Demoledor testimonio: El calvario de dos porteros de una discoteca de Irun a los que les hacen “mobbing” por no estar “vacunados” #EuskalNews #Exclusiva28D
Demoledor. Así es como hemos decidido calificar el relato que nos han trasladado dos vigilantes de seguridad de una discoteca ubicada en Irun. Terrible tampoco le iría mal, pero nos quedamos con demoledor. Discriminación a más no poder, miedo a un futuro laboral incierto y, por ende, del pan de los respectivos hijos de cada uno. De verdad, se nos ha quedado la piel de gallina. Sin embargo, le hemos echado valor y nos hemos lanzado a escribir esta noticia. Nos ha costado, pero nos hemos visto obligados a hacerlo. No por nosotros, sino por ellos y por el futuro de sus criaturas.
A continuación os vamos a contar la historia de dos trabajadores vascos que están siendo discriminados y que ven peligrar su futuro laboral. Se trata de la historia de Santi Abetxuko Konde y Garikoitz Agirregomezkorta Arrizabalaga, dos vascos muy vascos y dos ‘currelas’ natos. Santi, natural de Oiartzun, siempre fue un joven que destacó en todos los deportes. Pronto se trasladó junto a su familia de la Gipuzkoa rural a la lejana megalópolis llamada Hernani, donde no había año en el que no fuese el ‘number one’ en los ‘Herri Kirolak’. Allí, su familia lleva más de 30 años regentando el Bar Euskaldunon Anaitasuna (ubicado en la Avenida Sabino Arana), uno de los más populares de la localidad gipuzkoarra. Una mina de oro, como quien dice.
Por su parte, Garikoitz es de Ormaiztegi. Como toda su familia. De hecho, se especula que es descendiente directo de Tomás de Zumalakarregi. Pero bueno, no tenemos pruebas. Aunque cuando el río suena… ¡agua lleva! De Garikoitz nos gustaría destacar que pasó su infancia entre el frontón de la localidad, las escapadas a por ‘perretxikos’ y las horas que pasaba en casa viendo ‘Lazkao Txiki’ en ETB1, el único canal sintonizado en el ‘baserri’ de los Agirregomezkorta Arrizabalaga. Pero bueno, que nos liamos. Vamos al grano. ¿Por qué no os los presentamos? Ahí va la primera foto que nos han facilitado (en realidad la hemos robado de Instagram):
Sí, tanto Santi como Garikoitz tienen mucho estilo. En eso no han salido muy vascos, hay que admitirlo. Tienen estilo. Y sí, tal y como hemos mencionado antes de despistarnos con sus respectivos relatos de la infancia, ambos son vigilantes de seguridad, porteros de discoteca o como queráis llamarle. Una profesión tan digna como todas (excepto ya sabéis cuáles). Se conocieron trabajando en la sala de fiestas El Rincón de Blas de Lezo, ubicado en Pasaia, aunque, tras el cierre de la mencionada sala, ambos aceptaron el empleo (y reto) que les ofreció el dueño de la mítica Discoteca Anaconda, ubicada en Barakaldo. Así pues, ambos ficharon por la Anaconda y se desplazaron a un piso compartido en la calle Somera del Casco Viejo de Bilbao. Un ambiente ideal para ambos, todavía bastante jóvenes e inocentes.
Ya sé que muchos estáis pensando que la discoteca cerró hace años debido a quejas vecinales por la degradación de la calle Juan de Garay y a que Euskadi (y el mundo) se libró del ‘Bumping’. No, no es así. Bueno, sí. Pero no cerraron por eso. Eso fueron las típicas ‘fake news’ que nos venden los medios de comunicación tradicionales. Lo que ocurrió fue que cuando contrataron a Santi y Garikoitz… la clientela empezó a desaparecer. No porque hiciesen mal su trabajo, ni mucho menos. De hecho, limpiaron la discoteca de gentuza, para ser claros. Lo que el dueño quería y la principal razón por la que les fichó en primer lugar. A guantazo limpio, los ‘kinkis’ habituales empezaron a buscar otros locales para degradarlos y así la mítica Anaconda se libró de todos esos delincuentes que desde hace años venían mancharon el buen nombre de esta gran discoteca.
El problema vino cuando, tras la limpieza, los trabajadores del local se quedaron solos. La buena clientela nunca llegó. Resulta que abrieron una discoteca más grande en Getxo y otras más lujosas en Indautxu y Abando, por lo que a la mítica Anaconda se le acabó el chollo y con ello a nuestros queridos Santi y Garikoitz, quienes decidieron que ya era hora de volver a su Gipuzkoa natal, donde las cosas les habían ido mucho mejor que en Bizkaia. Allí acabaron en la discoteca THE VOX, ubicada en Irun. Su actual empleo… y su actual pesadilla. Aunque no siempre fue así.
