• La opinión de José Miguel Ruiz Valls, escritor y colaborador habitual de euskalnews.com
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¿POR QUÉ SE HAN PINCHADO LOS QUE SE HAN PINCHADO?

Hace años, a una conocida le diagnosticaron “Esclerosis”. Yo había leído, en la página de la asociación “Mercuriados”, que los síntomas pueden confundirse con los del envenenamiento por mercurio ya que, tanto en uno como en otro caso, lo dañado es el “Sistema Nervioso Central”. Según se decía en esa página, el envenenamiento por mercurio puede ocurrir por inyectar vacunas elaboradas con “Timerosal” y también por parchear muelas con “amalgamas de plata” (Amalgamar no es otra cosa que mezclar mercurio con otro metal).

Tras confirmar que coincidían en ella ambas circunstancias (Tenía varias amalgamas en su boca y la vacunaban, cada año, contra la gripe, por ser diabética), hablé con su marido y le sugerí que interesara un análisis de metales pesados. –¡Fíjate si tu mujer se cura, haciendo algo tan sencillo como sacar esas muelas envenenadas y tomar algún quelante!- Pensé que se alegraría, o por lo menos, que se sentiría esperanzado. Lo que no pensé es que se enfadaría, que es lo que hizo. Hoy la mujer solo sale de casa para ir al “centro de día” (Y no es que vaya, la llevan).

Hace menos años, le tocó a una persona más cercana. Digo “le tocó” porque, para muchos médicos, la escleroris y otras muchas enfermedades son como una lotería macabra –Cosas de tu genética, “tatocao”- Hablé con su mujer y le dije lo que había leído (Yo sabía que él tenía varios dientes sellados con amalgama). Desde entonces no me habla.

¿Cómo es posible que se enfadaran conmigo ambos consortes, si lo único que hice fue darles, gratuitamente, una información, que yo tenía, por haber pasado muchas horas investigando? ¿Por qué no se atrevieron a solicitar el análisis de metales? Pues porque era tanto como dudar del diagnóstico recibido, y dudar del diagnóstico era tanto como dudar de la autoridad de su médico. De manera indirecta, sin pretenderlo, desafié el principio de autoridad (Que en lógica no es más que una falacia, un error) ¿Se enfadaron porque tienen fe en la autoridad y yo miné esa fe con mis palabras? No, es el miedo y no la fe lo que hace que las personas se atengan a todo lo que dispone la autoridad, sin cuestionarlo. La prueba es que, cuando le hablo a alguien del dióxido de cloro, lo primero que me pregunta es -¿Se podría enterar mi médico, si lo tomo?-

Los médicos forman parte del sistema nacional de salud, y se pretende que los sistemas nacionales formen parte de un sistema mundial llamado OMS, cuya corrupción es más que evidente. Los médicos están llamados a ser las máximas autoridades, por encima de los políticos, pues ya hemos visto que, en caso de emergencia sanitaria, cualquier cosa que se les ocurra, se ejecuta sin cuestionamiento. Multas, palizas, encarcelamientos, secuestros (Tanto de vivos como de muertos), eutanasias forzadas; de todo eso hemos tenido durante estos dos últimos años (¿No eran los nazis los que hacían esas cosas?). ¿Y qué les hace falta para decretar una emergencia sanitaria? ¡Les basta con un resfriado!

Puede que alguien piense que el primer sistema nacional de salud se inventó “con fines nobles”. No voy a entrar en eso pues, a estas alturas, ya es del todo irrelevante. Lo cierto es que hoy es un incuestionable centro de corrupción. Si la idea inicial fue hacer un fondo común para atender a los más débiles, la idea actual es “fabricar débiles” para saquear ese fondo. ¿Quién no ha visto a alguna persona mayor, saliendo de la farmacia, con una gran bolsa de plástico llena de cajitas amputadas? ¿Quién paga todo eso? ¿Cómo vas a decirle a esa persona que se informe, antes de aceptar que le inoculen un mejunje experimental? –Si quieren matarme- te dirá -¿No podrían hacerlo igual con cualquiera de estas cajitas?-

Es duro decirlo pero, los que se han vacunado, lo han hecho porque se sienten atrapados por la farmacopea, porque no conciben vivir sin drogas farmacéuticas, porque son drogadictos y temen enfadar a sus médicos, a sus “camellos”. Cuantas más recetas rellena el médico, más comisiones obtiene, más logran vender las farmacéuticas, más debe pagar la Seguridad Social, más efectos adversos para el “cliente” y más recetas para tratar esos efectos adversos. ¿Cuál es el límite? Es un misterio, si tenemos en cuenta que, en un país arruinado, como es España, que no puede pagar las ayudas a los dependientes, no han faltado “millones para el covit”.

Hace pocos días me enteré de que murió, en mi pueblo, una persona de mi misma edad, de “mi quinta”. Problema cardiaco. Pauta completa. -Cosas de la genética, “leatocao”- Comenta la gente, en la cola de la farmacia. Ya sé que están arruinando el país y encima nos echan la culpa a los que no queremos tragar los mejunjes, pero no te enfades con ellos. Bastante tienen con lo que tienen. Muchos se acuestan, cada noche, temiendo no despertar. ¿Puedes concebir un sufrimiento mayor? Si les hablas del dióxido de cloro, verás el miedo en sus caras y les oirás decir -¿Y si lo tomo y se entera mi médico?-. Pero también es verdad que ver las caras alegres de los que se van liberando, compensa, con creces, cualquier enfado que te puedas encontrar.