Recientemente nos hemos enterado de que Euskaltel -nuestra joya de la corona tecnológica- ha sido adquirida por Masmovil. Esa ensoñación en la que hemos vivido creyendo que el “operador naranja” había sido fundado por un grupo de baserritarras del Goierri o por unos armadores bermeanos –ávidos por diversificar su negocio- ha llegado a su fin.
De nada ha servido que durante años el Lehendakari Ardanza ejerciera como presidente de la compañía, que su publicidad y grafías fueran claramente euskaldunes y que los teleoperadores que atendían al otro lado del teléfono se llamaran Eneko, Amaia o Izaskun. Al final se ha cumplido la máxima globalista de la concentración del capital en unas pocas compañías que arrasan con las pequeñas corporaciones locales.
Esto esta pasando en todos los ámbitos: comercio, industria, alimentación, hostelería o la propia tecnología. De aquí a nada la inmensa mayoría de la producción estará en manos de dos o tres multinacionales a nivel planetario. Dentro de poco ya no existirán esas familias laboriosas que han levantado una empresa local que abastece a toda una comarca de algún producto singular, difícil de encontrar en otras latitudes.
En los próximos años, a lo único que van a poder aspirar nuestros jóvenes es a repartir los productos que vienen de China y han sido comprados directamente vía Internet. Ese es el futuro que nos espera por mucho que los políticos se empeñen en vendernos los innumerables puestos de trabajo –nadie es capaz de concretarlos- que va a crear la inteligencia artificial o la digitalización industrial.
Es cierto que mientras tanto las propias corporaciones se molestan en disimular, en tratar de engañar al “paisanaje”, creando marcas con apariencia de locales que no son más que intentos de despiste. El caso de la marca GUUK es paradigmático. La propia MásMóvil, compradora de Euskaltel, es la propietaria de esta nueva insignia que trata de devolvernos la ilusión óptica de que los vascos seguimos teniendo nuestra propia compañía de telecomunicaciones.
Que no te engañen. Cuando veas los anuncios de este nuevo proyecto y escuches la Txalaparta que ponen de fondo, no pienses que se trata de un grupo de bodegueros alaveses que han fundado una nueva empresa para dar servicios tecnológicos en su tierra. Es la propia MasMóvil, propietaria de Yoigo o Pepephone, que trata de convencerte de que contrates con ellos apelando a tu sentido de la identidad.
Ve acostumbrándote a este tipo de triquiñuelas corporativas que el globalismo utiliza para vendernos sus productos. Con tanta muticulturalidad y tanto “travestismo identitario” llegará el día -si no ha llegado ya- en el que no nos reconoceremos ni a nosotros mismos cuando nos miremos en el espejo.
Es cierto. Y vosotros os llamais “euskal” en plan guay y no encuentro nada en euskera.