¿HAY ALGÚN NEGACIONISTA?

Aunque parezca mentira, el problema más importante que tenemos los humanos, es el lenguaje. Estamos acostumbrados a usar palabras abstractas, sin saber bien lo que significan, o aún sabiéndolo, sin tener la precaución de comprobar si nuestro interlocutor da el mismo significado que damos nosotros a esas palabras: Buen ejemplo es la palabra “amor” qué, para unos, significa “querer” y para otros significa “dar”, es decir, justo lo contrario, pues el que quiere, quiere para sí, no da de si, y si da es con miras a recibir, con lo que convierte el amor en un vulgar acto de comercio.

Últimamente, y como consecuencia del “pandemonium”, casi todos hemos incorporado a nuestro acervo la palabra “negacionista” (Si bien ya existía para referirse, por ejemplo, a los que niegan el holocausto judío). Las palabras tienen un evidente poder clasificador, separador. Inventando palabras y etiquetando con ellas, es como nos hemos ido separando los humanos, cada vez más. Ahora toca separarse en “Negacionistas” y ¿Afirmacionistas? ¿Tragacionistas? ¿Borregos? ¿Malasangres? ¿Como llamamos “al otro bando”? ¿Qué se supone que debemos entender por “negacionista” en la actualidad? ¿Acaso los que niegan el holocausto y los que se niegan a inyectarse son los mismos? Por supuesto que no; sé que muchos de los que se niegan a vacunarse se avergüenzan de los que niegan la “Shoah”.

Los hay que se niegan a recibir esta vacuna pero están dispuestos a recibir todas las demás. Los hay que niegan el beneficio de todas las vacunas y son llamados, por eso, “Antivacunas”. Los hay que niegan la medicina química, en general y los llamamos “Partidarios de las terapias alternativas”. ¿Son todos igual de negacionistas? ¿Qué hay que hacer para ingresar en el negacionismo? ¿Rechazar una inyección o rechazarlas todas?

Pero el negacionismo es un tema que no solo afecta a la salud. Los hay que rechazan a los políticos que nos gobiernan pero no a los de la oposición, y los hay que rechazan la partidocracia ¿Son igual de negacionistas unos y otros? ¿Y qué decir del negacionismo religioso? Los hay que rechazan a este papa y se conformarían con elegir a otro, los hay que creen que el problema lo causó el Concilio Vaticano II y creen, por tanto, que la solución es “restaurar el sistema” y retroceder a algún momento anterior a dicho concilio. Los hay que entienden que la iglesia es corrupta desde que se apropió de ella el idólatra Constantino, y aún los hay, como yo, que van un poco más lejos y sostenemos que toda la corrupción tiene que ver con aquellos que sacaron a Dios de su interior y lo mandaron a vivir al “cielo”. ¿Somos todos igual de negacionistas?

Imaginemos que hemos contestado que si, que todos estamos en el mismo bando. Imaginemos que ese “bando negacionista” que formamos entre todos, gana esta “Guerra contra la tiranía”. Imaginemos que, tras celebrar la victoria, nos toca formar gobierno. ¿A quién ponemos como ministro de Sanidad? ¿Al que quiere abolir las vacunas? ¿Al que quiere abolir solo esta? ¿O al que quiere volver a la medicina natural? ¿A un partidario de Pasteur o de Bechamp? ¿Reconocemos la utilidad, la importancia del dióxido de cloro, o nos seguimos avergonzando de quienes lo difunden, como nos avergonzamos de los que difunden el terraplanismo? ¿Son inegacionistas los que se niegan a creer a una agencia militar norteamericana llamada NASA?

