EL PECADO CAPITAL (O el Negocio de los Vagos)
Escrito por José Miguel Ruiz Valls
EL PECADO CAPITAL (O el Negocio de los Vagos)
Pasados los primeros días, que los siniestros pasaron en la parra, vuelven a lo que mejor saben hacer: desmoralizar. Ahora les urge desprestigiar a todos los que están ayudando pues ¿Qué otra cosa pueden hacer los que no tienen intención de hacerlo? ¿Admitir que son insensibles? Ahora salen con que este es un “facha”, el otro viene a hacerse la foto y el de más allá a “rascar votos”. Aunque así fuera: ¿Están ayudando o no?
Gracias a los que ellos (los siniestros) llaman “fachas” y yo voy a llamar “voluntarios”, los damnificados han tenido ayuda, desde el primer momento. ¿Cuántos días puede aguantar un ser humano sin beber? ¿Cuántos, sintiéndose abandonado en el barro? ¿Cuantos días tardó la administración en hacer acto de presencia? ¿Imaginas, cuántos más se hubieran suicidado, de no haber ido nadie, esos primeros días?
Como poco, los voluntarios aportaron “calor humano” y contribuyeron a “mantener la moral”. ¿No habría suficiente con eso para hacerles un monumento?.. ¿Cuantas máquinas de TRAGSA has visto trabajando allí? ¿Cuántas que no fueran de voluntarios? Pero los siniestros no los quieren ver; es más, los quieren echar, porque ver como otros ayudan les produce dentera, “repelús”, a ellos que no tienen intención de hacerlo.
Pues ¿sabes qué les digo?.. ¡Que ellos se lo pierden!.. Ayer vi a un voluntario que se maravillaba por su propio aguante – Llevo todo el día currando y a las diez de la noche me siento con fuerzas para currar mucho más- Decía. Estaba sintiendo esa energía que llamamos AMOR y que es el “fidbak” que se obtiene al ayudar, al abrazar, al hacer algún movimiento tendente a la unión, pues eso es el AMOR: la energía que tiende a unir.
Muchos voluntarios están reencontrando, reconociendo esa energía que perdieron cuando se dejaron desmoralizar por los siniestros. Observar a los más jóvenes, allí, sacando mierda, bien les podría ayudar a comprender el tremendo poder del AMOR: Son los mismos que usaron máscaras, por siniestra indicación, “para no contagiarse”. Los mismos a los que les daba “yuyu” desatascar el fregadero de su propia casa. Los mismos que creían que no se podía vivir sin móvil, sin “cobertura”. Han perdido miedos, vicios, creencias; y al perder todo eso, han ganado libertad. Y eso no tiene vuelta atrás. Nadie que haya sentido la energía que da la unión quiere volver a sentirse separado. Eso lo saben los siniestros y es por lo que tratan de impedir que la sintamos. Lo que no saben es qué se siente al sentir esa energía. Nunca han sentido “el subidón” que da y la mejor prueba (Más bien la evidencia) es que, si lo supieran, no estarían en el “negocio de la separación”: Un negocio que inventaron los vagos para vampirizar la energía de los que no lo son.
José Miguel Ruiz Valls