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OPINION

“A los científicos del COVID” – Enrique Santo

  • Escrito por Enrique Santo
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A los científicos del covid

Estimado señor Fauci; no le conozco, pero sé que sabe mucho de genética, vacunas, virus y medicina; entre otras cosas porque es usted un afamado experto en la materia, un científico extricto con el método e íntegro a la hora de proceder. Por ello no deseo, porque no puedo, debatir o cuestionar ningún tipo de afirmación proveniente de cualquier disciplina de su mundo académico, ya que desde el minuto uno su erudición apabullaría mi verborrea, desvelando así mis orgullosas pretensiones al querer siquiera refutar la más mínima de las afirmaciones por ustedes establecidas.

Conozco muchas de mis limitaciones y entre ellas está la de reconocer mi ignorancia en la materia. De los virus sé que existen y poco más. Y sin embargo, incluso después de escuchar sus razones y las de muchos de sus colegas, de ver sus evidencias y demostraciones, mi mente no les cree; no ha sido persuadida por sus argumentos, ni seducida por los fundamentos de sus proposiciones o conquistada por la fuerza de su ciencia porque mi lógica me lleva por caminos divergentes a los suyos, opuestos, discrepantes.

Y usted, con razón, se preguntará ¿Cómo un iletrado en la materia (que es lo mismo que decir, en la verdad) se concede el derecho a dudar de la autenticidad de tantas evidencias expuestas y manifiestas? Pues porque la lógica, que es previa a la ciencia y sin la cual la segunda es imposible e inconcebible, me susurra lo contrario. 

Y en este punto me va a permitir una pequeña digresión al lamentar, cómo alguien en su sano juicio, pudo alguna vez considerar esa básica disciplina llamada lógica, origen y fundamento de la verdad, como una pesada carga para el conocimiento, relegándola al rincón más oscuro de la educación. Pero bueno, misterios de la gobernación.

Siguiendo con el tema, le diré que hace unos quinientos años aproximadamente, un tal Galileo en animada plática epistolar con un cardenal amigo suyo, versaban sobre las características físicas de un lejano pueblo del interior de la actual Turquía. Así, el purpurado afirmaba que tenía datos fidedignos de como los pertenecientes a dicha etnia poseían tal corpulencia que les confería herculea fuerza, de modo que si ponían a girar un huevo en una honda, de la fricción convertían el huevo en huevo duro.

Le respondió Galileo, que sin dudar de la honestidad del cardenal, ya que a él no le estaba permitido mentir por ser pastor de almas y su misión es llevar a su rebaño por el buen camino, él, Galileo, no tenía más remedio que fiarse de la razón y por ello debía aceptar que el tamaño y la fuerza de los hombres es el que es y no solo eso, sino que no es que nunca hubiese visto a un huevo convertirse en huevo duro por girarlo en una honda sino que él estaba acostumbrado a ver lo contrario, es decir, si se pusiese un huevo duro en la honda lo que producía es que este se enfriaba más rápidamente.

Y todo esto viene porque debido a la epidemia que estamos soportando, parece ser que todos los paradigmas de la ciencia médica que siempre nos han declarado con respecto al estudio, síntesis, fabricación, comercialización y aplicación de los medicamentos han sido invertidos, modificados, y transmutados. Lo que antes pareciera rigor se nos dice burocracia; lo que minuciosidad, falta de medios; la seguridad, excesiva cautela. Lo verdadero, lo riguroso, lo sensible con los sufrientes modernos es este nuevo y estricto método, modelo de eficacia y seguridad hasta alcanzar cotas nunca vistas en la historia de la medicina. De ese modo se nos comenta que la velocidad en la consecución de la ‘vacuna’ no es tal, ya que es producto de un riguroso estudio previo de diez años o más sobre el virus en cuestión que facilitó su conocimiento y mejoró la agilidad en los procesos de síntesis. Y así, al escuchar sus argumentos se excita mi ánimo, resucita de nuevo mi fe en la ciencia covidiana y sus sacerdotes. Mi vacilación, suspicacia e inseguridad desaparecen y como el cardenal, declaro y proclamo que la honda calienta el huevo.

Entonces me pregunto cuánto tiempo lleva la ciencia estudiando el virus del sida con cientos de millones de euros invertidos cada año, y reflexiono que sus secretos, por la misma razón, no deberían tener misterio alguno que impida sintetizar una ‘vacuna’ con este nuevo método. Y sin embargo, los enfermos afectados de sida compruebo, siguen condenados en vida a medicación perpetua, enfriándose de golpe mi ímpetu, al discernir y advertir que el beneficio, en el negocio de la salud, está muchas veces por encima de la excelencia, por lo que con Galileo debo exclamar que la honda enfría el huevo.

