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OPINION

Ecologicismo: la seudorreligión transhumanista global

Escrito por Frasco Martín

Ecologicismo: la seudorreligión transhumanista global

En el proceso involutivo, de “alejamiento” relativo del Principio -y de los principios que fundamentan la real naturaleza humana-, la actual incivilización global, absorbida la diversidad -o casi- en la hipócrita tolerancia a lo diverso,  dada la necesidad de referente que la sociedad -y cada individuo- necesita para dar sentido a su existencia, una vez destronada -pero nunca eliminada- la Tradición Espiritual y su expresión religiosa -en deterioro creciente-, está siendo aceleradamente dominada por la cienciolatría transhumanista, racionalista y utilitarista, madre -¿o habría que decir “progenitor gestante”?- del nuevo culto totalitario (las últimas plandemias han contribuido notablemente a ello). De la creencia en Dios y la trascendencia espiritual, al humanismo desvinculado de la divinidad, hasta el ecologicismo que aleja aún más al hombre de su posición central en este dominio de la existencia, en un macro y micro cosmos desprovisto de propósito, en la ilusión del azar y la justificación del capricho. No hay moral -ni ética- bien fundamentada que se sustente así, salvo la que cada cual afirme, según su personal criterio sentimentaloide y voluble. Dios-hombre-planeta. Movimiento centrífugo interior-exterior. La huída del ser humano más allá de sus naturales límites, las condiciones que son su expresión y camino de “retorno”. Un más allá que le aleja de su más acá. Desde la subjetividad esencial de su consciencia, razón de ser de todo lo que existe, hacia la separatividad fantasmal de una pretendida objetividad sin sentido inherente, persiguiendo lo indefinidamente pequeño e indefinidamente inmenso mientras se olvida de Sí.

El socialtecnoecocapitalismo se adorna de un buenismo aparentemente lógico: cuidar el medio ambiente, respetar las criaturitas que pueblan este mundo, reparto social de bienes en crecimiento sostenible bajo el paraguas del beatífico estado protector, etc. El problema surge cuando, por ejemplo, se humanizan animales y se animalizan humanos. Degradación que no respeta la naturaleza de unos ni otros. Deterioro del vínculo Dios-hombre. Deterioro del vínculo hombre-mujer (familia-tribu-cultura). Deterioro del vínculo hombre-animal. La desaparición de la verticalidad en la homogénea horizontalidad indiferenciada. El hombre ya no es el representante-manifestación de Dios en la Tierra, resumen de la creación, espejo-reflejo del Universo a su cargo-responsabilidad. Ahora es un sujeto de relativo valor en el azaroso proceso evolutivo, que puede ser considerado incluso un peligroso “virus” para la supervivencia del planeta. Así, los filantrópicos tecnoecosexoplutócratas no tienen reparos en idear utópicas fantasías con las que pretender “mejorar” el mundo a base de cortar-pegar-tirar, como si de ADN se tratara. ¿Qué límite moral tendrían? Su poder sería suficiente justificación, ya que la “sagrada” selección natural que su cienciolatría promociona les convierte en la cúspide de un proceso que les da derecho a dirigir, “artificialmente”. Megaproyectos “salvadores” a base de fármacos universales, tecnologías cósmicas y mundiales controles de natalidad que serán aplaudidos por la masa prescindible previamente adoctrinada en la seudorreligión ecologicista, medios de propaganda y programación mediante, incluyendo el pan y circo moderno: de-portes, apuestas y sus juegos, drogas varias, redes asociales, plataformas digitales con series y películas plagadas de ideología de género, videojuegos atorrantes y pornografía a destajo. Y si hay que potenciar, inventar o crear el problema que asuste lo suficiente al personal para motivarlo a conveniencia… ¿no se hace por el progreso y el bien común? El fin justifica los miedos. Palos y zanahorias para una población que ha perdido el criterio certero, el rumbo que la brújula de la Tradición señala, seducida por paraísos terrenales imposibles, según agendas “felices”.

Todo esto se ha ido logrando a través de un proceso de división, fragmentación, aislamiento, individuación, desvinculación, cuantificación, atomización, homogeneización progresiva. Divide et impera. Ruptura del eje vertical que nos conecta con nuestro centro. Separación de las manifestaciones horizontales de nuestra consciencia en el mundo exterior: pareja, familia, tribu, nación, civilización… y en nuestro mundo interior: pensamientos y sentimientos disonantes, contradictorios, esquizofrénicos, psicóticos, melancólicos, obsesivos, fóbicos… Eche un vistazo al mundo, a su mundo exterior e interior, y saque sus conclusiones. ¿Quién divide y quién vence? Ya sean amenazas del espacio microscópico o macroscópico, el caso es mantener la necesaria tensión disruptora y distractora que permita insertar el programa en cuestión. Crisis médica, crisis bélica, crisis climática, crisis ecológica, crisis financiera, crisis económica, crisis migratoria, crisis política, crisis social, crisis educativa, crisis familiar, crisis laboral…

Un gobierno mundial, con sus “democráticas” organizaciones militares, económicas y sanitarias mundiales, con su seudorreligión socialecologista new age mundial como pegamento global y solución… final. La difusa “consciencia planetaria”, una suerte de “fuerza” a lo Star Wars, con el toquecito de magia seudoespiritual y el puntito necesario de “ciencia” al gusto. Energía, vibración, ondas… cualquier impreciso y cambiante concepto que le dé el suficiente empaque al vacío insustancial del ego inflándose en sí mismo. Los multiversos hollywoodienses, los metaversos billypuertenses, los implantes transhumanistas ciberpunk y las Ignorancias Artificiales contribuirán a ello, sin duda.

«Ese es, en efecto, el carácter más visible de la época moderna: necesidad de agitación incesante, de cambio continuo, de velocidad que crece sin cesar como la velocidad con la que se desenvuelven los acontecimientos mismos. Es la dispersión en la multiplicidad, y en una multiplicidad que ya no está unificada por la consciencia de ningún principio superior; es, en la vida corriente tanto como en las concepciones científicas, el análisis llevado al extremo, la división indefinida, una verdadera desagregación de la actividad humana en todos los órdenes donde todavía puede ejercerse; y de ahí la inaptitud para la síntesis, la imposibilidad de toda concentración, tan llamativa a los ojos de los orientales. Son las consecuencias naturales e inevitables de  una materialización cada vez más acentuada, ya que la materia es esencialmente multiplicidad y división, y es por eso por lo que, lo decimos de pasada, todo lo que procede de ella no puede engendrar más que luchas y conflictos de todo tipo, tanto entre los pueblos como entre los individuos. Cuanto más se hunde uno en la materia, tanto más se acentúan y se amplifican los elementos de división; inversamente, cuanto más se eleva uno hacia la espiritualidad pura, tanto más se acerca a la unidad, que no puede realizarse plenamente más que por la consciencia de los principios universales» (René Guénon). 

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Frasco Martín
Frasco Martín
1 año

Gracias por compartir.

Julio suarez
Julio suarez
1 año

Muy bueno, el tírulo también. Todo es extractivismo desde tiempos remotos, ahora es la versión 7.0 o capacidad de extraer y leer la actividad cerebral para modificarla o anularla para insertar ideas, pensamientos y recuerdos no vividos según el interés de la agenda en curso. Hay que mirar por el microscopio y preguntarles… ¿Qué hace eso ahí?

Frasco Martín
Frasco Martín
1 año
Respuesta a  Julio suarez

Gracias por el elogio y el comentario. Cuestionar y cuestionarse es clave, sin duda.

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