Durante años, en Irun todo era de color de rosa. Era amor puro. No entre ellos, sino con la ciudad, su trabajo y sus respectivas parejas, las cuales conocieron allí y con quien tuvieron dos hijos, respectivamente. Sí, cada uno con sus respectivas parejas. No penséis mal. Todo les iba de maravilla y todo lo hacían juntos, lo que siempre habían querido. Un sueño hecho realidad. Todo iba bien… hasta que llego eso a lo que llaman “pandemia” del virus chino y lo fastidió todo. ERTE y gracias. Confinamiento, gym cerrado, bajón físico… igual a depresión total.
Tras casi un año cerrados, la discoteca pudo ir abriendo poco a poco (en función de lo que les permitían unos políticos absolutamente alejados de la realidad), por lo que ambos pudieron salir del ERTE. Aunque, para Santi y Garikoitz, lo más importante era volver a su querida puerta, donde son, dicho vulgarmente, los que manejan el cotarro. Parecía que todo iba bien… hasta que llegaron unos medicamentos experimentales a los que llaman “vacunas COVID”. Aunque no inmunicen ni prevengan del contagio de eso a lo que llaman “COVID”, prácticamente todo el mundo empezó a inocularse esos medicamentos como si no hubiera un mañana. De hecho, han volado más rápido que las entradas cuando el Athletic de Bilbao se planta en una final de Copa.
Sin embargo, a pesar de que prácticamente toda la población mayor de 12 años ha aceptado sin rechistar estos medicamentos experimentales sobre los que no ha habido tiempo para estudiar en profundidad sus potenciales efectos adversos, para el Gobierno Vasco (el resto de ejecutivos, más de lo mismo) no ha sido suficiente y, tal y como anunciamos hace unas semanas, Lakua decidió implantar el totalitario Pasaporte COVID en Euskadi. Todo ello con el beneplácito de la sala tercera de lo contencioso de un TSJPV que ni está, ni se le espera a la hora de hacer justicia en este país. ¡Qué decepción el presidente de la sala Luis Garrido y los otros dos magistrados!
Nada más aplicar el Pasaporte COVID, comenzó el despropósito. De entrada, el empleador de Santi y Garikoitz no sabía si estaba en la obligación de exigirlo a sus trabajadores (no lo está, es solo para clientes), pero, por si acaso, les amenazó a todos con un inminente despido en el caso de que decidiesen no vacunarse. Y unos cuantos cayeron, ya que tenían miedo a perder su puesto de trabajo. El resto ya estaban vacunadísimo (en realidad no, pero ellos creen que sí) con eso a lo que llaman la “pauta completa” (lo de “inmunizado” ya no cuela ni entre los fieles al Teleberri). Hay que admitir que el miedo de los que cayeron es entendible, hasta cierto punto, ya que el mercado laboral vasco está más parado que Andoni Ortuzar en su sillón de Sabin Etxea.
Sin embargo, los ‘gudaris’ Santi y Garikoitz aguantaron el envite y una vez que a su empleador le quedó claro que no puede despedir a ningún “no vacunado”, se quedaron más tranquilos. Eso sí, cada vez son más pequeños, ya que no les dejan entrenar en el gym: “No puedo más. Ni me peso porque si veo cuantos kilos de músculo he bajado, me da algo”, comenta Santi.
Pero bueno, al menos, laboralmente, al no poder ser despedidos, parecía que, por ahora, la estabilidad estaba asegurada. Pues resulta que no. No volvió. Resulta que fue entonces cuando comenzó lo peor de todo: el ‘mobbing’. Por parte del jefe, del encargado, del resto de los equipo de seguridad, de los relaciones públicas e incluso de las camareras, quienes no se querían ni acercar a los protagonistas de esta noticia. De hecho, durante la última jornada ocurrió la gota que colmó el vaso y la razón que llevó a estos dos trabajadores de 10 a ponerse en contacto con la redacción de este medio.
Resulta que en un momento de la noche, a Garikoitz le entró sed. Sed de agua, no penséis mal. Tras espantar a dos carteristas a guantazos y lograr recuperar el móvil de una joven que había sido asaltada en las inmediaciones (labor de la Policía), le entró sed. ¡Qué menos que un vaso de agua después de un éxito laboral que debería corresponder a una Policía que está más preocupada en las restricciones COVID que en atajar la creciente delincuencia! Pues Garikoitz se acercó a la barra y le pidió el mencionado vaso de agua, amablemente, a una de las camareras, de nombre Aintzane. Primer choque con la nueva realidad covidiana, digna de ‘El Show de Truman’: “Te lo pones tu, no me acerco ni loca”.