Afirman que este medicamento, aunque su principio activo sea una molécula de ARNm, es una ‘vacuna’ y que como tal sus principios y mecanismos de actuación están perfectamente estudiados. Por ello nos exhortan a no engendrar temores infundados ni propagarlos sin razón alguna sobre una población desesperada, y mi ánimo me lleva a gritar que la honda calienta el huevo. 

No acabo de terminar de tranquilizarme cuando escucho a otros afamados sacerdotes de la sabiduría proclamar, eso sí, en esquinas y oscuros callejones, que dicho tratamiento asemeja más a terapia génica, (aplicada por primera vez de forma masiva en el ser humano y con unas urgencias que asemejan más, histeria que serena gestión) que a ‘vacuna’, conduciendo mi pensar de nuevo, a dudar que la honda pudiera calentar el huevo. Nos aseguran que este método es un éxito de la ciencia, un nuevo paradigma en el tratamiento y sanación de enfermedades ya que con él se puede aplicar una cura exacta, no sólo para cada dolencia o afección sino incluso para cada paciente, y advierto como mi sangre se altera aceptando que la onda calienta el huevo. 

Pero si es así, ¿por qué no paran de aparecer enfermedades nuevas de las que no se conocen siquiera la causa que las desencadenan y menos todavía la solución? Y parece que esa descripción, es más predicción futura de la evolución de una técnica en sus primeros estadios que situación actual, por lo que su potencial eficacia, que está por demostrar, invita más a precaución y prudencia que a exceso y liberalidad, lo cual, en salud, debería ser un principio inexcusable. Así mi ánimo retorna al enfriamiento del huevo en la honda.

Se asevera que los mecanismos de actuación de la ‘vacuna’ están perfectamente establecidos por lo que no hay margen para la aparición de efectos celulares desconocidos o indeseables y esto es debido a que nunca en la historia de la investigación médica se había puesto tanto celo, esmero y dedicación en la búsqueda de un remedio para un mal concreto. Por lo que juzgo correcto afirmar que la honda calienta el huevo. 

Pero, si implicar los recursos necesarios es suficiente para identificar y conocer todos los procesos involucrados en una terapia concreta ¿cómo es posible que no se conozcan todavía procesos mucho más estudiados como el del cáncer o el de normales actividades celulares que todavía permanecen en la zona oscura de nuestro conocimiento? Y percibo como la honda vuelve a enfriar el huevo.

Se garantiza que la ‘vacuna’ es altamente segura puesto que su estudio ha sido riguroso hasta el extremo, teniendo la precaución de cumplir sobradamente con todos los requerimientos exigidos por los protocolos científicos y médicos, como son las revisiones por pares de cada estudio y la realización minuciosa de todas y cada una de las fases exigidas por las agencias mundiales del medicamento y por ello no hay margen para la aparición de efectos secundarios por lo que cualquier caso que aparezca o será aislado o pura casualidad no imputable a la ‘vacuna’. Y eso me tranquiliza e incita a pensar que la honda calienta el huevo. 

Pero cualquier persona medianamente informada puede certificar como diariamente aparecen informaciones de personas ‘vacunadas’ que vuelven a contraer la enfermedad o de personas aparentemente sanas, que después de ponerse la ‘vacuna’ empiezan a padecer graves dolencias llegando en algunos circunstancias incluso a la muerte y no puedo por menos que decir que la honda enfría el huevo.

Nos certifican que esta ‘vacuna’ tiene garantizada su eficacia y seguridad puesto que son los mismos estados, los que por medio de sus agencias especializadas, velan porque no sea posible ningún tipo de atajo por parte de los fabricantes a la hora de elaborar el producto. El rigor y la vigilancia será aún mayor que en circunstancias normales dadas las peculiaridades de la situación. ¡Es definitivo, la honda calienta el huevo! Pero si eso es así y el producto es tan seguro ¿por qué las empresas farmacéuticas en muchos países están exentas de responsabilidades legales siendo los mismos estados los que asumen dicha responsabilidad? ¿Y por qué las agencias del medicamento califican a este fármaco como experimental? ¿Será que no están al cien por cien seguros del resultado de su trabajo? Por si acaso voy a apostar a que la honda enfría el huevo.

Nos tranquilizan asegurando que aunque se trate de una molécula de ARNm no hay peligro de mutaciones o alteraciones permanentes de ningún tipo porque dicha molécula no entra en el núcleo de la célula donde se encuentra el ADN, además de desaparecer en un tiempo tan breve que no es posible producir reacciones adversas de ninguna clase, reparando así que la honda calienta el huevo. El problema es que existen estudios que apuntan hacia lo contrario como por ejemplo: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2020.12.12.422516v1Y entonces hay algo dentro de mí que me impele a afirmar que la honda enfría el huevo.

