• Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo y divulgador científico
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LOS GRILLOS DE GATES

Mientras usted mira con ternura y superioridad a familias ucranianas que escapan del miedo generado por sirenas y delincuencia, esta Guerra del Gas creada solo es un paso del plan para subir los precios, generar una crisis financiera global, desestabilizar a Europa, implementar la desaparición del dinero efectivo e instaurar un control digital de los ciudadanos “por nuestro propio bien”.

La Dictadura Ecológica se avecina y seguirá a la Sanitaria.

Van a acabar con la soberanía alimentaria de los países arruinando al sector primario para que literalmente les tengamos que comprar los ecogrillos a Gates.

Quieren acabar con la agricultura local, la ganadería y la pesca. Quieren instaurar coches eléctricos fáciles de bloquear (en un arco de carretera se te pararían y a control remoto también), los motores de explosión con combustibles fósiles pueden andar hasta con patatas y llegado el caso son incontrolables, siempre habría un mercado negro.

Sin embargo con el gas y la electricidad nos tendrían cautivos.

Pretenden que no podamos comprar nada si nuestro QR no está validado con pautas y certificados ecológicos de que nuestra “huella de carbono” no es la de un ciudadano modélico.

Olvídense de coger su coche e ir a visitar a un amigo al otro lado del país, el vehículo le quedará bloqueado porque circular solo tantos kilómetros excede la cuota de carbono que le han asignado.

Por supuesto no podrá usted recargar ni comprar nada pues su dinero estará también en su código QR inserto, y si se comporta como un contaminador quedará bloqueado.

Esto para nosotros los pobres, porque como hemos visto en la plandemia ellos, los políticos, los plutócratas con sus familias y amigos estarán exentos de todo. También los buenos colaboracionistas de medios, medicina, biología y famoseo que ayuden al Gobierno Mundial tendrán ventajas de todo tipo mientras sean buenos.

A esto vamos si no los paramos, y jamás venceremos si no convencemos a al menos la mitad de la población mundial.

Por eso ahora el acto más revolucionario y efectivo es hablar con los que aún creen que esto no existe, los auténticos negacionistas, y convencerlos para que se informen.

¡Salgamos ahí fuera a predicar!

Un aullido