A continuación compartimos una carta acerca del odio hacia los no vacunados por parte de los vacunados, la cual ha sido redactada por un lector que nos ha pedido conservar su anonimato. Es una carta que la gente debería leer, especialmente los vacunados:

Carta a mi hermano vacunado

Querido hermanx vacunadx:

Digo queridx porque no tengo ningún motivo para odiarte. Creo que a ti te han enseñado a odiarme o a culparme de que esta situación no se termine, pero yo no tengo motivos para juzgarte ni para pensar que tu actitud me perjudica en modo alguno. Estamos juntxs en este campo de batalla, mucho más juntos de lo que te parece. Y por eso creo que odiarnos no va a arreglar nada. Sólo puede ponerlo todo más difícil. De verdad, no me odies ni me culpes.

Y digo hermanx, porque lo que está ocurriendo nos afecta a todxs como a una gran familia. Nos afecta a a todos los niveles. Ninguno de nosotrxs, la gente de a pie, está ganando nada con esta situación. Todxs estamos perdiendo mucho.

Te escribo esta carta con la esperanza de que hagas un ejercicio de empatía y te pongas en mi lugar. Que hagas un pequeño esfuerzo para que comprendas mi postura:

Imagínate que vives en un país “negacionista” (creo que así lo llamarías tú). En tu país tu Gobierno no reconoce la existencia de una pandemia. En tu país tu Gobierno ha prohibido cualquier tipo de vacuna contra la Covid. Tú estás viviendo una situación incomprensible, porque no entiendes cómo es que tu Gobierno no reconoce la existencia de una pandemia. Peor todavía, no entiendes como es que tus vecinxs, familiares y amigxs tampoco lo reconocen. Según la información que a ti te llega de fuentes que consideras totalmente fiables, está muriendo muchísima gente a tu alrededor. Pero tu Gobierno te dice que esas muertes son normales, que todos los años hay muertes de todo tipo, y la mayoría de la gente le cree. En tu percepción de las cosas, en todo lo que eres capaz de razonar y entender, las cifras del Gobiernos no son reales. Tú temes por tu vida y la de los tuyos. Intentas transmitir tus impresiones a tu familia y amistades y nadie te cree ni te entiende. Te dicen que eres un/una negacionista, que no crees en la ciencia. Que cómo vas a negar la versión oficial si lo dicen científicos. Pero nadie te entiende y, lo peor, nadie te escucha.

Tu Gobierno ha descubierto que hay gente que se va a otros países a vacunarse o que consiguen vacunas de contrabando, y ha inventado un sistema para detectarlos. A la gente vacunada tu Gobierno los ha declarado “persona non grata”, y ha decretado medidas contra tales personas. No los va a encerrar porque sería muy problemático, pero los trata como a delincuentes. Ha inventado un documento para diferenciar a los que siguen la versión oficial de esos enemigos públicos que no habéis hecho lo que la mayoría. Tú tienes mucho miedo y te has vacunado en otro país, así que su sistema te detectará como persona no vacunada.

El Gobierno ha decretado que no podéis hacer vida social: los vacunados no podéis entrar en restaurantes, discotecas y cualquier evento multitudinario. Pero aún más grave, el Gobierno está poniendo a tu familia y amigos en tu contra. Está haciéndoles creer que no deben sentarse contigo en una celebración familiar, que no deben estar muy cerca de ti y que no se les ocurra abrazarte. Y para eso presentan médicos y científicos con ese discurso en los medios oficiales. Hay un círculo de presión cerrándose sobre ti.El Gobierno ha hablado con sus científicos y ha comprado un tratamiento en el extranjero que “desvacuna”. Está pensando en obligar a “desvacunarse” a toda persona vacunada. Políticos y tertulianos fomentan la “desvacunación obligatoria”. Como “obligar” es algo complicado, está mal visto y puede provocar revueltas de diversa consideración, tu Gobierno se ha preocupado de lincharte socialmente. En programas de televisión que, aparentemente,son de humor, se han preocupado de calificarte como un enemigo de la sociedad. Han dicho que habría que darte “dos hostias” si no te quieres desvacunar, o que habría que mandarte aun gulag ruso o quemarte con un lanzallamas.

