Breve historia de Antifa: 1ª parte
El fiscal general de EEUU, William Barr, ha culpado a Antifa, movimiento “antifascista” militante, de la violencia que ha tenido lugar en las protestas registradas en todo el país por la muerte de George Floyd. “La violencia instigada y perpetrada por Antifa y grupos similares en los disturbios es terrorismo doméstico y será tratada como tal”, afirmó.
Barr también dijo que el Gobierno federal tenía pruebas de que Antifa había “secuestrado” las protestas legítimas para “provocar el caos, disturbios violentos, incendios, el saqueo de comercios, el asalto de propiedades públicas, agentes del orden y gente inocente, incluso la muerte de un agente federal”. Previamente, el presidente Trump había instruido al Departamento de Justicia para que designara a Antifa organización terrorista.
La intelligentsia y los medios simpatizantes han aducido que Antifa no puede ser considerada una organización terrorista porque, dicen, es un movimiento de protesta de definición difusa que carece de una estructura centralizada. Mark Bray, apologeta de Antifa y autor del libro Antifa: manual antifascista, asegura que “no es una organización global con una cadena de mando”.
La evidencia empírica y anecdótica muestra que Antifa está, de hecho, altamente conectada y bien financiada, y que tiene una presencia global. Cuenta con una estructura organizativa horizontal, con decenas y posiblemente centenares de grupos locales. No sorprende que el Departamento de Justicia norteamericano esté investigando a individuos ligados a Antifa para desentrañar la amplitud de la organización.
En EEUU, la ideología, las tácticas y los objetivos de Antifa han sido tomados prácticamente en su totalidad de grupos Antifa europeos, donde los denominados ‘grupos antifascistas’ llevan activos, de una manera u otra y de forma prácticamente ininterrumpida, desde hace un siglo.
¿Qué es Antifa?
Antifa puede ser descrito como un movimiento insurgente transnacional que pretende, a menudo con extrema violencia, subvertir la democracia liberal a fin de reemplazar el capitalismo global con el comunismo. La proclamada meta de Antifa, tanto dentro como fuera de EEUU, es establecer un orden mundial comunista. En EEUU, su objetivo inmediato es acabar con la Administración Trump.
Entre los enemigos de Antifa se cuentan las fuerzas de seguridad, por proteger el orden establecido. Tanto en EEUU como en Europa, Antifa suele emplear una violencia extrema en la destrucción de propiedades públicas y privadas para provocar la reacción de la Policía y demostrar así que el Gobierno es “fascista”.
Antifa afirma oponerse al fascismo, término peyorativo de amplio espectro que a menudo utiliza para desacreditar a quien tenga ideas políticas distintas. El significado tradicional de fascismo, tal y como lo define el diccionario Webster, es “sistema de gobierno totalitario comandado por un dictador que ensalza el nacionalismo agresivo, el militarismo y a menudo el racismo”.
Antifa asume la definición marxista-leninista de fascismo, por la que este se equipara al capitalismo. “La lucha contra el fascismo sólo se podrá ganar cuando el sistema capitalista sea destruido y se alcance la sociedad sin clases”, dice el grupo alemán Antifaschistischer Aufbau München.
La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), servicio de inteligencia alemán, consignó lo siguiente en un informe especial sobre el extremismo de izquierdas:
La lucha de Antifa contra los extremistas de extrema derecha es una cortina de humo. Su auténtico objetivo sigue siendo el “Estado democrático-burgués”, que, en la interpretación de los extremistas de izquierda, acepta y promueve el “fascismo” como una forma de gobierno posible y por eso no lo combate lo suficiente. A fin de cuentas, arguyen, el “fascismo” está enraizado en las estructuras políticas y sociales del “capitalismo”. Por eso los extremistas de izquierda, en sus actividades “antifascistas”, se centran sobre todo en la eliminación del “sistema capitalista”.
