SOBRE FRANCISCANOS Y BENEDICTINOS

¿Es lo mismo decir “cristiano” que decir “católico”? Millones de protestantes te responderán, rotundamente, que no, que no es lo mismo. ¿Qué los diferencia? Millones de protestantes te responderán que los diferencia la corrupción, que protestantes son aquellos que renegaron de la iglesia católica cuando entendieron que estaba completamente podrida. ¿Qué les ayudó a entender? ¿Qué les dio el espaldarazo? Ser testigos de la depravación de su casta. (Por sus hechos los conoceréis).

Cristiano sería pues aquel que sigue la pura enseñanza de Cristo y católico el que sigue el dictado del papa y su casta, aunque no tenga en cuenta lo que enseñaba Cristo, aunque lo contradiga (Aunque lo invierta). Protestante sería el que, encontrando contradictorio seguir a Cristo y seguir a su líder religioso, se vio “obligado a optar”, a salir de una iglesia invertida, demoníaca. La corrupción puso en evidencia la contradicción, pues es lo más opuesto a la práctica de la pobreza, que es lo que enseñaba, lo que mostraba Jesús. (“Pobreza” que nada tiene que ver con “miseria” pues, en sentido cristiano, la pobreza es, tan solo, la disminución de la atención hacia lo material, lo cual hace posible que aumente la atención hacia lo espiritual).

Siglos después de aquel primer cisma protestante, estamos siendo testigos de un nuevo cisma en la Iglesia Católica, entre los que podríamos llamar “franciscanos” (Partidarios del papa Francisco) y “benedictinos” (Partidarios del papa anterior). ¿Cuál ha sido el hecho depravado que lo ha motivado? El hecho de que Francisco utilizara su cátedra para publicitar productos farmacéuticos de dudosa calidad, empleando, además, el perverso eslogan “hay que vacunarse por amor”, pues siendo que “Dios es amor” ¿No era tanto como decir “Hay que vacunarse porque lo ordena Dios”? ¿Cómo puede dormir ese hombre viendo, cada día, el reguero de muertos que está causando esa misma vacuna que él ha promocionado? Pues cabe suponer que como otros muchos que hicieron lo mismo (por amor al dinero): Con drogas sedadoras de conciencias, con pastillas para dormir (que impiden despertar).

La insuperable corrupción del papa ha provocado que, muchos que se consideraban cristianos y católicos, se hayan visto “obligados a optar”, a hacerse protestantes. Para unos (Los de espíritu más fuerte) es el espaldarazo que necesitaban para salir de un camino que ya intuían torcido. Los más débiles, a lo que se han visto obligados es a autoengañarse, a creer que el papa es el único “malo” y que todo se arreglará cuando se vaya (o lo echen) de la silla de Pedro. ¿Acaso no fue elegido por la mayoría de cardenales? ¿No es “mala” también toda la casta que lo sigue sosteniendo?

El cisma provocado por el “papa negro” divide ahora a los católicos en: Franciscanos (Dispuestos a seguir el dictado de la casta, sea cual sea, incluso si amenaza su integridad, su vida) y benedictinos (Divididos a su vez en: “Benedictinos anti-papa”, que son los que se atreven a llamar “satanista” a Francisco y creen que lo arreglarán todo eligiendo a otro; y “benedictinos anti-Concilio Vaticano II”, que son los que admiten que también está podrida gran parte de la iglesia y creen que puede arreglarse haciendo un “reset” y volviendo al concilio anterior). Ni unos ni otros tienen el coraje, la fortaleza suficiente para admitir que el catolicismo es corrupto desde su origen (desde que lo inventó aquel astuto emperador romano que nunca fue cristiano) aunque muchos anti-concilio están cerca. ¿Es duro admitir que uno ha estado, toda la vida, engañado? Puede pero ¿Es menos duro no admitirlo y seguir siendo engañado? Si lo admites liberas tu presente y tu futuro. Si no lo admites, no liberas nada.

Fuera de toda católica confusión, liberados, están los verdaderos cristianos, que son los que tienen claro que la corrupción es, tan solo, el efecto de no practicar la pobreza cristiana (que nada tiene que ver con la miseria pues si la pobreza surge del desinterés por lo material, la miseria surge de lo contrario).

José Miguel Ruiz Valls