• Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo y divulgador científico
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NIEGA, QUE ALGO QUEDA

Apreciados aulladores:
A menudo los negacionistas y dudacionistas nos rasgamos las vestiduras complicándonos la vida, agobiándonos por lo que sabemos, sufriendo, quizá, en exceso… y eso no es bueno.

Se nos olvida lo fuertes que somos, que nos temen cuando somos muchos, que el Poder de Uno (The Power of One dicen los anglos y lo usan mucho) es descomunal. Nos subestimamos cayendo en el pesimismo del ¿pero qué puedo hacer yo? Si algo hemos comprobado es el gran esfuerzo de tiempo y recursos que el NOM gasta en comprar medios de comunicación, universidades, revistas científicas, hospitales, médicos… ¿para qué harían eso si no fuera porque nuestra opinión es muy importante?

Si diera igual lo que pesáramos y dijéramos no habría esta censura global. Su talón de Aquiles es que el vacuñao de usted sospeche algo y se le ocurra investigar un poco, temen a esto más que a nada.

Si se esfuerzan tanto en convencer a jubilados, ancianos, profesores, padres de familia, etc ¡Nos están señalando dónde podemos vencerles!

Cada vez que usted consigue que alguien de su entorno lea un libro o un artículo negacionista, vea un documental o le haga preguntas, usted está hiriendo un poco más a la bestia donde más le duele.
No pensemos en términos de poderosos contra humildes, no somos insignificantes porque somos MILLONES. Fue David quien venció a Goliath.

Jamás podrán llevar a término sus planes siniestros sin la colaboración de parte de la población, es imposible. Lo más valioso para ellos es que al menos un 50% no hagan nada, se conformen, acepten los regalos envenenados, dejen entrar el caballo de madera a su Troya.

Ahora hay una lucha contra el tiempo, saben que la población está despertándose de la anestesia de dos años, a miles cada día, por eso deben darse prisa antes de que seamos más y más.

A pesar de que muchos hablan de salir a las calles como único recurso, no estoy de acuerdo con eso. Lo haremos, sí, pero a su debido tiempo y siendo MILLONES. Solo tenemos una oportunidad, si la gente se queda en casa habremos fracasado. Me consta que es desesperante predicar, parece que no escuchan, te contestan mal, es duro… pero permea, va cuajando poco a poco.

Al leer crónicas históricas de cuando el cristianismo pasó de las catacumbas, las crucifixiones, tigres del anfiteatro y la persecución a que poco a poco, patricios, pueblo, esclavos… ¡y al final incluso las tribus germánicas y nórdicas en masa! Romanos, visigodos, vikingos, indígenas amerindios ¡absolutamente todos y con entusiasmo!; cuando uno lee eso, decía, ve con claridad que vivimos un tiempo equiparable.

Nada contagia más que la verdad, que existe, sí, existe, aunque uno de los mensajes del Globalitarismo es que no, que cada cual tiene la suya, la Santa Opinión; que todas valen lo mismo, que hay que respetarlas por igual ¡en absoluto!

La verdad existe, otra cosa es que no la alcancemos nunca, pero existe. Lo que sí podemos hacer es tratar de acercarnos a ella todo lo posible, y eso se consigue escuchando, leyendo, siendo críticos, abiertos, quitando el orgullo y cambiando de “opinión” cuando haga falta sin pudor.

La Santa Opinión es un arma de los inoculadores, que iguala a un necio con un sabio para desactivar a este último.
Por eso el NOM promociona líderes jóvenes y teme a los que siempre rigieron el mundo: los consejos de ancianos.
Eso está en nuestro libro ampliamente explicado.

Por tanto, debemos seguir predicando ahí fuera, es nuestra mayor arma y estamos ganando nuevos lobos cada día, cada hora. Y aunque parezca que no sirve, que no nos escuchan, lo hacen. Recuerden: niega, que algo queda. Un aullido.