Matthew Knouff, autor de An Outsider’s Guide to Antifa: Volume II [Guía Antifa de un outsider, vol. II] explica la ideología Antifa de esta manera:
La filosofía básica Antifa se centra en la batalla entre tres fuerzas básicas: el fascismo, el racismo y el capitalismo; las tres están interrelacionadas, según Antifa (…) el fascismo es considerado la manifestación o fase final del capitalismo, siendo el capitalismo un medio de opresión, y el racismo un mecanismo opresivo vinculado al fascismo.
En el ensayo “What Antifa and the Original Fascist Have in Common” [Qué tienen en común Antifa y los fascistas primigenios], Antony Mueller, profesor alemán de economía que actualmente imparte clases en Brasil, describe cómo el anticapitalismo militante enmascarado en antifascismo revela el propio fascismo de Antifa:
Luego de que la izquierda se apropiara del concepto de liberalismo y lo convirtiera en lo contrario de lo que significaba originalmente, el movimiento Antifa emplea una terminología falsaria para ocultar su verdadera agenda. Al denominarse ‘antifascista’ y declarar al fascismo su enemigo, el propio Antifa es un movimiento fascista de primer orden.
Los miembros de Antifa no son oponentes del fascismo, sino sus genuinos representantes. El comunismo, el socialismo y el fascismo están unidos por el anticapitalismo y el antiliberalismo.
Antifa es un movimiento fascista. Su enemigo no es el fascismo sino la libertad, la paz y la prosperidad.
Orígenes ideológicos de Antifa
Los orígenes ideológicos de Antifa pueden rastrearse hasta la Unión Soviética, hace casi un siglo. En 1921 y 1922, la Internacional Comunista (Comintern) desarrolló el denominado frente táctico unido para “unificar las masas trabajadoras por medio de la organización y la agitación (…) a escala internacional y en cada país” contra el “capitalismo” y el “fascismo”, dos términos que a menudo se utilizaban indistintamente.
El primer grupo antifascista del planeta, Arditi del Popolo (Escuadrones del Pueblo), fue fundado en Italia en junio de 1921 para resistir el auge del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini, que a su vez se creó para prevenir la posibilidad de una revolución bolchevique en la Península Itálica. Muchos de los 20.000 miembros de la formación, conformada por comunistas y anarquistas, se unieron posteriormente a las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española (1936-39).
En Alemania, el Partido Comunista local creó el grupo paramilitar Roter Frontkämpferbund [Liga de Combatientes del Frente Rojo] en julio de 1924, que acabó siendo proscrita por su extrema violencia. Muchos de sus 130.000 integrantes prosiguieron sus actividades de manera clandestina o en organizaciones como Kampfbund gegen den Faschismus [En Lucha-Alianza contra el Fascismo].
En Eslovenia, el movimiento antifascista militante TIGR surgió en 1927 en oposición a la italianización de las zonas étnicas eslovenas tras el colapso del Imperio Austro-Húngaro. El TIGR, que se desarticuló en 1941, estaba especializado en asesinar a policías y militares italianos.
En España, el Partido Comunista creó las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, que estuvieron activas en los años 30 del siglo XX.
El movimiento Antifa moderno toma su nombre de una organización denominada Antifaschistische Aktion, fundada en mayo de 1932 por los líderes estalinistas del Partido Comunista alemán. Se creó para combatir a los fascistas, término que éste utilizaba para calificar a los partidos procapitalistas del país. Su objetivo primordial era abolir el capitalismo, según una historia detallada de la organización, que tuvo más de 1.500 miembros fundadores y pasó a la clandestinidad en 1933, luego de que los nazis tomaran el poder.
El panfleto 80 Jahre Antifaschistische Aktion [80 años de acciones antifascistas] describe en detalle la continuidad histórica del movimiento Antifa desde sus orígenes ideológicos en la década de 1920 hasta el presente. En él se lee:
El antifascismo siempre ha sido fundamentalmente una estrategia anticapitalista. Por eso el símbolo de la Antifaschistische Aktion nunca ha perdido su fuerza inspiratoria (…) El antifascismo es más una estrategia que una ideología.
