EL HÉROE CON MOCOS – Fernando López-Mirones
- Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo y divulgador científico
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EL HÉROE CON MOCOS
En las olas de calor, que son normales, lo que nos hace tener afecciones tipo garganta, tos, y respiratorias suelen ser el cambio constante de temperaturas al entrar y salir de los aires acondicionados, las bebidas muy frías, los bañadores mojados y muchas otras acciones ambientales no naturales que solemos hacer.
No evolucionamos para tener chorros helados sobre la cara y de pronto salir a 40º. Tampoco para beber glaciares en un clima desértico ni para tener el vientre mojado sin cesar.
Por evidente que parezca, se nos olvida, y son casos muy evidentes de que son los factores ambientales, los hábitos anti naturales y los tóxicos los que nos causan la mayoría de los desequilibrios a los que llamamos enfermedades. Hay otras causas, por supuesto, pero a menudo están fuera de nosotros, y no dentro. Las abuelas tenían razón y no les escuchamos lo suficiente.
Queremos pastillas para todo.
Pero si, además de esto que pasó siempre, cometemos la tontería de hacernos un test de chichinabo que da lo que le da la gana y nos sale positivo, nos entra el pánico y decimos “ya cogí el bicho” y el miedo nos hace empeorar.
Cuando el resfriado se pasa como ocurrió siempre, nos ponemos épicos por “haber vencido al bicho” y salimos a la calle como San Jorge tras haber matado al dragón. Así el relato se perpetúa si añadimos “menos mal que estaba vacunado”.
De esta manera vemos el juego de espejos en el que vive mucha gente convencida, como Don Quijote, de estar matando gigantes cuando ve molinos de viento.
Sorprende que gente de 30, 40 y 50 años, con varios hijos, haya olvidado por completo lo que son los enfriamientos, catarros o faringitis que tuvieron al menos dos veces al año toda su vida. En el de 50 serían un total de CIEN veces en su vida ¡y lo han olvidado!
Y cuanta más carrera tienen, más dinero ganan, mejor casa habitan, en mayor ciudad viven, y mejor les va, más creen; el motivo es que es lógico tener fe en un sistema en el cual nos va bien. Si llegué hasta aquí creyendo en todo, lo lógico es seguir creyendo en todo.
Los renglones torcidos de la sociedad son más desconfiados por la misma razón.
La gente más cercana al campo, acostumbrada a sobrevivir con su instinto y a que les mientan, es más difícil de engañar. Pasa en personas, pasa en países y en continentes. Por eso en África y Asia hay gente más espabilada con las mentiras globales. En Hispanoamérica les pierde la tradición cristiana de obediencia y el vivir en algunos países peligrosos donde destacar es poco conveniente…hasta que se den cuenta.
Hace dos siglos que dimos la espalda a la naturaleza humana y a la otra. Hay demasiados urbanitas que creen que el campo es un parque temático para visitarlo y que los ecosistemas son un zoológico que alguien cuida para que vayamos de vez en cuando o veamos documentales. Curiosamente esta gente es la que da dinero a GrinPis y a los del osito panda con cara de pena.
Pero el campo y el mar son cosas serias de las cuales saben los que viven en ellas desde generaciones y los que las estudiamos con la mente abierta, no de esos visitantes esporádicos que, curiosamente, son los que quieren imponer sus prejuicios a los otros. Dominan los necios, pontifican que no se cace porque les dan pena los animales con mirada, que no se pesque y que los ganaderos suelten a sus blancas ovejitas felices por el monte.
Esta misma gente que entra y sale del Tesla con el aire a tope, se resfría, se hace un timotest y cree ser un héroe con mocos.
Un aullido