Nos advierten los responsables sanitarios de manera casi imperativa, que el único modo de obtener la inmunidad colectiva frente al virus es por medio de la ‘vacunación’. Pero para ello es necesario un último esfuerzo solidario, el de la aceptación del único remedio conocido. La solución existe y está en nuestras manos; los científicos ya han hecho su trabajo, acabarlo depende de nosotros, los ciudadanos, el pueblo, que libre y soberano puede elegir entre vida o enfermedad. ¡Amo a ese cardenal, sea quien sea, que nos aportó tan gran conocimiento. La honda calienta el huevo! 

Pero inútil de mí, que ahora que empiezo a verlo claro no se me ocurre otra cosa que ponerme a leer, y de pasada encuentro algo como que la vacunación no es el único método posible para conseguir la inmunidad colectiva, ya que la evolución ha equipado a la humanidad desde que existe de una característica única para combatir los patógenos: el sistema inmunológico. ¡Galileo ayúdame, porque la honda enfría el huevo!

El verdadero problema reside en que el ciudadano medio no está preparado para enfrentarse a cuestiones complejas y por ello se siente intimidado ante lo nuevo, ante lo desconocido. Cuando la ciencia actúa con todo su rigor es infalible, cuando aplica todos los protocolos establecidos a la hora de enfrentarse a un problema, el único resultado posible es la verdad, convirtiéndose sus conclusiones en dogmas sobre los que se asentará el conocimiento de las generaciones venideras. Por ello, cuando todo el sistema científico afirma que el tratamiento de la vacuna es eficaz, seguro y el único remedio conocido no es posible dudar de tal conclusión, del mismo modo que no se duda de la redondez de la tierra o de que 2+2=5. Por ello, la humanidad debe someterse a tal veredicto del mismo modo que se somete a la tiranía de la gravedad. Y así, definitivamente podemos zanjar el tema afirmando que la honda calienta el huevo.

La cuestión es que la ciencia, para avanzar honestamente necesita de humildad porque lo opuesto es tiranía e inquisición. La ley de la gravedad de Newton fue asumida como absoluta y aceptadas las conclusiones que de ella emanaban por el cien por cien de los científicos, sabios, eruditos, filósofos… durante casi trescientos años. Pero resultó que dichas conclusiones y consecuencias afirmadas por la totalidad de los sabios fueron erróneas. ¿Y debemos creer a pies juntillas que un medicamento creado con urgencia, basado en unos principios todavía en mantillas, que está presuntamente provocando innumerables efectos adversos, incluso de muerte, que es puesto en duda por una parte de la comunidad científica… debe ser asumido sin oposición? Por favor, un poco de humildad académica, porque con modestia y sencillez se puede llegar a derribar corazones que ni toda la verdad del mundo sería capaz de reblandecer. En fin, parece que la postura oficial tiene más de tribunal de Santa Inquisición que de honesta premisa científica, por lo que debemos concluir que el huevo nunca fue calentado en la honda.

Y una última reflexión. Se acusa a todo aquel que osa dudar de los beneficios de este experimento global de oscurantista, negacionista, irracional o peor, de intentar confundir a la población con argumentos no científicos de una manera totalmente irresponsable sobre un tema tan importante como es la vida de las personas. Pero, ¿es eso cierto? o más exactamente ¿es esa toda la verdad? Porque me gustaría detenerme en un solo punto para no extenderme más. Si estos comités medicocientíficos, autoridades políticas y sanitarias, medios de comunicación globales, redes sociales… en vez de promover una ‘vacunación’ masiva mundial propusiesen una ‘terapia génica’ masiva mundial ¿creen que la gente estaría deseando inocularse el patógeno como lo están ahora? 

Entonces, ¿Quién se aprovecha de quien? ¿Informan de la verdad al ciudadano antes de inyectarle? ¿Quién manipula realmente? ¿Quién es el oscurantista al usar el buen nombre y la confianza en un tipo de medicamento concreto con el fin de aprovecharlo para sus propios fines? Se nos trata como a niños y por eso se nos niegan verdaderos debates técnicos que nos impidan tomar decisiones libres y razonadas, porque lo realmente penoso y peligroso, es que el fin último es conseguir ser la voz de los ciudadanos, que no pensemos por nosotros mismos y para conseguirlo es fundamental esconder tan profundamente la verdad como se pueda para hacerla inaccesible. Una sola voz, un solo camino, lo demás es caos y anarquía y eso no se puede permitir.

Pues lo siento señor Fauci, pero reconociendo incluso que posiblemente tenga usted razón, por ahora no me pienso inocular porque para mí es más beneficioso vivir tranquilo que supuestamente seguro y sano.

Atentamente enrique santo.

PS: Y si hablamos de mascarillas, confinamiento o pcr el panorama no es que sea sombrío y desolador, es que directamente habría que dudar que la luz exista.

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Pedro Maria Burguete Ollo
Pedro Maria Burguete Ollo
2 años

Usted es un sinvergüenza, tan simple, por jugar y mentir a los ciudadanos, me permita que yo los vacune a todos los elitistas, perros rabiosos de genocidio.

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