El verdadero infierno
Escrito por José Miguel Ruiz Valls
EL VERDADERO INFIERNO
Todos sabemos distinguir lo bueno y lo malo. Todos sabemos perfectamente lo que es “el bien” y lo que es “el mal”. Es ese un conocimiento que llamamos “conciencia” o “consciencia”, que nos viene “instalado de fábrica”. Pero todos podemos actuar en consonancia con ese conocimiento o en disonancia: Es lo que llamamos “libre albedrío”. Actuar mal supone engañarse, pensando que se puede desconocer lo que se conoce, y engañarse es una falta de amor hacia uno mismo. Es por eso que, siempre que uno actúa mal, se siente mal.
Nos sentimos bien si actuamos bien y nos sentimos mal si actuamos mal. Es así de simple. ¿Por qué elegiríamos pues actuar mal? Porque, en vez de hacer caso a ese “conocimiento original”, hacemos caso a un pensamiento que nos dice -No te preocupes si te sientes mal, ya obtendrás tu recompensa- y aceptamos sentirnos mal ahora con la esperanza de sentirnos bien más adelante. Pero si puedo sentirme bien ahora, haciendo el bien ¿Por qué voy a aceptar sentirme mal ahora, a cambio de un “sentirse bien” futuro, que además es hipotético. ¿O es que nos convenció ese pensamiento de que, en el futuro, podremos sentirnos “mejor que bien”?
Sentirse mal en el presente, para sentirse bien en el futuro, es eso que llamamos “sacrificarse”. Uno hace el mal, engañado por su mente, que le promete felicidad futura, y se siente mal. ¡Aparece lo que llamamos “sentimiento de culpa”! Todos nos sentimos culpables al hacer el mal pero todos podemos fingir lo contrario. Sentir culpa, sentirse mal, es inevitable para el que elige el mal porque nadie puede borrar el conocimiento que traemos instalado de fábrica. Puedes llamarlo la ley del karma: Una ley universal contra la que nada puede ninguna ley humana, por muy globalista que sea.
Cuando Uno se siente mal, es normal que se plantee quitarse la culpa de encima. La manera obvia es compensar el mal hecho, equilibrar la balanza. Llámalo “Justicia Ideal o Divina”: Es la posibilidad (el poder) de cancelar la mala onda con buena onda y quedar en paz. Pero según la justicia humana, cabe otra posibilidad, que es aceptar un castigo por la mala actuación. Así, puede que Uno opte por meterse a costalero, por ejemplo, e intente reparar sus males haciendo pasar un paso por una puerta por la que apenas cabe. ¿Por qué no hacer la puerta más grande o el paso más pequeño? Porque se sufriría menos y ese no es el plan. Hay que sufrir, de verdad, para poder decirle a Dios -¡Mira cuánto sufro, perdóname ya y concédeme vivir en paz!- .
A los que prefieren actuar mal bien podemos llamarlos “malvados”. Ellos han diseñado toda una “Cultura del Sacrificio”. Se obligan a sacrificarse, a sufrir, y se obligan a creer, consecuentemente, que sufrir es bueno, que el sufrimiento les servirá para obtener un premio futuro, que podemos llamar “Cielo” o “Paz” pero ¿”Sufrir es bueno” no es lo que diría un masoquista? Y si sufrir es bueno para ellos ¿No lo será también para el resto? Así, no tienen ningún problema en hacer sufrir a los demás porque creen que todo sacrificio tiene su recompensa; porque creen que, el sufrimiento que generosamente reparten, también servirá para que sus víctimas ganen el cielo.
Los malvados, los que prefieren cumplir una penitencia a ofrecer una reparación (No por casualidad nuestras cárceles se llaman “centros penitenciarios”) levantaron una “civilización” basada en el sufrimiento. Sufren y ofrecen su sufrimiento a Dios como sacrificio reparador; pero si Dios lo aceptara ¿No estaría favoreciendo, fomentando, alimentando el mal? Si Dios admitiera ese trueque, ellos podrían llegar a pensar en hacer más mal y ofrecer más sufrimiento para obtener premios aun mayores y eso ya sería la locura total; pero lo cierto es que nunca nadie se ha vuelto totalmente loco porque el conocimiento del bien y del mal es imborrable: es la garantía que se nos instaló, en fábrica, que impide que el sufrimiento pueda ser infinito, que imposibilita que la justicia humana pueda construir un verdadero infierno.
Tarde o temprano, Uno siente que el sufrimiento es insoportable y se cansa de esperar un futuro que nunca acaba de llegar. Es el sufrimiento desesperado, desesperante, que le lleva a comprender que lo importante es cómo Uno se siente y no cómo se piensa. Es el paso de la inconsciencia a la consciencia (o conciencia). Hay quién lo llama “Iluminación”. Nuestros abuelos lo llamaban “Más vale pájaro en mano”. ¿Cuánto sufrimiento hace falta para llegar a comprenderlo? Eso depende de cada Uno.
José Miguel Ruiz Valls
¿ESTAS HABLANDO DE LA MAFIA RELIGIOSA?…”El que quiera dejar de creer en “Dios”, solo tiene que leer el Antiguo Testamento” ( S.Freixedo ), leyendolo, es facil comprender porque estamos programados en un valle de lagrimas, cuanto mas sufras ahora , mas Cielo y Felicidad tendras cuando te mueras, capullo !!
El verdadero Infierno lo tenemos a la vuelta de la esquina , se llama DICTADURA PLANETARIA , para algunos el ” Nuevo Orden Mundial ” .
Que el creador del Universo nos pille confesados a todos/as . Todos somos culpables de esta locura mundial . El Infierno lo creamos nosotros con nuestra indeferencia , pereza mental , envidia , venganza , odio y otras porquerias mentales .
En el interior de todo ser humano hay 2 lobos continuamente enfrentados : un lobo bueno y un lobo malo . . . ¿ quien gana esa batalla ? , aquel que tu alimentes . . .
Saludos.