En la posguerra, el movimiento Antifa alemán reapareció bajo varios avatares, como el movimiento protestatario radical estudiantil de la década de 1960, y hubo grupos insurgentes de izquierdas activos en los años 70, 80 y 90.
La Facción del Ejército Rojo [RAF, por sus siglas en alemán], también conocida como Banda Baader-Meinhof, fue una guerrilla urbana marxista que cometió asesinatos, atentados y secuestros con el objetivo de provocar una revolución en Alemania Occidental, a la que consideraba una secuela de la Alemania nazi. A lo largo de tres décadas, la RAF asesinó a más de 30 personas e hirió más de 200.
Tras el colapso del régimen comunista en Alemania Oriental en 1989-90, se descubrió que la RAF había recibido entrenamiento, refugio y suministros de la Stasi, la policía política de la propia RDA.
John Philip Jenkins, profesor de Historia en la Universidad de Baylor, ha descrito las tácticas de la RAF, que son similares a las que utiliza hoy Antifa:
El objetivo de su campaña terrorista era provocar una respuesta agresiva del Gobierno, lo que pensaban desencadenaría un vasto movimiento revolucionario.
Ulrike Meinhof, fundador de la RAF, explicó cómo veía el extremismo violento de izquierdas a la Policía:
El tipo que va en uniforme es un cerdo, no un ser humano. Eso quiere decir que no tenemos que hablar con él y que está mal hablar con esa gente. Y, por supuesto, puedes dispararles.
La periodista alemana Bettina Röhl, hija de Meinhof, sostiene que el movimiento Antifa es una continuación de la RAF. La principal diferencia es que, a diferencia de los de la RAF, los miembros de Antifa temen revelar sus identidades. En un ensayo publicado en junio en el diario suizo Neue Zürcher Zeitung, Röhl llamó asimismo la atención sobre el hecho de que Antifa no sólo es tolerado oficialmente, sino que el Gobierno alemán le paga para combatir a la extrema derecha:
La RAF veneraba a las dictaduras comunistas de China, Corea del Norte, Vietnam del Norte, Cuba, que fueron transfigurados por la Nueva Izquierda como los países mejor situados en la ruta al mejor comunismo (…)
El florecimiento del radicalismo de extrema izquierda en Occidente, que golpea duramente en la inauguración de la sede del Banco Central Europeo en Fráncfort, en cada cumbre del G-20 y en cada Primero de Mayo en Berlín, ha conseguido el más alto nivel de reconocimiento por el Estado, en buena medida gracias al apoyo de numerosos diputados, periodistas y expertos prominentes.
Comparada con la RAF, la Antifa militante sólo carece de rostros relevantes. Por cobardía, sus miembros se tapan la cara y ocultan sus nombres. Antifa amenaza constantemente con la violencia y con atacar a políticos y oficiales de policía. Promueve ataques insensatos y onerosos contra la propiedad. Aun así, la diputada Renate Künast (Verdes) denunció recientemente en el Bundestag que los grupos Antifa no han sido adecuadamente financiados por el Estado en las últimas décadas. Künast quiere que “las ONG y los grupos Antifa no tengan que estar siempre luchando por conseguir dinero y lograr sólo contratos de corta duración de año en año”. A esto aplaudieron sus correligionarios de Alianza 90/Los Verdes y diputados de izquierdas y del SPD.
Cabe preguntarse si Antifa es una suerte de RAF oficial, un grupo terrorista que recibe dinero del Estado a guisa de “combatir a la derecha”.
La BfV alemana explica la glorificación de la violencia por parte de Antifa:
Los extremistas de izquierdas consideran que el capitalismo provoca guerras, racismo, desastres ecológicos, desigualdad social y gentrificación. Así pues, capitalismo no remite a un mero orden económico. En el discurso ultraizquierdista, determina el orden social y político, así como la idea de una reorganización social y política radical. La democracia parlamentaria, denominada “burguesa”, debe ser superada [por la vía anarquista o por la comunista].
