• La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
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“UNAI REMENTERIA Y LA ARQUITECTURA DEL PODER“

Mucho se habla últimamente de ese proyecto para ampliar el Museo Guggenheim Bilbao con dos pinacotecas nuevas que estarían alojadas en un nuevo edificio construido en Gernika, probablemente sobre los terrenos de la fábrica de cubertería de Dalia. La inversión prevista es de unos 120 millones de euros -tanto como costó hace casi un cuarto de siglo el propio Guggenheim- y se espera poder financiarla en un 70 por ciento con cargo a fondos de ayudas procedentes desde Bruselas. De haber un cambio en las políticas estructurales de la Unión, o si por cualesquiera otras razones no se llegara a disponer de estos fondos europeos, las excavadoras no irán. Así de claro lo deja Juan Ignacio Vidarte, director del Guggenheim.

Aparte de que el patronato de la Fundación no autoriza la obra, salvo que se concedan las ayudas (también lo ha dicho Vidarte), toda persona con un poco de sentido común que aun quede en Bizkaia después de un año de hipoxia bozalis causa se da cuenta de que, aun contando con los fondos europeos, este proyecto no es necesario, ni razonable, ni mínimamente sensato, y que por lo tanto NO debería realizarse. No es prudente recargar con edificios de alta tecnología y una infraestructura adicional de tráfico y comunicaciones una biosfera como la del Urdaibai que, por sus circunstancias de delicada simbiosis en medio de una zona industrial y residencial densamente poblada, ya experimenta una solicitación al límite de sus posibilidades.

Aparte del insensato despilfarro de dinero, es que el proyecto tampoco hace ninguna falta. Por el contrario supone un error colosal llevarlo a cabo. Como resultado del Covid-19 y la subsiguiente crisis mundial, podemos dar por amortizado el modelo de un Bilbao basado en el urbanismo de vanguardia y el Guggenheim como elemento dinamizador de la economía local, a través del turismo de cruceros, la cultura y los congresos. Abundar en fórmulas que un día se revelaron exitosas, pero que ya no dan más de sí, no es de sabios ni de prudentes. Las administraciones vascas harían mejor en dedicar su tiempo y los dineros de Europa en la satisfacción de otras necesidades de infraestructura y en la definición de estrategias económicas útiles.

Posiblemente esta insistencia de las autoridades en seguir adelante con un proyecto tan descabellado no tiene que ver con la economía, sino con razones de prestigio. El publicista británico de origen serbio Dejan Sudjic, en su libro “La Arquitectura del Poder”, explica cómo el afán de quedar para la posteridad y el temor a la muerte explica muchas de las extravagancias arquitectónicas de los poderosos. Como ciudadano de Bizkaia, no deseo tener motivos para pensar que este tipo de motivaciones puedan estar señalando las prioridades del Diputado General y otros próceres del país. Ningún político vasco con dos dedos de frente aspiraría a ser recordado por levantar un museo de arte abstracto a la orilla de una charca de ranas.