¿Suspensión de pagos en EEUU?
Escrito por Germán Gorraiz, analista
¿Suspensión de pagos en EEUU?
El enconamiento visceral de demócratas y republicanos en EEUU podría hacer que no se alcanzara el necesario acuerdo para elevar el techo de deuda de EEUU y así evitar ‘in extemis’ la suspensión de pagos o default, con lo que se podría repetir el jueves negro de Wall Street (crash bursátil del 24 octubre de 1929).
El pasado 19 de enero Estados Unidos alcanzó su techo de deuda al superar la barrera de los 31,4 billones de dólares y rebasar su límite legal de endeudamiento, es decir, “la cantidad de dinero que el Gobierno estadounidense está autorizado a pedir prestado para hacer frente a sus obligaciones legales, como son el pago a la Seguridad Social”.
EEUU adolece de una endémico déficit presupuestario debido a su miopía geoestratégica que le impele a ser el gendarme de un Mundo Unipolar, obsesión enfermiza que se traduce en incrementos exponenciales en las partidas anuales destinadas al gasto militar siguiendo los dictados del verdadero Poder en la sombra, bautizado por Eisenhower como “el complejo industrial- militar” y liderado en la actualidad por megaempresas como Lockheed Martin, Boeing, Raytheon, Northon Grumman y General Dynamics que se nutren de cuantiosos contratos públicos y que emplearían a cerca de 600.000 trabajadores.
El órgano político con potestad para establecer un nuevo déficit presupuestario en Estados Unidos es el Congreso, pero dado que los republicanos controlan dicha Cámara desde las elecciones de medio mandato del 2022, Joe Biden deberá aplicar fuertes recortes del gasto en partidas tan sensibles como la seguridad social a cambio del apoyo republicano para aumentar dicho techo de Deuda.
En esta tesitura, asistimos a la adopción por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen de medidas extraordinarias que permitan cubrir los gastos que el Gobierno ya tiene comprometidos en el corto plazo pero que tan sólo alcanzarían hasta el próximo 5 de Junio y caso de no alcanzarse un acuerdo bipartidista, EEUU incurriría en el default o suspensión de pagos, situación inédita que acarrearía un shock mundial y que podría desembocar en un nuevo crash bursátil que por mimetismo se extendería a todas las Bolsas mundiales aunado con el hundimiento del dólar.
Dicho estallido bursátil tendría como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió el jueves negro de Wall Street) y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras con tasas de paro desconocidas desde el 2009.
Asimismo, asistiremos al finiquito del consumismo compulsivo imperante en la pasada década debido a las tasas de inflación galopantes y a la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, lo que unido al deterioro progresivo de sus condiciones laborales provocará frecuentes estallidos de conflictividad laboral y la agudización de la fractura social, quedando diluidos los efectos benéficos de las pretéritas medidas sociales de “Papá-Estado”, al darse por finiquitado el estado asistencial.
Finalmente, el escenario post-batalla se terminará de dibujar con unos incrementos espectaculares del déficit Público y de la Deuda Externa y el estancamiento de la crisis económica mundial, lo que representará el retorno al proteccionismo, la consiguiente contracción del comercio mundial, el subsiguiente finiquito a la globalización económica y el retorno a escenarios económicos de compartimentos estancos.
Germán Gorraiz López – Analista