El Gobierno de Bélgica repartió mascarillas tóxicas entre la población: ¿Y ahora, qué?
Al principio las mascarillas no eran obligatorias no por una cuestión sanitaria sino económica: no las había en el mercado. Cuando los países comenzaron a fabricarlas, habían pasado ya varios meses de pandemia y, desde luego, no eran mascarillas que hoy superarían ninguna clase de pruebas. Eran de tela y no servían para nada desde el punto de vista sanitario, según informa el muy recomendable medio digital alternativo mpr21 (noticia reproducida en euskalnews.com) citando como fuente a un medio belga.
En Bégica, a partir de junio, las personas podían recogerlas en la farmacia. Fueron fabricadas por la empresa luxemburguesa Avrox y ahora se descubre que, además de inútiles, podrían tener efectos negativos para la salud.
El tejido protector contenía nanopartículas de plata y dióxido de titanio, según un informe confidencial del instituto de salud pública Sciensano. Cuando son inhaladas, estas partículas podrían tener efectos negativos en las vías respiratorias.
“El riesgo es desarrollar una inflamación pulmonar, sobre todo si estas máscaras son utilizadas por personas que sufren una patología respiratoria, como es el caso durante una pandemia”, afirma el profesor Dominique Lison, toxicólogo de la Universidad de Lovaina.
Las nanopartículas de plata son biocidas que pueden encontrarse en la ropa, como los calcetines, por ejemplo. Actúan como agente antibacteriano. Las nanopartículas de dióxido de titanio blanquean los tejidos.
Alfred Bernard, profesor emérito de toxicología de la Universidad de Lovaina, dice que no hay suficientes estudios sobre el tema, aunque recomienda no respirar con mascarillas que contengan esas nanopartículas, que “tarde o temprano, pueden pasar, especialmente si el filtro se lava regularmente y, por tanto, está sujeto a degradación. Las nanopartículas pueden pasar fácilmente a los pulmones y a la sangre. Sin embargo, los riesgos están poco documentados y se refieren a la exposición crónica por inhalación”.
En un comunicado de prensa el instituto Sciensano afirma que “los resultados actuales no permiten evaluar si estas nanopartículas se liberan realmente de las mascarillas y en qué medida los usuarios están expuestos a ellas. Estos son los primeros resultados de la primera fase del estudio y es importante interpretarlos con precaución”.
Pero Bélgica todavía tiene 3,5 millones de mascarillas tóxicas almacenadas que pueden llegar a la población. Para Dominique Lison, todavía hay que hacerse preguntas antes de distribuirlas. “Deberíamos haber preguntado si era necesario, útil, oportuno y seguro utilizar mascarillas con nanopartículas”.
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