Escrito por José Miguel Ruiz Valls

LA CÁRCEL DE UN REY

Hoy he visto a un rey en mitad de una “cajoneada” pero no es el hecho de ver a un rey tocando flamenco lo que me ha llamado la atención: Lo que me ha impresionado es ver que solo movía las manos. Lo rodeaban decenas de personas, tocando cajones también. Todos movían la cabeza, los pies, los hombros, o por lo menos, las caderas; porque todos sentían, en su interior, el ritmo que estaban marcando, y sus gestos corporales, su comunicación no verbal, lo evidenciaba. Pero el rey apenas movía las manos y al cabo de unos segundos ni eso: Tras unas pocas palmadas se ha rendido mientras todos los demás seguían la juerga. No ha podido aguantar el ritmo. Ha evidenciado que no sabe divertirse y, si no sabe es, lógicamente, porque nunca ha aprendido, porque nunca se ha divertido realmente.

Hay personas que ansían “vivir como un rey” pero ¿Qué es vivir como un rey? ¿No piensan más bien, esas personas, en comer, beber, follar y drogarse, desenfrenadamente? Hacer todo eso a voluntad y con “productos” de primera calidad. ¿No es lo que se supone que siempre pudieron hacer los reyes y no el resto? Poder realizar sus ocurrencias, sabiendo que es inimputable, que nadie puede encarcelarlo, no ha sido siempre una prerrogativa real? Con todo eso ¿Es posible que un rey no sepa divertirse? Puede que divertirse no sea su objetivo, que haya consagrado su vida a otra cosa pero ¿A qué cosa? ¿A la patria? ¿Qué es la patria? ¿Es una reivindicación de independencia, una afirmación de soberanía frente al mundo? ¿Es eso lo que propugna la agenda globalista que él defiende?

¿Cómo puede un rey, que no tiene superiores, que no responde ante nadie (De ahí la frase “Por la gracia de Dios”) secundar un plan que supone la privación, la expropiación de su poder real? Si el globalismo vence, el rey dejará de ser “un ser sin superiores”, dejará de ser “un ser que solo responde ante Dios”. Puede que, los empresarios que tomen el mando, le permitan seguir con su estilo de vida; puede que incluso le permitan seguir llamándose rey pero todo rey sabe que ser rey es no tener a nadie encima, no tener que cumplir órdenes de nadie. Eso es sentirse realmente libre ¿no? ¿No tratarías de sentirte siempre así, de ser rey?

Vender, entregar a otro la posibilidad de sentirse libre, a cambio de comer, beber, follar y drogarse ¿No es esclavizarse? ¿Por qué celebraría un rey tal negocio? ¿Por qué entraría en la jaula por su propio pie? ¿No es una jaula de oro “tan jaula” como cualquier otra? ¿No es porque valora más las cosas materiales que la libertad? Para un materialista, vender la libertad, vender el alma, no es nada traumático. Para un materialista, la cosa es tan sencilla como elegir lo que vale más dinero y desechar lo que menos vale. ¿Qué puede valer el alma para quién cree que no existe? Pero el caso es que, sentirse libre, es el único requisito para poder divertirse realmente. ¿Quién no se ha sentido libre cantando aquello de “Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley”?

Hoy he visto a un rey soso, insulso, agarrotado, incapaz de marcar el ritmo. Supongo que es porque sabe que nunca podrá pasarlo realmente bien si vencen los globalistas a los que él apoya. Ha intentado ser campechano pero no ha sabido, no le ha salido “de dentro” y es comprensible: Fue preparado para vender la patria, no para divertirse.

José Miguel Ruiz Valls