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OPINION

“Ya es hora de despertar” – Valentín Núñez

  • Escrito por Valentín Núñez (Enlace canal de Telegram)
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Hace ya más de 10 años escribí y autoedité un libro con el mismo título de este post. Pretendía abrir los ojos a muchas personas sobre lo que se escondía detrás de «mundos» como el de las drogas, la inmigración, la banca, el medioambiente, los medios de comunicación, la educación, la publicidad o la medicina occidental, y así hasta 13 de ellos. Ahora lo releo y me doy cuenta de que lo que yo sospechaba en aquel entonces se queda muy corto respecto lo que pienso hoy en día. De hecho, si ahora volviera a escribirlo, se parecería mucho a lo que voy a explicar en este artículo.

EL MITO DE LA CAVERNA DE PLATÓN

Uno de los textos que más me cambió la manera de ver la vida fue el del Mito de la caverna de Platón, incluido en su obra más conocida «La República». Vale la pena que, si no lo conoces, te tomes unos minutos para leerlo:

 «I – Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.

– Ya lo veo -dijo.

– Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.

– ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

– Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?

– ¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?

– ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?

– ¿Qué otra cosa van a ver?

– Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?

– Forzosamente.

– ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?

– No, ¡por Zeus!- dijo.

– Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.

– Es enteramente forzoso-dijo.

– Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera de alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?

– Mucho más -dijo.

II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra?

– Así es -dijo.

– Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?

– No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.

– Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.

– ¿Cómo no?

– Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.

– Necesariamente -dijo.

– Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.

– Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.

– ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?

– Efectivamente.

– Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente «trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio» o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?

– Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.

– Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?

– Ciertamente -dijo.

– Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.

– Claro que sí -dijo.

III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

– También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo».

DESPERTEMOS: HA LLEGADO EL MOMENTO

No se trata de que creas nada de lo que yo te diga aquí. No se trata de que te posiciones en un bando concreto y luches a muerte contra los del otro bando. No se trata de que te mantengas fiel a una manera de pensar concreta y que no puedas cambiarla bajo ningún concepto.

Solo se trata de que observes, analices, pienses, razones y saques conclusiones. Por ti mismo, no porque alguien te lo diga.

Te comparto el proceso personal que yo vengo realizando desde hace tiempo, solo por si te puede ayudar, no como ejemplo de nada:

  • Los mayas y otras civilizaciones ya nos avisaron hace muchos años de que venía un cambio de era en la que el ser humano estaría mucho más conectado con el Universo. Suponía el fin de un ciclo de nuestra galaxia de más de 25.000 años y el inicio de uno nuevo, con características muy diferentes. Mucha gente se quedó con aquello del «fin del mundo» y no fue más allá.
  • Hay muchos autores que nos vienen avisando desde hace muchos años acerca de una «élite» que gobierna el mundo. Son los dueños del dinero, de las empresas donde compramos, de la industria farmacéutica y de los medios de comunicación que vemos a diario. Esta «élite» pone y quita gobiernos mientras ellos permanecen en la sombra. Mucha gente ni siquiera ha oído hablar de ellos.
  • Esta «élite» (los llamo así no por ser los mejores, sino por ser pocos y estar en la cúspide de la pirámide) han organizado las guerras mundiales (y las no mundiales) creando las bases para que se produjeran y haciendo explotar la chispa que las inició. Financiaron a ambos bandos, lucrándose enormemente a costa de la muerte de muchos seres humanos.
  • La «élite» se ha encargado de gestionar la espiritualidad de los seres humanos para evitar el despertar individual. La creación de las religiones, el enfrentamiento manifiesto entre algunas de ellas, la marginación y denostación de todo lo esotérico, entre otras muchas cosas, son obra suya.
  • A pesar de esa marginación de lo esotérico de cara al público, ellos conocen y utilizan perfectamente la astrología y saben lo del cambio de era y lo que ello supondría para el ser humano y para el planeta. Además, dominan las energías del bajo astral, son satanistas y se nutren del miedo de la gente. No tienen las mismas emociones que tenemos el común de los mortales, por lo que no les afecta las consecuencias de sus decisiones o acciones.
  • Mientras todo esto sucede entre bambalinas, nosotros andamos a la gresca entre nosotros. Que si conspiranoicos contra borregos, que si negacionistas contra globalistas, que si vacunados contra no vacunados,… Nos obligan a posicionarnos en uno u otro frente sin que nos demos cuenta que esta guerra (sí, guerra) es de ellos contra nosotros, no de nosotros contra nosotros.
  • Dos años después, seguimos viviendo como si estuviéramos en una pandemia mortal mundial, cuando las cifras demuestran lo contrario.
  • Seguimos confiando en los tests para diagnosticar el Covid, cuando se ha demostrado por activa y por pasiva que no sirven, que el propio Ministerio de Sanidad español lo advierte en su web y que los CDC (Centros de Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU.) acaban de prohibir las PCRs como herramienta de diagnóstico.
  • Un año después de vacunar a casi todo el mundo, la situación sigue siendo la misma o peor. Las mal llamadas vacunas (son terapias génicas experimentales) no están sirviendo para lo que se suponía que debían servir. Los contagios están más disparados que nunca y los efectos secundarios están causando muchos problemas de salud y muertes aunque se sigan silenciando. Y aún así, la mayoría de gente sigue confiando en ellas y acusan a los no vacunados de ser el problema. Piénsalo un poco y verás que no tiene ningún sentido.
  • Los políticos, al servicio de la referida «élite», siguen dando palos de ciego y están perjudicando gravemente los intereses de sus ciudadanos. Los sanitarios, los económicos y las libertades.
  • Casi sin darnos cuenta, se ponen en marcha medidas como los «pasaportes Covid», que hacen saltar por los aires cualquier normativa de protección de datos y suponen, de facto, un control de la población. Todos, sin excepción, deberíamos estar en contra de este tipo de medidas, que nada tienen que ver con la sanidad y mucho con el control de la población y la limitación de las libertades. Cuando enseñas orgulloso tu pasaporte a la entrada de un restaurante, no estás siendo un «buen ciudadano», estás siendo cómplice de que el día de mañana tengamos un régimen como el que está instaurando China con su población. Aunque te parezca que hay un abismo entre ellos y nosotros, cuando nos queramos dar cuenta estaremos en su misma situación.
  • Incluso personas con un alto nivel intelectual, siguen adoptando una postura pro-sistema y muy beligerante contra los que se pronuncian en contra de algunas de las medidas que he mencionado antes. Si vosotros no tenéis dudas es porque no os estáis planteando nada. Respetad lo que piensen los demás, aunque no estéis de acuerdo. Escuchad, conversad, respetad. Y a la vez, exigid lo mismo hacia lo que vosotros pensáis, faltaría más.

Desde el máximo respecto y amor a cualquier ser humano, piense o no como yo pienso: por favor, OBSERVA, ANALIZA, PIENSA, RAZONA Y SACA TUS CONCLUSIONES.

Y, por favor, DESPIERTA. No tenemos mucho tiempo y nos va la vida en ello.

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