La “Banda de Kai” vuelve a asaltar dos bares, embestir y atacar con cuchillos a los Ertzainas que les detuvieron
BILBAO, 3 JUN (euskalnews.com + David López Frías de El Español)
Después de quedar en libertad hace dos meses, la “Banda de Kai” ha vuelto a las andadas. Esta vez han sido tres varones miembros de esta banda que han asaltado dos bares en Durango y Portugalete. Tras ser sorprendidos por agentes de la Erzaintza, han tratado de embestirles y les han atacado con cuchillos de grandes dimensiones.
La Ertzaintza los había detenido hace un par de meses, pero la juez encargada del caso decidió ponerles en libertad. En contra de lo que solicitaba la Fiscalía, consideró que son personas con arraigo en Bilbao, porque todos están casados y tienen hijos. Consideró que no hay riesgo de fuga y los puso en libertad con cargos. No valoró, lamentan fuentes de la investigación, la reincidencia de estos individuos, que conforman la que es tal vez la banda de aluniceros más activa de España en los últimos meses.
Los miembros de la banda, en la puerta de su cuartel en el monte (Fuente: Ertzaintza).
A este grupo criminal reforzado se le imputan robos en 80 diferentes establecimientos del País Vasco, Cantabria y La Rioja. Para cometer estos delitos robaban primero coches de alta gama que luego usaban para empotrar en los escaparates de dichos comercios, En total han sido 35 robos de automóviles los que se les atribuyen a esta banda compuesta por 7 varones de nacionalidad española de entre 28 y 43 años y que juntos suman 114 detenciones.
“Son un peligro, extremadamente peligrosos”, confirman fuentes de la investigación, que recuerdan que los imputados “han sido detectados conduciendo a 180 km/h por las calles de Bilbao. Si se les daba el alto no se paraban. Al contrario, suelen embestir en los controles aunque haya peligro de atropellar a alguien”. Por eso resultaba clave interceptarlos en el monte, un lugar con pocas escapatorias.
La ola de robos de esta banda unificada entre los hombres del Kai y los hermanos Santacoloma comenzó el año pasado, aunque el historial delictivo de los protagonistas empieza mucho antes, cuando todaía eran menores de edad. No tenían ni 14 años y tanto el Kay por su parte, como los Santa Coloma por la otra, ya robaban coches que utilizaban para cometer otros delitos. Ni siquiera llegaban al volante por lo que, como en su día El Vaquilla o El Pera, utilizaban cojines para poder conducir. Cuenta El Correo que una vez, la Ertzaintza dio el alto a un Opel Astra rojo que conducía muy rápido. Los agentes no veían al conductor a través de la luna, de lo pequeño que era. Se trataba de uno de los Santa Coloma y, como estaba previsto, no se detuvo y un agente tuvo que saltar para que ser atropellado.
Los Santa Coloma son un conocido clan familiar del barrio de Otxarkoaga, uno de los más deprimidos de Bilbao. Sus miembros, con diferentes parentescos entre sí (hermanos, hermanos sólo de padre, tíos, sobrinos y primos), son famosos por protagonizar operaciones muy espectaculares. Como el robo en Mercabilbao en 2011. Los Santa Coloma consiguieron pegar un palo colosal y nadie se explicaba cómo habían conseguido colarse allí sin oposición a pesar de las férreas medidas de seguridad, con vigilancia 24 horas. La clave, según se supo más tarde, fue que uno de los vigilantes era uno de los hermanos Santa Coloma, que fue el que les facilitó toda la información para llevar a cabo el delito.
Escondidos entre campos de marihuana
Ahora trabajaban con el Kai, otro conocido alunicero de Bilbao que tiene unos métodos muy similares a los suyos. Dos de los hermanos Santa Coloma se unieron a su banda, formada por el Mangueras, el Rata, el Lagun “y otros dos sin apodo, uno de ellos residente en la zona de la montaña”, cuentan fuentes de la investigación. Allí establecieron base, en una ladera del Kobetamendi que es un monte de las afueras de Bilbao. Entre bosques y plantaciones de marihuana tenían su cuartel general los 7 miembros de la banda.
La banda, robando en una gasolinera (Fuente: Ertzaintza).
Para sus golpes robaban coches potentes, siendo los Volkswagen los preferidos de los hermanos Santa Coloma. En realidad tenían especial predilección por todas las marcas del grupo VAG (Volkswagen, Audi, Seat y Skoda) porque es la mecánica que conocen mejor. Pero también les gustan los BMW de tracción trasera. Coches todos que, después de los atracos, eran calcinados o rociados con un extintor para eliminar todas las huellas. Llegaban, reventaban persianas o escaparates y huían en un tiempo récord. Después se ponían a salvo en la montaña.
La policía quería pillarlos in fraganti. Por eso montaron guardia durante 20 jornadas cerca de Kobetamendi. No salen a robar a diario, por lo que tenían que estar preparados para intuir cuando iba a ser su próximo palo. Y ese momento llegó el domingo por la noche. Cinco de los siete miembros de la banda llegaron a la base con una Volkswagen Touran recien robada. Se disponían a ataviarse con capuchas y ropas oscuras, cuando aparecieron los agentes de la Ertzaintza.
Persecución campo a través
Los miembros de la banda huyeron, pero cuatro de ellos fueron detenidos durante la persecución campo a través. El único que consiguió escapar fue el propietario de la caseta que utilizaban como centro de operaciones. Conocedor de la montaña, fue el único que consiguió darles esquinazo. “Uno sin apodo”, dicen los investigadores.
Cuatro detenidos, uno fugado, otro que no estaba en ese momento en la montaña y un séptimo integrante que se encuentra preso por otro delito. Esos son los miembros de la banda desarticulada. Los agentes fueron al día siguiente a registrar sus respectivos hogares. Allí, según fuentes de la investigación, se encontraron numerosas pruebas de los delitos cometidos. “No solamente robaban dinero. También género que luego colocaban, como tabaco que se llevaban de los estancos”: Por ese motivo, también hay imputadas otras cinco personas como presuntos receptadores.
Sin embargo, a pesar del historial de los detenidos, la juez los ha puesto en libertad. Al saberlo, el otro miembro de la banda que no se encontraba en Kobetamendi durante la detención, se presentó voluntariamente al juzgado y también quedó puesto en libertad. El único que sigue fugado es el que logró huir a través de la montaña, aunque no se descarta que también se presente a declarar a sabiendas de que sus compañeros están en la calle.
Ni la policía, ni la Fiscalía ni los vecinos de Bilbao se acaban de explicar la medida tomada por la magistrada, que ha basado su decisión en el arraigo de los miembros de la banda. Todos ellos viven en Bilbao o alrededores y tienen hijos, por lo que no aprecia riesgo de fuga. Así, la Banda del Kai sigue en la calle y los comerciantes del País Vasco tienen otro motivo para no estar tranquilos. Los aluniceros son delincuentes profesionales, reincidentes y no les importa nada: “Son kamikazes y no les importa absolutamente nada”, concluye la policía.