• Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo, divulgador científico, director y guionista de cine documental, escritor y profesor en la Universidad Complutense (Madrid)
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EL MIEDO CAMBIÓ DE BANDO

Apreciados aulladores. Casi cada día se publican evidencias, datos, informaciones, cambios de opinión de implicados, confesiones, arrepentimientos y nuevas pruebas por todo el mundo de la gran estafa covidiana. Sin embargo los canales desinformativos de la propaganda 2030 intentan de forma pertinaz que una parte cada vez menor de la población del mundo no se entere.

Es un silencio que clama al cielo. El esfuerzo de estos medios oficialistas por darle importancia a otras noticias, inventadas o exageradas, con alarde de montajes audiovisuales y derroche de emociones inducidas es descomunal. De este modo mantienen todavía abducidos a una menguante parte de la humanidad que no puede superar el miedo traumático que le creó la más gigantesca performance jamás vista.

Como siempre, nos lo dicen las jirafas. Muchos periodistas, locutores e influyentes colaboracionistas ya no ponen tanto énfasis, reculan tratando de que no se les note. Quieren guardar las formas, buscan el momento de salir del armario discretamente para que cuando se descubra del todo el pastel no se les pidan responsabilidades por haber ayudado a que millones de personas se dejen inyectar sustancias experimentales muy peligrosas cuyo menor defecto es que no sirvan para nada.

Cargaron las tintas contra nosotros los peligrosos negacionistas, nos insultaron y desearon la muerte como todos sabemos. Ahora silban intentando irse de rositas de su ruina moral. Porque si bien todos podemos equivocarnos, confundirnos o estar mal informados, a estas alturas todos aquellos a los que les pasó eso y son honestos han cambiado de opinión. Pero hay otros, los más, que en estos tres años han disfrutado de los privilegios de servir al NOM; han recibido premios por todas partes, se les han dado más programas, protagonismo, discos, libros, tertulias… han sido promocionados por encima de otros de igual o mayor valía, lo que toda la vida se llamó vender su alma al Diablo. Lo que están viendo venir es que ahora ese comprador de almas se va a pasar a cobrarse lo suyo.

Todas las personas luchadoras, tanto conocidas como anónimas que veo, tienen una luz especial en su mirada a pesar de haber sufrido toda suerte de vejaciones. Pero los colaboracionistas, como les pasaba a los que veían retirarse a las tropas invasoras a las que habían ayudado a detener a sus compatriotas a cambio de prosperidad en todas las guerras anteriores, esos colaboracionistas tienen una cara gris, unos ojos oscuros, una actitud decreciente. Muchos en estas circunstancias se vuelven aún más agresivos, incapaces de pedir perdón y mucho menos de compensar el daño que han hecho, todavía confían en que gane la oscuridad a la que sirven.

Hasta ahora hemos vivido el final del principio, este año sostendremos el pulso final, o gana el NOM o gana la humanidad. Han muerto millones de personas por estas mentiras, y todos esos voceros son cómplices de genocidio por dejarse comprar con algo tan serio, cuando su obligación era investigarlo y negarse a colaborar aunque les costara el trabajo.

No somos los mismos, ya no vamos a ser tan pacientes.

Pronto intentarán volver a implantar el pasaporte covidiano, las mascarillas y la presión para inocularse. Si respondemos con determinación, juntos, firmes y en todo el mundo, lo retirarán como ya pasó antes. Ellos lo intentan, pero necesitan el silencio de los corderos y que éstos se vuelvan contra los demás. Si no obtienen una mínima complicidad no se atreven, porque son cobardes, porque saben que cuando la gente se levante corren peligro ellos.

Por eso lo tratan de hacer de a poquitos, manteniendo a los tibios con su “eso no va a pasar” como sus mayores aliados. Pero los tibios se unen siempre al lado mayoritario, no son leales, y se están inclinando hacia el negacionismo progresivamente. Cualquiera puede haberlo visto esta Navidad, donde en las familias y grupos de amigos el negacionista ya no está solo, sino que se le han unido varios haciendo que el vacuñao ya no se sienta arropado y se calle él; este año se calló él.

Es muy importante recalcar esto, aunque seguro que contestarán los pocos a los que no les pasó, porque la moral hay que mantenerla alta, y desde luego las radios no lo van a hacer. De poco nos sirve avanzar como lo hemos hecho si no llega a todas y cada una de las trincheras en las que a menudo hay incluso una persona sola, que cree que está todo perdido, que cree ser el último mohicano, y a la cual dará nuevos bríos el saber que somos legión y que estamos ganando la batalla del relato, que es la más importante, aunque no la única.

Paradójicamente, los que tienen claro esto son ellos, porque cuentan con sondeos de opinión y datos reales, no los que nos cuentan a nosotros. Saben que es un momento de inflexión delicado, que un error acabará con ellos en la cárcel. No van a parar hasta que no lo hagamos nosotros, en ello estamos. Pero no nos conformaremos con que paren temporalmente, hay que seguir hasta que los Fauci, Biden, Volodomir, Illa, Sánchez, Macron, y demás globalicistas junto a sus jefes sean desactivados para siempre. Tengan cuidado ahí fuera. Un aullido.