Estas totalmente solx en una situación en la que no entiendes cómo es que los demás no lo ven como tú. Cómo es que el resto de la gente obedece una versión oficial sin hacerse más planteamientos. No entiendes cómo la gente que te aprecia, que te conoce como una buena persona, inteligente, con criterio, de repente están creyendo que te deben odiar. Cada día estás más desconertadx.

ESTAS SOLX

Yo no estoy vacunado y no soy tu enemigo. No soy la causa. Tampoco soy la causa de que esto no termine (a estas alturas creo que ya hay pruebas y reconocimiento de sobra de que, vacunados y no vacunados, contagiamos igual). Al igual que tú, no he tenido nada que ver en esto. Esta situación nos ha venido a los dos sin pedirla. Desconozco cuando se acabará, pero de lo que estoy seguro es que no depende de mí ni de ti. Ambos somos víctimas en esta guerra.

No me odies, de verdad, no sirve de nada. Podría darte una montaña de datos que demuestran mi postura, pero creo que ya todos estamos aburridos de datos. Solo te pido que me respetes. Mi postura es tan lícita como la tuya y merece el mismo respeto. Y tampoco me taches de insolidario. Soy tan solidario y tan insolidario como cualquiera.

Me gustaría trasladarte a tiempos antes de la pandemia. Yo soy padre, y si tú eres padre o madre, me entenderás. Seguro que has puesto a tus hijos o hijas las vacunas del calendario infantil, cuando no había ninguna amenaza global. Intenta hacer memoria: Cuando le ponías una vacuna a tu hijo o hija, ¿lo hacías pensando en los demás niños o niñas de la guardería o del colegio? Rotundamente NO. Nadie hace eso. Ningún padre o madre pone vacunas a su hijo o hija pensando en los demás niños/as. Todos lo hacen pensando en proteger a sus hijos e hijas. Vacunaste a tus hijos e hijas pensando exclusivamente en ellos. Eso no te hace insolidario ni egoista. Eso es lo normal, es lo natural. Es cumplir con la misión de protección que tienes hacia tus hijos e hijas, vigilante de su bienestar y garante de su salud. Es la misión de todos los padres y madres. De la misma forma, cuando tú te pones una vacuna, lo haces pensando en ti para protegerte a ti. Eso no te hace egoísta ni insolidario. Es cumplir con tu deber natural de protegerte y cuidar de tu salud. Por eso, si tú te has vacunado pensando en ti, yo tengo derecho a no vacunarme pensando en mí. Es mi deber natural de hacer lo que yo considero necesario para proteger mi salud. Eso no me convierte en ningún egoísta ni insolidario. Simplemente, es mi derecho natural.

Me consta que hay mucha gente sinceramente preocupada por la salud de los que no nos hemos vacunado, con auténtica buena fe. Créeme cuando te digo que los que no nos hemos vacunado estamos sinceramente preocupados por vuestra salud, por las consecuencias y efectos secundarios que puedan provocar estas vacunas. Y estamos preocupados con auténtica buena fe. Esto demuestra nuestro sentimiento solidario. Como puedes ver, estamos preocupados los unos por los otros. Por eso digo que somos hermanos.

Espero, al menos, haberte hecho reflexionar. Haberte hecho pensar. Si he conseguido que te pongas en mi lugar, me siento muy alagado. No necesito que cambies de opinión ni que te unas a mi “colectivo”, para nada. Solo te pido que respetes mi decisión y que te des cuenta de que no soy tu enemigo. Un abrazo.

Un NO vacunado sano y feliz.

P.D.: No somos negacionistas, antivacunas ni tarados con pedrada. Somos un grupo de personas, mucha mucha más gente de la que parece, con un criterio propio, diferente al oficial. Esto nunca ha sido malo en la historia, de hecho en muchas ocasiones los disidentes han salvado pueblos. Tampoco somos unos iluminados: en este grupo de personas, que se extiende por todo el mundo, hay un muy significativo número de médicos, enfermeras, biólogos, virólogos, y otros tantos científicos y personas cuya opinión profesional era considerada verdadera hasta que se les ha ocurrido tener una versión diferente de la oficial.