Nueva visita al cementerio de la pandemia con lágrimas en los ojos
Han salido a la luz pública los protocolos internos del Instituto Paul Ehrlich (RKI), responsable de la farmacovigilancia en Alemania. La conclusión que se desprende de ellos es que durante la pandemia no fue el gobierno quien siguió el criterio de los científicos, sino al revés, tal y como informa mpr21.
El periódico Frankfurter Allgemein titula: “Protocolos del RKI: vivimos en el cementerio de la pandemia”. La documentación aparecida son más de 100 páginas de correos electrónicos intercambiados entre el Instituto y el Ministerio de Sanidad gracias al derecho a la transparencia.
El Instituto no hizo no su trabajo. A pesar de ser responsable del seguimiento de la seguridad de las vacunas, nunca analizó los datos alemanes. Las restricciones aprobadas durante la pandemia tampoco se basaron en datos científicos o médicos, sino en criterios políticos.
Lo mismo que en España, mientras los medios decían que los hospitales estaban sobrecargados, en realidad estaban vacíos. Desalojaron a los enfermos, los enviaron a casa, concentrando al resto en unos pocos para aparentar una avalancha de contagios.
El RKI proclamó que las vacunas eran seguras basándose en estudios publicados en el extranjero. También desestimó una serie de informes que le fueron transmitidos. Cientos de casos de muertes que deberían haberse imputado a las vacunas se reclasificaron como muertes por “covid”.
Los datos previos de la KVB, la federación de seguros de salud, ya revelaron un exceso de mortalidad y un aumento significativo de enfermedades desde el inicio de la vacunación.
Obligado a responder de las acusaciones formuladas contra las inyecciones, el RKI tuvo que admitir que aún no había podido llevar a cabo su tarea porque ”no había recibido los datos de las cajas del seguro”.
“El hecho de que el Instituto Paul Ehrlich hasta ahora no haya evaluado los datos del KBV, contrariamente a su mandato legal, es un escándalo. Desde el inicio de la vacunación contra el ‘covid’, se ha producido un repentino aumento de la mortalidad y de diversas enfermedades”, manifestó el diputado Martin Sichert, que pidió la dimisión del ministro federal de Sanidad, Lauterbach.
El vicepresidente del Bundestag, Wolfgang Kubicki, también se rasgó las vestiduras en una entrevista al diario Welt que estaba “sorprendido por la falta de farmacovigilancia” y que exigía “respuestas”.
“Estamos hablando de un número significativo [de muertes inexplicables] que hace necesario un enfoque sistemático a este problema”.
En Alemania se administraron más de 100 millones de vacunas, han pasado ya tres años y el organismo encargado de evaluar las consecuencias todavía no ha hecho nada…