• Escrito por Fernando López-Mirones, biólogo, divulgador científico, director y guionista de cine documental, escritor y profesor en la Universidad Complutense (Madrid)
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DOSIS DE CORDURA

Apreciados aulladores:
Hago un llamamiento a ustedes para que no decaigan. Sé que muchos están muy cansados tras tres años de lucha contra todo, pero vivimos un momento importante porque millones de hispanos están despertando AHORA. Ellos nos buscan para encontrar explicaciones en este momento, y no lo hicieron antes porque creyeron. Si cuando nos buscan nos encuentran enfadados, hastiados y peleándonos entre nosotros, los perderemos para siempre. Como hicieron los primeros cristianos y los misioneros durante siglos cada vez que predicaban en un nuevo lugar, en un poblado distinto, empezaban el relato desde el principio, una y otra vez, pero siempre con suavidad, hablando de amor, perdón, paz e igualdad. Si lo primero que oyeran los que jamás escucharon nada sobre Dios fueran palabras sobre infierno, castigo, sacrificio y consumo de carne y sangre o adoración a bebés, saldrían pitando.

Esos misterios son para iniciados, lo primero es lo primero. En el relato de lo acontecido desde 2020 para los que recién dudan debe haber comprensión, cariño, acogimiento. Bastante duro es haber sido engañados por tus médicos de confianza, por tus ídolos televisivos y por tus propios amigos y familiares como para que cuando quieran reflexionar se encuentren con una disidencia hostil y chillona, vengativa.

El relato oficialista ofrece un placebo confortable, “todo pasó gracias a las vacunas”, “usted está seguro”, “no tema”, “no pasa nada”, “nadie está muriendo por inyectarse”, “hizo usted bien”, “se han salvado vidas gracias a usted”… es todo mentira, pero creerlo consuela. Si a este discurso falaz pero feliz, oponemos uno negativo, donde los llamamos “borregos”, donde incluso los culpamos y les decimos que van a morir todos, con enorme soberbia creyéndonos superiores ¿creen que se unirán a nosotros? No, perderemos una oportunidad histórica. El que esté fatigado que dé un paso atrás, tome aliento, y regrese cuando sea capaz de volver a ser eficaz en la promulgación del mensaje.

Tampoco estoy de acuerdo en airear rencillas internas de eso que se llama “disidencia” y a la que cada vez veo más deteriorada. En las familias, los trapos sucios se arreglan en privado, hace daño y divide enfrentarnos entre nosotros incluso teniendo razón. No me importa si eres arquero, caballero, amazona, piquero o arcabucero, los quiero a todos a mi lado porque el NOM es un enemigo formidable. Un predicador cabreado favorece al enemigo, cállese si está agotado.

Los recién llegados todavía no saben qué fue SARS-CoV-2, ni a qué se llama COVID-19; ignoran que las vacunas no lo son, no saben que nunca fueron aprobadas, desconocen que mueren más personas en 2022 vacunadas, que en 2020 sin inocular; no saben que las PCR eran una estafa, tampoco que las estadísticas que les dieron estaban manipuladas…

Tenemos que explicarles con la serenidad de quien tuvo razón, no con el rencor de quien fue ignorado. Veo a muchos atrapados en una disidencia obsoleta, profesionalizada, ya no tienen otra profesión ¿qué hacían en 2019? No saben dejarlo, pero tampoco saben divulgar porque solo hablan para los suyos, los avanzados; ignoran que el terreno inexplorado está delante, no a los lados. Ahora hay más inoculados receptivos que nunca, desaprovechar esta mina de nuevos activistas es estúpido. También lo es pretender ocupar el puesto de profesionales que ya se unieron a nosotros.

Ya hay miles de médicos y biólogos disidiendo ¡déjenlos hablar!, ya hay legiones de sanitarios y farmacéuticos ayudándonos desde dentro, ya hay divulgadores profesionales que ya lo eran antes, trabajando, ya hay cientos de periodistas honestos luchando a nuestro lado ¡no los quiera suplantar, déjelos hacer su trabajo!

Cada uno, que ayude honestamente con lo que sepa hacer, hace falta de todo; necesitamos voluntarios para organizar eventos, para repartir pasquines, para traducir, para compartir contenidos, para recopilar y guardar en discos duros, para conducir furgonetas, para hablar a sus vacuñaos con criterio… todos tenemos algo que hacer sin necesidad de buscar notoriedad forzada; un ejército donde todos quieren ser generales será un desastre, que hagan de oficiales los que ya lo eran desde hace años.

De modo que, con los neonegas, más vale un silencio que un reproche. Hay que hacer proselitismo inteligente, atractivo, mostrando nuestra mejor sonrisa y conocimientos. El predicador del “ya te lo dije, borrego” hace daño a la causa de la libertad. Pongámonos en el lugar de nuestros hermanos engañados y recibamos su regreso con júbilo. Un aullido.