Escrito por Blanca Escaño

REFLEXIÓN RESPECTO AL ASESINATO DE OLIVIA ENCINAS A MANOS DE SU MADRE

Tras el asesinato de la pequeña Olivia de 6 años de edad a manos, presuntamente, de su madre aparte de la pena y horror que siento ante este tremendo hecho, no ceso de preguntarme qué puede pasar por la cabeza de una madre para acabar de esta forma tan drástica como premeditada con la vida de su propia hija.Según la información aparecida en prensa, Noemí llegó a denunciar a su exmarido Eugenio hasta en 28 ocasiones en 4 años y medio por malos tratos físicos, psicológicos, por agresiones y abusos sexuales a la niña, por incumplimiento de régimen de visitas…. Pero sus denuncias constantes no fueron únicamente para el padre de la niña, sino también a otros familiares que tenían contacto con Olivia cuando a la pequeña le tocaba pasar el fin de semana o las vacaciones con su padre; llegó a denunciar incluso a la abuela, que no se atrevía a bañar a la niña porque tenía un miedo terrible a que se hiciese el típico moretón y Noemí según lo viese la denunciase por agresión. De todo aquel calvario de denuncias y causas judiciales Eugenio salió absuelto.

No contenta con ello, Noemí secuestró a Olivia durante 6 años con el consentimiento de la policía polaca. Es evidente que nunca pensó en el sufrimiento que infería a su propia hija. Los medios de comunicación sólo hablan del sufrimiento generalmente de las madres más que de los padres. Pero ¿qué hay de los sentimientos, de los miedos de los niños? Esto no le preocupa a nadie en absoluto.La lucha encomiable de Eugenio Encinas por recuperar a su hija dio sus frutos, pero a qué precio. Solo espero que a Noemí no la declaren como enferma mental y cumpla pena de prisión. Porque para quien no lo sepa, esto sucede y además las penas de prisión por la comisión de un mismo delito es inferior en mujeres que en hombres. No se trata de machismo ni de feminismo, sino de un asesinato hacia una menor totalmente indefensa y que confiaba en su madre, lo que hace el caso todavía más terrible.

Dicho esto, mi indignación va en aumento cuando veo que la ministra de “Igualdad” tarda 2 días en condenar el asesinato de la pequeña Olivia y del movimiento “feminista” no hay ni rastro ni se le espera, lo que la convierte en una víctima de segunda, no cumple los requisitos “feministas”: morir a manos de un hombre. Así de crudo y así de cruel. No les interesa ver la prueba máxima de que la violencia carece de género.

Recuerdo el terrible caso de Anna y Olivia Gimeno que fueron secuestradas y asesinadas por su padre que se suicidó. Todos los medios de comunicación y los políticos pusieron el grito en el cielo tachándolo de violencia machista y negando la existencia de violencia vicaria y suicidio ampliado que sí otorgan a las mujeres que cometen actos iguales.

Deberíamos de despertar de una vez del letargo y darnos cuenta de que las mujeres somos continuamente utilizadas por los políticos en general y sus ideologías en particular con el fin de hacernos víctimas eternas. Nos necesitan para dar pábulo a sus leyes sin sentido en las que ensalzan a unas en detrimento y perjuicio de otros, sembrando miedo y odio mientras ellos viven a expensas de los conflictos que ellos mismos crean para después poner “soluciones” que a su vez provocan nuevos problemas y victimas en un círculo sin fin. Démonos cuenta de que a políticos y gobernantes no les interesa acabar con los problemas sino acrecentarlos para tener una razón de existir.

Actuemos para que hechos como este no sucedan nunca más.