“Por un mundo sano” – José Miguel Ruiz Valls
- La opinión de José Miguel Ruiz Valls, escritor y colaborador habitual de euskalnews.com
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POR UN MUNDO SANO
La Constitución española, en su artículo 20, reconoce el derecho de todos, sin excepción, a expresar y difundir sus opiniones con total libertad y prohíbe, consecuentemente, cualquier tipo de censura previa. ¿Significa eso que cualquiera puede mentir impunemente? No, significa que es un juez el que debe decidir si alguien ha mentido y ha causado algún daño con ello. El caso es que yo puedo opinar que existen elfos y duendes, hadas y sirenas, y nadie me censura por ello.
Puedo opinar que hay agujeros negros en el espacio, o que las pirámides se construyeron con martillos de madera, o que se puede exorcizar demonios duchándolos con agua bendita, y puede que hasta me publiquen en medios de comunicación “serios”. Puedo opinar que el crecimiento económico puede ser ilimitado, o que la partidocracia es lo mismo que la democracia y hasta es posible que me den algún premio ¿Puedo opinar pues sobre todo lo que me da la gana? Según la Constitución sí. Sus redactores dieron por supuesto que somos seres racionales con capacidad de discernir, ¿Se equivocaron?
Entonces ¿Cómo se explica que se esté censurando, sistemáticamente, a aquellos que opinan que el dióxido de cloro es el mejor desinfectante para el agua? ¿Podríamos desinfectarnos con eso los seres humanos, siendo que estamos hechos, principalmente, de agua?
Hay quien opina que la causa por la que se está censurando a todo el que habla bien de este producto es su toxicidad. Un “verificador” opinó que su ingesta puede causar náuseas, vómitos y deshidratación e incluso síntomas más graves. ¿Lo probó? No, es tan solo su opinión, pero tiene derecho a expresarla. Y si así fuera, si fuera cierta su opinión, ¿Justificaría la censura? ¿Tendría por eso derecho a suplantar a un juez? ¿Quieres que te lea la lista de medicamentos “de venta en farmacias” que pueden causar graves fallos hepáticos, renales, cardíacos? ¿Quieres que te diga cuantos medicamentos legales pueden causar psicosis, suicidio? ¿Cuántos medicamentos psiquiátricos se salvarían? (Por poner un ejemplo). ¿Quién los censura?
También hay quien opina que la razón es más bien económica, que se persigue por ser una estafa. Toda estafa es, por definición, una apropiación de fondos ajenos utilizando engaño para lograr ese “trasvase de fondos”. Si un ser humano te muestra, en un video, la manera de elaborar el producto, en tu propia casa, ¿Dónde está el trasvase de fondos? ¿Cómo es que nuestras paternales autoridades (Que ya no confían en nuestra capacidad de discernimiento) nos protegen de esta “estafa” y no nos protegen de todos esos “videntes” que pueden sacarte, perfectamente, cien pavos por una llamada telefónica?
Otros opinan que la verdadera razón por la que se censura el dióxido de cloro es porque sirve para curar muchas enfermedades de una manera fácil y barata, y eso arruinaría a casi toda la industria farmacéutica y a casi toda la industria medico-hospitalaria. ¿La ruina del negocio de la enfermedad? ¿La ruina del negocio más grande del mundo? Eso explicaría por qué a la mayoría de médicos aún les cuesta tanto hablar (Si bien es cierto que, unos cuantos miles, asociados a “Médicos por la Verdad” y COMUSAV, lo están haciendo).
Pero hay quién aún va más lejos y opina que los médicos no quieren admitir las supuestas bondades del dióxido de cloro porque, de admitirlo hoy, tendrían que explicar por qué no lo han utilizado hasta hoy. Tendrían que admitir que han dejado morir a unos cuantos miles de pacientes y eso es lo que realmente les “echa patrás”. Yo opino que eso no tendría mucho sentido porque, si esperan a mañana, tendrán que añadir unos cientos de muertos más y si esperan otro día. ¿Cuántos muertos puede cargar un ser humano sobre su espalda?
Yo, por mi parte, opino que, para sanar, lo mejor es perdonar. Yo perdono totalmente, sin ninguna reserva, a todos los médicos que hablen y expresen su opinión libremente, hicieran lo que hicieran en el pasado. Yo estoy dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva. ¡Todo sea por sanar un mundo enfermo!