerte que nunca sepamos de qué hablamos exactamente.
El que la gente crea en UN VIRUS concreto – en singular siempre – favorece el relato sobrenatural que incita al miedo.
Los tragacionistas formulan sin parar la pregunta “¿pero entonces usted cree que el virus no existe? y siempre contesto “¿qué virus? virus hay muchos”.? Esa pregunta no tiene respuesta pues quien la formula ignora que podemos estar hablando de dos, cinco o hasta diez virus diferentes a los que llaman igual, o el mismo al que llaman diferente según interese.
El juego de hacer desaparecer y aparecer la gripe cuando quieren prueba este ruido de sinonimias cuyo fin último es aturdir a las personas y que se abandonen a las falsas soluciones.
Para mi hubo un virus quimera inicial que hace meses despareció, seguido de vacunas de la gripe que causaron una falsa pandemia, más un cambio de nombre de las gripes y neumonías de siempre.
Después se continúa el engaño con la toxicidad de las inyecciones que convierten a los inoculados en fábricas de spikes y variantes posiblemente contagiosas, y por fin la aparición periódica de nuevos quimera a los que según interese llamarán variante o virus nuevo para renovar la necesidad creada de más inyecciones con las que continuar el ciclo cuando el quimera vuelva a ser neutralizado por la inmunidad natural.
Y así estaremos mientras no demos un golpe en la mesa y exijamos responsabilidades a todos los dirigentes del mundo que están siendo esbirros del Globalitarismo que financia todo esto.
Seguirán jugando con ratoncitos hasta que metamos en la cárcel a los flautistas de Hamelin que llevan a la gente a suicidarse voluntariamente. Un aullido
Fuente:
Wei C, Shan KJ, Wang W, Zhang S, Huan Q, Qian W.
