Las nuevas enfermedades que se inventa la OMS
En 2018 la OMS decidió añadir una nueva enfermedad a su catálogo, llamado CIE-11 y también Clasificación Internacional de Enfermedades. Se trataba de la adicción al juego, que se convirtió en un “trastorno del juego”, en especial por internet, que definió por la prioridad que establece el ludópata sobre otros intereses de la vida, con consecuencias negativas sobre el adicto, según informan nuestros compañeros de mpr21.
Como cualquier enfermo, el ludópata debe recibir tratamiento. En Corea del Sur hay centros de rehabilitación. Curar se convierte en un negocio que empieza a repartir mucho dinero, subvenciones, cargos, cátedras, másters… Es un medio de vida para los curanderos y los estudiosos de la “enfermedad”.
La adicción al juego y a los videojuegos no es una enfermedad porque no está definida y, por lo tanto, no se puede diferenciar de cualquier otro comportamiento compulsivo. La OMS tomó su decisión como toma tantas otras: por las presiones políticas de China y otros países asiáticos.
Los videojuegos preocupan a varios países de Extremo Oriente, a la vez productores y consumidores. En Japón y Corea del Sur llaman “hikikomori” a los adultos que se aíslan, viven en casa de sus padres, no salen a la calle, comen comida rápida, navegan por internet y compiten con videojuegos.
Recientemente China ha aprobado una ley que prohíbe a los menores de 18 años utilizar juegos de internet entre las 10 de la noche y las 8 de la mañana. En 2011 Corea del Sur prohibió a los menores de 16 años jugar a internet entre la medianoche y las 6 de la mañana para mejorar el sueño. La prohibición se anuló poco después. Una investigación demostró que era contraproducente: aumentaba el tiempo que los niños pasaban en internet y no tenía ningún efecto significativo en la mejora del sueño.
En torno a la “nueva enfermedad”, la OMS está tratando de crear el típico “consenso” de especialistas. Para ello ha encargado una serie de “estudios científicos” bien remunerados, capaces de justificar la decisión que ya ha tomado previamente.
La prevalencia de la adicción a los juegos y videojuegos oscila bastante entre la población. Pero, según la bilbiografía seudocientífica disponible, resulta mucho más adictiva que el alcohol o los opiáceos, lo cual es inverosímil.
Algunas personas pasan mucho tiempo jugando ante la pantalla de un ordenador, con repercusiones desfavorables importantes. Algunos adolescentes surcoreanos se orinan encima para no levantarse de sus asientos. Pero las personas puede desarrollar relaciones problemáticas con casi cualquier forma de actividad humana: con el ejercicio, con el sexo, con el alcohol, con los somníferos…
En 2017 el doctor Andy Przybylski, psicólogo del Oxford Internet Institute, analizó a 6.000 personas que se calificaron como “adictas” a los juegos y comprobó si seguían siendo adictas seis meses después. De las 6.000 personas reclutadas, ninguna de ellas cumplía los criterios de diagnóstico de los trastornos de juego al inicio y al final del estudio. En otras palabras, nadie permaneció “adicto” durante seis meses. Ni uno solo.
La adicción al juego por internet no es como al tabaco o al alcohol, es decir, no es una adicción y, desde luego, no es una enfermedad, o no es una una enfermedad independiente. Sin embargo, es corriente leer todo lo contrario, incluso que es “un trastorno mental comparable con la adicción al alcohol y a las drogas”.
Todavía una parte importante de los especialistas sostienen que el trastorno del juego no existe, que es un invento y nadie aun les tacha de “negacionistas”, como ocurre con otras enfermedades ficticias, cada vez más abundantes. La Asociación Americana de Psiquiatría aún no la ha añadido a su catálogo oficialmente.
La creación de una enfermedad por la OMS otorga a los médicos, sicólogos, terapeutas y demás, la facultad de “tratar” un trastorno y de obligar a los que rodean al “enfermo” a buscar a un curandero que les quite el problema de enmedio… a cambio de 150 euros cada hora de consulta. Entonces cada vez que un niño pasa demasiado tiempo junto al ordenador, los padres se asustan y comienzan las consultas y las búsquedas.
La decisión de la OMS patologiza comportamientos normales, crea un mercado, profesionales, clientes y, finalmente, fármacos, tranquilizantes… Se escuda en la ciencia para hacerlo, pero ni hay enfermos, ni hay tratamientos, ni hay diagnóstico… Nada de nada.
Soy mayorcita y puedo decir que cuando tengo tiempo. Juego a Animal Crossing bastantes horas, parando como es normal, para comer, dormisr, ir al bater, jugar con mis gatas, hablar con mi marido y cosas cotidianas.
De verdad , me cansa tanto ataque a los videojuegos en general, por gente que nuchas veces no ha jugado nunca , pero se pasan horas viendo la tele. Me molesta tambien que restrinjan a sus hijos a media hora o una hora de juego al día. Para cuando has entrado en faena en el juego, , te lo quitan de laa manos.
¿No sería mejor que los padres dejen de hacer absurdeces , y se sienten el fin de senana con sus hijos a descubrir el mundo infinito de videojuegos , que los hay para todos los gustos?Cuando se trata de futbol son capaces de llevar a sus hijos al campo de fitbol entre semana, tarde, y teniendo que ir al colegio al día siguiente. La exageración es mala en todo .Pero la imposición y el recortar horas de juego simplemente por que sí y sin saber en que mundo está tu hijo implicado cuando juega un videojuego es igual de malo.
¿Que tal si empezamos a abrir los ojos y a ver las cosas como son y no como otros dicen que son? Ya va siendo hora. Por cierto en estos momentos la “realidad” es mucho màs distopica y acojonante que cualquier videojuego.