“Un acto de comercio” – José Miguel Ruiz Valls
- La opinión de José Miguel Ruiz Valls, colaborador habitual de euskalnews.com
- Si queréis que publiquemos vuestros artículos de opinión, tanto en euskera como en castellano, podéis enviarlos a info@euskalnews.com
UN ACTO DE COMERCIO
La Real Academia de la Lengua define comercio como “compraventa o intercambio de bienes o servicios”. El derecho matiza tan genérica definición, introduciendo el concepto “fuera del comercio de los hombres”, en el artículo 1271 del Código Civil, para dejar claro que existen bienes que nunca pueden ser objeto de compraventa ni de intercambio. El derecho admite pues que hay actos de comercio imposibles, nulos, que hay “cosas” sobre las que no se puede pactar ni transigir. ¿Imaginas que alguien pudiera hacer negocio con tu vida?
Los derechos fundamentales están, lógicamente, “fuera del comercio de los hombres”, hasta el punto de considerarse irrenunciables (Al impedir su enajenación se impide toda posibilidad de negociar con ellos). En realidad, más que “derechos fundamentales”, deberíamos llamarlos “hechos fundamentales” para evitar confusiones pues la palabra derecho no es unívoca (No es lo mismo decir “Vivo del derecho” que “Tengo derecho a vivir”).
El derecho a la vida, como derecho fundamental que es, no es concesión de una norma jurídica; no es algo que pueda conceder un gobernante o un juez; es tan solo la consecuencia lógica, el efecto natural que surge del hecho de vivir. El derecho (Como sistema de normas) tiene el deber de proteger la vida (O derecho a vivir). Es la vida el presupuesto, el fundamento de todo derecho ¿No sería locura pensar, por contra, que el derecho es el fundamento de la vida? ¿Hay algún jurista que sepa “fabricar” vida? Más aún ¿Hay alguno que sepa qué es la vida? ¿Cómo podrían debatir, pactar, transigir, sobre algo que ni siquiera entienden?
El derecho a la vida es pues nuestro derecho a que nos dejen vivir en paz, a que nos dejen seguir viviendo. Para salvaguardarlo, los seres humanos diseñamos un sistema de normas, que también llamamos derecho. Los juristas deberían haber protegido siempre la vida (O el derecho a vivir) pero no lo hicieron. En algunos casos encontraron justificada la pena de muerte. Empezaron a juzgar quién tenía derecho a vivir y quién no y al hacerlo se apropiaron de un poder que no era suyo. Así adquirieron el poder de quitar la vida aquellos que no saber darla.
Ahora los juristas han organizado un acto para debatir si las vacunaciones deben hacerse obligatorias o no. Pero ¿Es lícito tal debate? ¿No deberían haberse limitado a informar que habiendo una posibilidad de morir, a causa de las vacunas, obligar a vacunarse violaría el derecho fundamental a la vida? ¿Acaso no tiene, cada cual, el derecho a rechazar cualquier tipo de tratamiento médico? ¡Si hasta han instaurado el derecho a eutanasiarse! ¿Puedo pedir una inyección letal y no puedo rechazar una inyección vacunal?
El Consejo Superior de Colegios de Abogados ha anunciado que el acto estará abierto al público pero, la verdad, no me hace falta ir para saber cuáles serán sus conclusiones. Y no es que sea yo adivino; es que, cuando se acepta debatir sobre derechos fundamentales, los derechos fundamentales pueden darse por perdidos, pues debatir no es más que abrirse a la posibilidad de transigir sobre ellos, es incluirlos “en el comercio de los hombres”. Sin duda será un acto magnífico, al que asistirán insignes juristas, menos radicales y llegarán a un punto medio. Encontrarán justificada la obligación, en determinados casos, y así seguirán juzgando quién tiene derecho a vivir y quién no. Y seguirán actuando, como si el derecho fuera el fundamento de la vida y no la vida el fundamento del derecho.
¿Cómo pueden haberse prestado los Colegios de Abogados a algo tan absurdo? Recordemos que, hace años, la Unión Europea quiso liquidarlos por entender que obstaculizaban la libre competencia, pero lograron sobrevivir. Organizaron un acto en el que debatieron, consensuaron y pactaron con las autoridades europeas, nada sospechosas de radicalidad (Llegaron a un punto medio). Gracias a eso mi colegio puede impedirme vivir del derecho por no pagar la cuota. ¿Puedo confiar en que defiendan mi derecho fundamental a vivir unos tipos que ya pusieron el dinero por encima del derecho fundamental al trabajo?