Garikoitz, estupefacto, ni parpadeaba. No lo entendía. Menos aún cuando entró en escena (a varios metros de distancia, claro) otra de las camareras, Gentzane, quien fue más allá: “Acabo de poner COVID en Google y sale tu cara”, le comentó antes de que ambas camareras comenzasen a reír sin parar. ¡Menuda humillación! Garikoitz, de 1,85 de altura y 95 kg de puro músculo, estaba humillado. Garikoitz, a quien nadie había tosido en su vida, estaba humillado. Y destrozado. Sin palabra.
A Santi no le ha ido mucho mejor. Desde que su jefe se ha enterado de que no está vacunado, ya no le deja estar en la puerta, lo que más le gusta. Le ha “mandado a sala”, según nos ha relatado. Sus guantazos ya no se escuchan en la puerta, algo que era un signo de distinción de esta discoteca. Bueno, ya no se escuchan en la puerta ni en Hendaia, localidad hasta la que llegaban los enormes truenos que sonaban cada vez que Santi repartía uno de sus míticos ‘zaplastekos’, los cuales le hicieron famoso entre los porteros de discoteca del tercio-norte peninsular (tras la llegada de las redes sociales, claro). Aunque bueno, eso es lo de menos. Lo importante es que Santi no puede estar en sala. Se deprime. Él ha nacido para estar en la puerta. Es como si pones a Le Normand de delantero centro. No va a funcionar.
Así pues, Santi ha entrado en una absoluta depresión y Garikoitz está pensando seriamente en dejar de trabajar, ya que le ha entrado una paranoia que puede que no lo sea tanto: “El día que nos descuidemos, nos vacunan a traición”, nos comenta un Garikoitz que no duerme del pánico que tiene en la actualidad: “Estoy por irme a la Madrid de Ayuso”. Ya no es el que era. Que no le dejen entrar en el gimnasio municipal también ha ayudado a que esté a punto de explotar, al igual que en el caso de Santi. De hecho, esta también es una de las razones por las que Santi está deprimido. Ha bajado más de diez kilos de puro músculo y ya no intimida a nadie. Antes era el hombre con más pecho desde Muskiz hasta el Bidasoa… y ahora lo tiene pa’dentro.
¿Es que nadie va a pensar en los porteros de discoteca? ¿Son estos los mayores olvidados de eso a lo que llaman “pandemia”? ¿Hay algún sector (al margen de los políticos) en el que los “no vacunados” no sufran discriminación? A la vez que os decimos que esperamos ansiosos a leer vuestras respectivas opiniones al respecto en la sección de comentarios, os prometemos que NO TODO lo que habéis leído en esta noticia ES FAKE. Y tras esto, nos despedimos, que ya nos hemos cansado de escribir tanta tontería. Feliz 28 de diciembre.
Me acababa de levantar, y reconozco me ha costado hasta la primera foto ver donde iba todo esto.
Cabrones! x_D
Un abrazo patatero para todos los que conformais euskalnews
He reconocer que solo he caído en que era una inocentada al final. Pero a modo de comentario decir que a mi VOX me ha defraudado sobremanera. En Euskadi, cuando había problemas con MENAS y la inmigración ilegal que está cambiando la cara de nuestra tierra hasta hacerla irreconocible, se presentaron en las últimas elecciones con el lema de la “unidad de España”. Eso es el mensaje serio de alguien que quiere ganar? Ahora sabemos que el PNV se dejó 50.000 votos por el camino y que la abstención fue de más del 50% . Hay votos huérfanos. Sabrán cosecharlos? Pero si se vuelven a presentar con la unidad de España y la lucha contra ETA, entonces sabremos por seguro que tienen sus miras allende del Ebro. Que tratan a Euskadi como distinto y algo no suyo. Y que tienen toda la intención de continuar la misma linea que todos los demás gobiernos españoles. Es decir, dejar entrar a todos los inmigrantes ilegales africanos a Canarias y a la Península y luego trasladarlos a Euskadi. Ganarán muchos votos en España. Pero el mio en Euskadi no. Y no. Esto no es una inocentada. Lo llevo pensando mucho tiempo.
Y siguiendo en la misma línea. Qué está haciendo la única parlamentaria de Vox en Gastéis? Por qué no recurre las medidas covidnazis de Urkullu al TC? Bien que se quejan y recurren medidas que vayan contra el Euskera. Pero cuando se sale del guión de la unidad de España y la lucha contra ETA se quedan más desiertos que el aeropuerto de Albacete. Por qué no se levantan y denuncian que no se puede discriminar a nadie por ejercitar derechos recogidos en la constitución? Pues eso. Que nadie se piense que VOX vaya a salvar a nadie. Además quien los necesita? Como cuenta el dicho “De las mansas aguas me libre Dios. Que de las bravas me libro yo” Estamos en aguas bravas. Y los vascos somos y hemos sido los mejores marineros habidos y por haber. Ni Bizitzarekin
Guztiz ados