Disonancia cognitiva permanente – Todd Hayen
Escrito por Todd Hayen
Disonancia cognitiva permanente
Hay un término clínico en psicología, que en el lenguaje coloquial se describiría con la frase: “Creo que me estoy volviendo loco”. Se trata de la “disonancia cognitiva”. De hecho, he visto este término aparecer en lecturas casuales con más frecuencia en los últimos dos años que en todos los años anteriores. Parece haberse convertido en una expresión bastante común.
No estoy seguro de si utilizaré el término correctamente en este artículo porque, en su forma más pura, describe un mal funcionamiento cognitivo que se produce cuando una persona crea una historia en su mente que no coincide con la realidad.
En esta definición se asume que existe una realidad objetiva con la que podemos realizar comparaciones y que la realidad, tal y como se define aquí, es estable y no está sujeta a múltiples interpretaciones. Aunque esto no es realmente importante porque se puede experimentar disonancia cognitiva de igual manera si la “historia” y lo que se percibe como “realidad” son ilusorios. Por tanto, la disonancia cognitiva roza otro término clínico, la psicosis.
A pesar de estos matices en las definiciones, la disonancia cognitiva, al igual que la psicosis, supuestamente (según los tipos que llevan batas blancas) causa problemas psíquicos internos. No tengo necesariamente ningún problema con esta suposición, aunque si se les deja en paz no estoy seguro de que las personas psicóticas tengan realmente problemas psíquicos. Es más probable que los problemas los tenga la gente que las rodea.
Un inciso.
La mayoría de las definiciones de la disonancia cognitiva la describen como una “tensión” que se siente cuando una persona se comporta de forma diferente a un sistema de creencias con el que está en sintonía, como una persona con sobrepeso que come galletas todo el día pero cree que estaría más feliz si estuviera más sana y pesara menos. Me atrevería a extender esta descripción a una persona que cree fundamentalmente que un gobierno de políticos electos, sonrientes y charlatanes, debería ser honesto y bondadoso, pero acaba siendo mentiroso y deliberadamente perjudicial para sus electores.
La definición oficial también afirma que cuando alguien se encuentra con una disonancia cognitiva adaptará todo aquello a lo que tenga acceso para aliviar el malestar. En los ejemplos anteriores, una persona que come galletas podría negar que está haciendo algo que no favorece la buena salud ni la pérdida de peso, diciendo cosas como: “¡No he comido tantas!” o “estas galletas no engordan de verdad”. En este último ejemplo, quienes experimentan la disonancia cognitiva podrían negar por completo las mentiras de sus políticos charlatanes, o justificarlas de alguna extraña manera: “no lo dijo en serio” o “es sólo un ser humano, sólo cometió un error”.
Eso, sin embargo, es la “disonancia cognitiva del bando de los borregos” y no me preocupa tanto en este artículo (en general, personalmente me preocupa mucho). Los borregos parecen estar en una forma permanente de disonancia cognitiva, pero no estoy seguro de que muchos de ellos lo sepan. Sus “creencias” parecen coincidir con su realidad percibida en su mayor parte, por lo que, de momento, no experimentan ninguna disonancia. Es posible que inconscientemente lo hagan, pero se han sumergido en una negación profunda. Pero clínicamente, a este especialista en particular, no le parece así. No veo ninguna tensión resultante obvia, todavía no.
Los que estamos a este lado de la valla, sin embargo, lidiamos con esto todos los días porque somos más conscientes. Para todos, el mundo está patas arriba. De hecho, el mundo ha estado básicamente al revés, de lo que la mayoría de nosotros percibíamos como “el bando correcto”, durante bastante tiempo – puede que incluso el rey neandertal fuera un mentiroso hijo de puta, quién sabe. Dependiendo de en qué momento concreto de la historia “despertaste” – es decir, cuándo viste por primera vez a través de la niebla y comprendiste que te habían estado contando un cuento toda la vida – eres un “despierto desde hace mucho” o un “despierto desde hace poco”. El hecho es que no naciste viendo la verdad, a menos que hayas nacido adivino. Sí, es probable que existan algunos casos excepcionales que salieron del vientre materno totalmente inmunes al lavado de cerebro; si tú eres uno de ellos, felicidades.
