- La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
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SALVAR A LA CASTA: HE AQUÍ EL VERDADERO OBJETIVO DE LA GESTIÓN DEL COVID-19
Echad un vistazo a cualquier Youtube de actualidad hecho en China: la economía en marcha, bares y restaurantes abiertos, gente circulando sin restricciones. Es cierto que el uso de la mascarilla sigue siendo habitual en el comercio y los transportes públicos. Pero la impresión general es la de un país que regresa poco a poco a la normalidad, pese a ocasionales intervenciones del gobierno y las autoridades sanitarias para atajar rebrotes locales. Lo que tenemos aquí en Europa es muy distinto: oleada tras oleada del virus, los gobiernos vuelven a fracasar incluso en las operaciones de gestión más elementales, para terminar desplegando todo un aparato de medidas que no sirven para nada.
¿Qué es lo que ha salido mal? La cronificación de los impactos económicos, sociales y sanitarios del Covid-19 no parece ser el resultado de la fatalidad, sino más bien el producto de la incompetencia de las élites dirigentes y una mala definición inicial de los objetivos. Esto ha llevado al círculo vicioso de que las medidas que se aplican, a cual más surrealista e inútil, no vayan dirigidas a luchar contra la pandemia, sino a servir como refuerzo a otras medidas tomadas con anterioridad e igualmente improductivas.
Nuestras élites dirigentes no se dieron cuenta de que una crisis sanitaria requiere medidas sanitarias, no medidas políticas. Al contrario que en China, el propósito de la casta, en España y sus autonomías, ha sido salvarse a sí misma, eludiendo o camuflando responsabilidades. El objetivo nunca fue salvar al pueblo del patógeno, sino seguir manteniendo el control social. Y las medidas solo tienen sentido en ese contexto.
Cuando no había mascarillas, no era obligatorio usarlas. Ahora que las hay, tienes que ponértela aunque estés en mitad del monte. Un ejército de policías te vigila, más con la finalidad de poner multas y recaudar que de impedir conductas irresponsables. Para que esta policía pueda desempeñar mejor su trabajo, se decreta un toque de queda que por las noches vacía las calles de las ciudades. Y los bares quedan cerrados por normativa para impedir la difusión de opiniones contrarias al poder público. Lo próximo será una oleada de normas para hacer obligatorias unas vacunas que probablemente no sirven para combatir a las nuevas variantes mutadas del Covid-19.
Y así sucesivamente. Con lo cual, es dudoso que alguna vez lleguemos a enfrentarnos al patógeno cara a cara. Todo lo que haremos será dar vueltas por el campo de batalla en busca de un inexistente soldado Ryan, que en realidad no es más que la versión idealizada por la propaganda de unos políticos que permanecen al resguardo de todos estos vaivenes, cómodamente sentados en sus privilegios y sus coches oficiales.
Quizás es culpa nuestra como españoles por falta de pensamiento crítico, por conformismo o por solo “protestar” en las demagogias que metemos por las orejas y sacamos de la boca…