¿SE PUEDE CAMBIAR EL PASADO? – José Miguel Ruiz Valls
¿SE PUEDE CAMBIAR EL PASADO?
Si te haces tal pregunta, la mente responderá, automáticamente, que NO SE PUEDE. La mente cree saber muy bien la diferencia entre pasado y futuro. De hecho, cree que si es posible cambiar el futuro es, precisamente, porque no ha pasado pero ¿No son los “datos” que guardas en tu memoria los que determinan las decisiones que formarán tu porvenir? Si tu pasado determinó tu presente y tu presente determina tu futuro ¿No son lo mismo pasado y futuro? ¿No está ya todo determinado? ¿O cabe la posibilidad de que la mente se equivoque con esas respuestas automáticas que extrae de la memoria?
Imaginemos a un gran matemático limpiando su desván. Abre una caja en cuya tapa escribió, hace muchos años, “Libros de Primaria”. Coge un cuaderno de ejercicios, lo hojea y sonríe. Ahora todas las operaciones le parecen sencillas. Ahora seguro sacaría un diez en cualquier examen pero entonces suspendía. Ciertamente, todos los cuadernos que hay en la caja le ayudaron a ser lo que es, a saber lo que sabe, pero ya cumplieron su función. Si los tirara a la basura, liberaría un espacio que podría utilizar para otros menesteres aunque, ante la idea de deshacerse de los “recuerdos”, siente algo así como si fuera a cometer un pecado.
Nuestro amigo cree que todos sus recuerdos son “cosas que le ocurrieron”, son “parte de su vida” y algo le dice que tirarlos sería tanto como tirar su vida, como arrojarse, a sí mismo, a la basura. Pero ¿Son realmente cosas que ocurrieron? ¿Son hechos lo que guarda o solo interpretaciones que su mente hizo, de los hechos, de acuerdo con lo que entonces sabía? ¿No interpretó, cuando cursaba primaria, que eran difíciles las mismas lecciones que ahora considera fáciles? Ahora sonríe pero entonces lo pasó realmente mal. ¿Qué ha cambiado sino su sabiduría, su nivel de conocimiento, su consciencia?
La consciencia solo se puede ampliar por comprensión. No es extraño que, cuando uno comprende algo piense -¡Ahora me lo explico!- ¿Y qué es lo que evidencia tal pensamiento? Pues que, ese acto de comprensión, que se produce en el presente, actualiza todas las interpretaciones que se hicieron en el pasado, que no concuerdan con las que ahora se hacen, a la luz del nuevo conocimiento adquirido. Así, puede decirse que, cada acto de comprensión, limpia “errores” del pasado (Que en el pasado no fueron errores sino interpretaciones que se hicieron, sabiendo menos; es decir, solo sabiendo más se puede percibir como “error” lo que se interpretó sabiendo menos). A ese borrado de errores pasados lo podemos llamar perdón, a su efecto lo podemos llamar coherencia o armonía, y a la fuerza necesaria para realizarlo, lo podemos llamar amor propio (El único que existe pues quién no se ama a sí mismo ¿Cómo va a poder amar a otro?).
Las mentes que siguen “enganchadas” al pensamiento mágico-religioso no pueden entender ese concepto de perdón. Ellos siguen creyendo que el perdón es un acto de voluntad, de sacrificio; prefieren creer que, el que perdona, lo que hace es renunciar a algo suyo en beneficio del perdonado. Siguen fieles a la idea de que perdonar es un acto altruista pero ¿No pretenden, con ello, ganar un pedazo de cielo? ¿Es pues altruismo o propio interés?
Cuando el perdón tiene lugar como consecuencia de un acto de comprensión, no cabe hablar de sacrificios. Tal perdón se produce espontáneamente, sin voluntad siquiera, tan solo es el efecto natural de saber más: Saber más borra las interpretaciones que hiciste cuando sabías menos, las tira a la basura. Ciertamente, no serías lo que eres, no sabrías lo que sabes, si no hubieras hecho todas aquellas interpretaciones. Tuvieron su importancia pero ya cumplieron su función: Las has superado, trascendido, como superarás las que ahora estás haciendo; y así seguirás “desfragmentando” tu mente, unificándola, integrándola, acercándola a la Mente Única, al No-Dos. Podemos llamarlo “evolución mental”, la única que existe en realidad, que si puede darse es, precisamente porque, lo único que fue determinado, es que todos lleguemos a ser sabios.
José Miguel Ruiz Valls