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POLITICA

La libertad es la vida, la vida es la libertad 

  • La opinión de Juan Benítez Jamchen, agricultor natural, filósofo y escritor. 
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La libertad es la vida, la vida es la libertad 

El tribunal ha sentenciado y argumentado para Andalucía que el derecho a la vida está por encima de cualquier otro derecho, y que, por ese motivo, se mantiene las restricciones de un pasaporte sanitario obligatorio que viola la libertad de las personas. Al mismo tiempo, se aprueba a nivel nacional, la obligatoriedad del uso de la mascarillla en exteriores, aún a sabiendas de que los expertos y autoridades lo desaconsejan. La presión, la falta de argumentación y la injusticia, que este malévolo sistema de poderes está ejerciendo sobre todas y cada una de las personas, no tiene precedentes y es absolutamente inadmisible dentro de un estado de derechos

Es muy difícil de comprender cómo este país no posee los recursos para evitar este atropello -opresión, arbitrariedad, abuso, ilegalidad, despotismo, etc.- a la libertad y a la salud de la población. Y añado salud, porque las dos medidas contienen también un atentado contra ella. 

Para avalar estas dos medidas, que esconden una intención de obligatoriedad por parte de la pseudojusticia y el gobierno, para inocularse el veneno génico, que es manipulación artificial genética humana en toda regla, han creado dos coartadas perversas.  

Por un lado, esgrimen que las personas que no obedecen a esta obligación, es decir, que no están manipuladas genéticamente, aún más de forma continuada y reiterada -pautas completas-, son más “contagiadores” que los que si lo están y, por ello, son literalmente excluidas de cualquier trato social. Es esta la forma de presión que han planificado para que todas las personas estén genéticamente manipuladas con sus pautas completadas. Existen múltiples evidencias estadísticas, científicas y de todo rango de conocimiento, conocidas por todas las autoridades, que la manipulación génica no te hace menos contagiador, es más, se podría afirmar con toda rotundidad lo contrario. Las personas no modificadas genéticamente son naturalmente más sanas y los sanos no contagian nada salvo salud. Con ello, el enemigo de la salud no es ningún virus sino la modificación genética.   

Dicho esto, ¿cómo entonces una determinada justicia puede argumentar que viola arbitrariamente los derechos humanos para “supuestamente” salvaguardar el derecho a la vida, si el derecho a la vida se encuentra precisamente en la libertad? La manera de salvaguardar el derecho a la vida es evitar, a toda costa y lo antes posible, el atentado a la salud y a la vida que supone un veneno génico experimental. No hay razones ni justicia para que sea violado ningún derecho humano en base a esta premisa, puesto que está absolutamente en contradicción consigo misma. La libertad es la vida, la vida es la libertad. La conclusión es que, cuanto más pronto se deje de inocular transformaciones génicas a los humanos, más posibilidades hay de que la población pueda retornar a la salud natural, con lo que, cuanto más pronto se deje de violar las libertades, más pronto habrá vida y salud. La naturaleza es sabia y el pueblo aprende y no es tonto, en el ejercicio de su libertad, al final sabe perfectamente lo que le conviene.   

Por otro lado, los poderes fácticos, al ver que la población se comienza a dar cuenta de que tal inoculación no le hace estar más protegido, sino que agrava su situación de salud, ha tomado la decisión de seguir imponiendo insistente, bajo presión y chantaje, la medida fallida de la obligación de llevar máscaras en el exterior.  Aquí no hay argumento alguno, dado los consejos de los expertos, pero sí continúa la coartada, sosteniendo una medida desesperada para intentar someter al pueblo a la fuerza bruta. Esta segunda coartada es: Llevaréis bozal, con transformación génica incluida, para salvar vuestras vidas hasta que las cifras bajen, cifras que, por cierto, están también manipuladas y dejan mucho que desear en cuanto a la realidad de salud. Cuando pase el periodo estacional normal de las gripes y resfriados, las cifras bajarán con toda lógica supina, con o sin vacunas; en el camino a ello, seguirán presionando para que continúe la salvaje inoculación. Terminarán argumentando que la bajada de las cifras de contagios, enfermedades y muertes se pudo evitar gracias a esa inoculación -he aquí la clave de esta segunda falsa coartada-. Con esta premisa ¿continuarán? ¿hasta cuándo vamos a permitir que nos sigan sometiendo? Debemos repetirnos, todas las veces que haga falta, como un mantra, que la libertad es la vida, la vida es libertad, así es como se gana el auténtico y natural derecho a la vida. 

Juan Benítez Jamchen 

Agricultor natural, filósofo y escritor     

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