Los africanos no se ponen las vacunas COVID que les llegan, las cuales acaban caducadas: Varios países de África piden a Pfizer que detenga los envíos
Varios países del continente se han visto obligados a descartar más de 3 millones de dosis de las vacunas COVID-19 porque las vacunas caducaron meses después de ser recibidas como «donaciones». Los países occidentales almacenan el exceso de vacunas y las «donan» a los países africanos cuando están a punto de expirar, para fines políticos, según informa mpr21.
La Oficina Regional de la OMS para África informó al diario chino Global Times que el descarte de vacunas en los países africanos es alarmante. El 22 de diciembre de 2021, el gobierno nigeriano destruyó más de 1,06 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca en un vertedero en las afueras de la capital, Abuja. Según informes de los medios, estas vacunas formaban parte de las más de 2,59 millones de dosis que Nigeria recibió de Europa en octubre de 2021 y habían expirado en noviembre.
Estas vacunas fueron enviadas a Nigeria a través del programa COVID-19 Vaccines Global Access (COVAX) con un ciclo de vida restante de seis semanas, lo que las inutilizó para la inoculación oportuna de poblaciones en el país africano.
El gobierno ha comunicado que ya no aceptará donaciones de vacunas con una vida útil corta e inviable. Nigeria no es el primer país en destruir vacunas caducadas. Las autoridades senegalesas también dijeron recientemente que se destruirían 400.000 dosis de vacunas caducadas.
Malawi quemó 20.000 dosis de vacunas caducadas en mayo de 2021, y la República Democrática del Congo (RDC) devolvió 1,3 millones de dosis de vacunas debido a la caducidad. Malawi, Mozambique, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe han pedido a Pfizer, en los últimos meses, que detenga los envíos por problemas similares.
El mecanismo de distribución de vacunas dirigido por la OMS ha revelado que la mayoría de las donaciones de vacunas realizadas hasta la fecha a los países africanos han sido ad hoc, se han proporcionado con muy poca antelación y tienen una vida útil incluso más corta. El resultado es que muchos países en desarrollo no solo no reciben la ayuda prometida, sino que también deben convertirse en «plantas de tratamiento de desechos de vacunas a gran escala» para Estados Unidos y Occidente, y además, deben aceptar las contrapartidas económicas que suelen llevar aparejadas estas donaciones.