Por esta razón, los extremistas de izquierda suelen ignorar o legitimar las violaciones de los derechos humanos en dictaduras socialistas o comunistas, o en Estados que ellos consideran amenazados por Occidente. A día de hoy, tanto los comunistas ortodoxos como los activistas autónomos justifican, ensalzan y celebran a la organización terrorista de izquierdas Facción del Ejército Rojo o a terroristas de izquierda extranjeros como supuestos “movimientos de liberación” o incluso como “combatientes de la resistencia”.
En el Reino Unido, la Anti-Fascist Action (AFA), grupo militante antifascista fundado en 1985, alumbró el movimiento Antifa en EEUU. En Alemania, la Antifaschistische Aktion-Bundesweite Organisation (AABO) fue fundada en 1992 para combinar los esfuerzos de pequeños grupos antifascistas desperdigados por el país.
En Suecia, Antifascistisk Aktion (AFA), fundado en 1993, tiene un largo historial de violencia contra sus oponentes. En France, L’Action Antifasciste es conocida por su fiera oposición al Estado de Israel.
Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso del comunismo en 1990, el movimiento Antifa abrió un nuevo frente contra la globalización neoliberal.
Attac, fundada en Francia en 1989 para promover una tasa global a las transacciones financieras, ahora lidera el denominado movimiento alterglobalizador, que, como el Movimiento por la Justicia Global, se opone al capitalismo. En 1999 hizo acto de presencia en Seattle durante las violentas manifestaciones que llevaron al fracaso de las negociaciones de la OMC. Attac participó asimismo en manifestaciones anticapitalistas contra el G7, el G20, la OMC y la guerra de Irak. Hoy, la asociación está activa en 40 países, con un millar de grupos locales y cientos de organizaciones de apoyo. La estructura descentralizada y no jerárquica de Attac parece ser el modelo de referencia de Antifa.
En febrero de 2016, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional dio cuenta de los fundamentos políticos del movimiento global contra la guerra, que, como Antifa, culpa al capitalismo y al globalismo neoliberal de la existencia de conflictos bélicos:
El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, dado que no puede haber una lucha seria contra la guerra sin luchar para poner fin a la dictadura del capital financiero y del sistema económico que es la causa fundamental del capitalismo y la guerra.
En julio de 2017, más de 100.000 manifestantes antiglobalización y antifascistas se reunieron en Hamburgo para protestar por la cumbre del G20. Las turbas izquierdistas devastaron el centro de la ciudad alemana. Un grupo Antifa denominado Bienvenido al Infierno, G20 presumió de cómo había conseguido movilizar a grupos Antifa de todo el mundo:
Las movilizaciones del verano han sido preciosos momentos de encuentro y cooperación de grupos izquierdistas y anticapitalistas y de redes europeas y del resto del mundo. Hemos compartido experiencias y luchado juntos, asistido a encuentros internacionales, sido atacados por policías apoyados por el ejército, reorganizado nuestras fuerzas y contraatacado. El movimiento antiglobalización ha cambiado, pero nuestras redes permanecen. Estamos activos en nuestras regiones, ciudades, villas y bosques. Pero también luchamos transnacionalmente.
El servicio alemán de seguridad añadió en un informe anual:
Las estructuras de la extrema izquierda trataron de volver en su favor el debate público sobre las protestas violentas por la cumbre del G20. Con la distribución de fotos e informes sobre supuestas actuaciones desproporcionadas de la Policía durante las protestas, promovieron la imagen de un Estado que condena las protestas legítimas y las reprime con violencia policial. Contra ese Estado, dicen, la “resistencia militante” no sólo es legítima sino necesaria.
La Parte II de esta serie examinará las actividades de Antifa en Alemania y EEUU.
Soeren Kern es miembro principal del Gatestone Institute, con sede en Nueva York.
Publicación original: https://es.gatestoneinstitute.org/16137/historia-de-antifa