Imaginemos que, como consecuencia de nuestras “manifas”, dimite el actual Gobierno: ¿Permitimos que monten unas nuevas elecciones qué, irremediablemente, ganará el Partido Popular? (Que sabemos, sería más de lo mismo) ¿O le entregamos el poder a alguno de los otros partidos existentes, que han autorizado, con su silencio, el atropello de nuestros derechos fundamentales, cuando no lo han apoyado abiertamente, votando a favor de medidas inconstitucionales? ¿Qué hacemos con los que apoyan la Agenda 2030 y toda la miseria que conlleva? ¿Qué hacemos con el Rey? ¿Qué hacemos con el Papa? Supongo que algún “negacionista” propondrá mandarlos al paredón y eso ocasionará un nuevo problema, pues los hay que niegan la pena de muerte, en cualquier caso, y los hay que no. ¿Son igual de negacionistas? Sin duda, podemos añadir muchas e interesantes preguntas, pero con las que tenemos nos basta para plantearnos: ¿Existe el “bando negacionista”? Y si existe ¿Qué se propone?

Violaron nuestro derecho a movernos libremente, nos obligaron a llevar una máscara dañina para nuestra salud, nos encarcelaron (No quiero ni imaginar como lo pasarían todos esos miles de conciudadanos que habitan pisos de 20 o 30 metros cuadrados) y por si fuera poco, nos quisieron envenenar. Nos trataron peor que a los animales (Ayer mismo vi un vídeo en el que un policía liberó a un buitre y pensé ¡Quién fuera buitre!).

Nos hicieron muchas barrabasadas y sabemos que colaboraron todos los políticos, no solo los “grandes figuras” de Madrid, también los “subalternos” que viven en nuestros pueblos. Sabemos que colaboró la policía nacional, local y autonómica, y la guardia civil. Sabemos que colaboró la iglesia católica y también las protestantes, y hasta el Dalai Lama. Sabemos que colaboraron los sanitarios y aún están colaborando, agazapados tras la puerta de un hospital o de una farmacia, esperando que vayas, dolorido, para encasquetarte el bozal. ¿No están manteniendo latente la amenaza de nuevas barrabasadas? Sabemos que han colaborado sindicatos, colegios de abogados, el gremio de hosteleros, transportistas y hasta rockeros “radicales” como El Drogas (Claro que, con ese nombre ¿a quién le puede extrañar?). ¡Incluso los pro-etarras se avinieron, esta vez, a colaborar con el “aparato represor del estado”!

Y sabiendo todo esto, ¿Qué hacen muchos de los autoproclamados “portavoces del negacionismo”? Censurarse y competir, entre ellos, para obtener más suscriptores y más “likes”. ¿Acaso creen que serán nombrados gobernadores aquellos que demuestren tener más seguidores en Feisbuc o en Telegram? ¿Y tendrá que demostrar también “pureza de sangre” quién pretenda acceder al cargo? Pues yo ya me puedo ir despidiendo pues esta vez no lograron engañarme con el pinchazo pero sí lo lograron otras veces ¿Quién puede vanagloriarse de ser “purasangre”? ¿Alguien que no ha recibido ninguna vacuna en su vida, que nunca ha comido organismos genéticamente modificados, que no ha respirado aire fumigado, que nunca se ha cepillado los dientes con fluor?

¿Qué es ser negacionista? ¿Es negar la menor o la mayor? Yo, por mi parte, lo niego todo: Niego al rey, al papa, a los políticos, a los sacerdotes de bata negra y también a los de bata blanca, y niego rotundamente que el mundo sea como ellos nos dijeron que es. Y niego también a esos “negacionistas moderados” que se avergüenzan de los “negacionistas radicales”, porque la verdad es radical, porque me niego a quedarme con “verdades a medias”. Soy anarquista porque prefiero la anarquía al caos imperante. Soy “bebelejías” porque sé que el dióxido de cloro es la clave para desmontar todo el “pandemónium” y sentar en el banquillo a todos lo que han colaborado (Estaba patentado, en España, como tratamiento para el coronavirus, mucho antes de que empezara el circo). Soy terraplanista porque no me fio de lo que me han enseñado esas mismas “autoridades” que me han querido matar (El terraplanismo no es un punto de llegada sino de salida). Ese soy yo y ese es mi propósito; y si te avergüenzas de mí y me censuras, tal vez sea porque no encajo en esto del negacionismo, o tal vez sea porque no encajas tú.

José Miguel Ruiz Valls