Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo, divulgador científico, director y guionista de cine documental, escritor y profesor en la Universidad Complutense (Madrid)

BRÓCOLI Y RASTAS

El sistema nos quiere divididos y enfadados unos con otros; por eso han diseñado una estrategia que debemos neutralizar; se trata de VINCULAR el Negacionismo (plandémico, climático y antiagenda) a lo que ellos llaman ULTRADERECHA. El fin es claro, resucitar las dos españas para desactivar el mayor logro del negacionismo, que es su transversalidad.

Lo transversal es peligroso para el sistema porque sortea su arma principal, mantener una falsa alternancia de izquierdas y derechas que siempre ganan ellos. Hay que hacer un esfuerzo grande para no caer en esta trampa, y veo que estamos cayendo. Todos provenimos o mantenemos nuestras tendencias anteriores a 2020. Unos éramos simpatizantes de Podemos, o de VOX, o del PSOE, del PP o en general de alguna tendencia más general. Ya sabemos que nos están engañando con eso desde hace cien años. Pero desprenderse de toda una vida de ser progre, facha, rojo o anarquista, rodeado de amigos, familia, vecinos que pertenecen a esa misma subtribu, es difícil. Lo logramos en los últimos tres años a base de sufrimiento, pero ahora hay que mantenerlo.

Las tentaciones de ambos lados son enormes. Pues bien, el globalismo ha elegido uno de los lados para mimetizarse y suplantarlo, y otro para atacar al negacionismo. Se trata de tender dos trampas diferentes, para que en una caigan los de sesgo conservador, y en otra los de tradición progresista. Ya lo hicieron antes con otros conceptos que nacieron transversales, como son la religión y el patriotismo, los asociaron a uno de los lados para provocar el rechazo del contrario. Sin embargo, se puede ser católico y de izquierdas (de hecho esas doctrinas concuerdan incluso más), y patriota progresista.

Pues bien, ahora tratan de hacer lo mismo, pronto veremos eventos que van en ese sentido.
Cuidado ¿en qué trampa va usted a caer? Recuerden que ambas tienen el mismo fin: destruirnos desde dentro. Me explico. Están intentando resucitar en nuestro interior viejos odios. Tan error es abrazar al sesgo que nos encaja porque nos cuadra, como rechazar al opuesto porque no nos resulta confortable.
Quieren asociar negacionismo con “ultraderecha”.

Demasiada agente confunde la diversidad ideológica que debemos respetar, con que “todos sean de los míos de antes” porque me mimetizo mejor. Es vital que todo negacionista acepte a otro solo por el simple hecho de serlo, por encima de si nos parece un “negacionista facha” o un “negacionista rojo”, se trata de respetarnos y tener claro que nos une más el negacionismo de lo que nos puede separar esa inercia sociopolítica que es un efecto adverso de tantas dosis de vacunas ideológicas tóxicas que nos hemos puesto toda nuestra vida. Hemos de desintoxicarnos, descubrir que el lado irreconciliable hay gente buena también. Pero escribir es fácil, llegamos a la práctica.

¿Está usted dispuesto a admitir con una sonrisa que a su lado en una manifestación esté un compañero negacionista con su bandera? ¿Estamos dispuestos a compartir? Se pone de moda decir “somos apolíticos” pero eso es IMPOSIBLE. La naturaleza humana es política, ya lo explicó el zoólogo Frans De Vaal en su libro La Política de los chimpancés.

Pretender ser ajenos a la política ayuda al sistema a dividirnos, porque tarde o temprano se nos ven la entretelas prepandemicas y empezamos a afirmarnos en subtribus. Fingir ser apolíticos no es la solución. Para mí lo es la tolerancia con el contrario, es decir, que no me importe que seas tirando a derechas, no me importe que se te note progre, lo GRANDE de ti es que compartimos el anti globalismo y nuestra propia Agenda 2029, no la del esfínter multicolor. Somos hermanos, por eso puedes seguir siendo de lo que te apetezca porque yo no te voy a juzgar por ello, tenemos una misión más alta.

Nada me emociona más que ver en mis conferencias o eventos callejeros rsa mezcla deliciosa de una señora pija de VOX con el pelo de brócoli gritando al unísono con un muchacho rastafari de evidente aspecto contrario, y ambos mirándose y sonriendo.

Si no nos damos cuenta de que esa es nuestra mayor fuerza y lo que más teme el sistema, nos acabarán dividiendo. Por tanto, la idea no es ser ajenos a la política, la idea es que cada cual sea de lo que le dé la gana y no volvamos nunca más a rechazarlo por ello.

Somos ultra humanos, somos ultra libres, somos ultra tolerantes. Somos ultradialogantes. Cuando mantengamos nuestra transversalidad en el tiempo pero sin ocultar lo que nos simpatiza, los partidos políticos empezarán a hacernos caso, querrán seducirnos, querrán nuestros votos, adaptarán sus propuestas a nuestra Agenda 2029, y no al revés. Tendremos la sartén por el mango, sin complejos. Un facha y un progre abrazados es un milagro conseguido con sangre, no lo perdamos; solo lo consiguió la vida covidiana; la covidianidad hizo una unión que parecía imposible.

Tratar de disimular diciéndose apolítico cuando a casi todos se nos ve el plumero de lejos solo con la forma de vestir, el pelo y el aspecto, es una solución temporal muy frágil. La fortaleza absoluta está en no tratar de mimetizarse, ser auténticos y aceptarnos mutuamente tal cual somos; el que la señora brócoli y el pavo rastas sigan abrazados sabiendo quiénes son y sin rechazarse. Un aullido