Sin embargo, es propio de la naturaleza humana creer que el mundo, y los demás seres humanos que lo habitan, son benévolos. Lo que quiero decir con “naturaleza humana” es que los bebés nacen para confiar. Hay que enseñarles lo contrario, y si crecen en Occidente, que en el pasado fue fundamentalmente benévolo (en comparación con otras zonas del mundo bastante traumáticas) pueden vivir fácilmente una vida creyendo, por ejemplo, que su gobierno no va a hacerles daño intencionadamente. (Sí, sí, sí, lo sé, pero como vemos, la mayoría de la gente parece creerlo).
Permanecer fieles a esta especie de benevolencia de la “naturaleza humana” forma parte de nuestro adoctrinamiento. Puesto que nuestra naturaleza fundamental es creer en la benevolencia de nuestro mundo, cuando nos enteramos de que es esencialmente falsa y una invención, empezamos a experimentar esta disonancia cognitiva. Esto ocurre cuando empezamos a ver que nuestras experiencias simplemente no encajan en la historia en la que nacímos.
Cada vez que ocurre una locura tenemos que sacudir la cabeza… como hacen los personajes de los dibujos animados, con ese sonido de “buuuuiiinnng”. “¿Qué mier…?” Aunque intelectualmente sabemos que nada es realmente lo que parece, la mayoría de las veces, cuando experimentamos realmente un ejemplo de esta locura, tardamos un segundo en asimilarlo: “¿Estás de broma? ¿En serio?
Sé que algunos de vosotros sois veteranos empedernidos y no sacudís la cabeza ni oís ese sonido de “buuuiiinnng” cuando pasa algo sospechoso. En lugar de eso, puede que esbocéis una pequeña sonrisa y penséis: “ya estamos otra vez”. Bueno, yo no soy uno de vosotros, y no me sorprendería que la mayoría de los que están leyendo este artículo tampoco pertenezcan a vuestro grupo.
Y cuando vemos cosas como que las universidades siguen exigiendo a sus estudiantes que lleven mascarillas, o que los lugares de trabajo siguen exigiendo la vacuna para ser contratados, o cuando oímos hablar de identificaciones digitales y de un mundo sin dinero en efectivo, y de ciudades de 15 minutos, y de líderes que dicen a sus electores que perseguirán a los no vacunados y se asegurarán de que sean pinchados, sacudimos la cabeza y oímos “buuuiiinnng”. Yo lo hago.
Este es el tipo de disonancia cognitiva de la que hablo, y es bastante constante. Sé que no pasa un día sin que sacuda la cabeza. Es realmente la historia de Pollito, el cielo cayendo perpetuamente encima de nuestras cabezas y todos nosotros corriendo de un lado a otro gritando sobre la inminente catástrofe, “¿No lo ves? ¿No lo ves?” Nada parece estar bien, nada parece ajustarse a las expectativas humanas básicas. Si todos estuviéramos literalmente prisioneros en un gulag, al menos haríamos coincidir nuestras creencias internas con nuestra realidad externa. Sabríamos que estamos en prisión. Ahora mismo, tenemos pocas razones materiales para creer en lo que creemos, aparte de señales bastante claras de que está planeado.
Sí, los que no estamos vacunados vemos la persecución, y los mandatos arriba mencionados que siguen vigentes. Lo que vemos nos indica claramente que lo que creemos está ocurriendo realmente, al menos en parte. Pero se nos dice constantemente: “Todo está bien, nada de qué preocuparse, te queremos, cuidaremos de ti, deberías alegrarte de vivir en un país libre, mira mi sonrisa blanca y brillante, relájate, todo está a salvo…”.
Buuuiiinnng.
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Todd Hayen es un psicoterapeuta titulado que ejerce en Toronto, Ontario, Canadá. Tiene un doctorado en psicoterapia profunda y un máster en Estudios de la Conciencia. Está especializado en psicología junguiana y arquetípica. Todd también escribe para su propio substack, que puedes leer aquí.
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Fuente: https://off-guardian.org/2023/04/08/perpetual-cognitive-dissonance/
Traducido por Counterpropaganda