La esclavitud regresó (literalmente) de la mano del primer presidente negro de Estados Unidos
Barack Obama fue elegido presidente unos 143 años después de la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos. Mientras los afroamericanos miraban con lágrimas en los ojos el discurso de Obama en la noche de las elecciones de 2008 en el Grant Park de Chicago, nadie podría haber imaginado que el primer presidente negro de Estados Unidos dejaría su propio legado de esclavitud en África.
En 2011, incitado por la secretaria de Estado Hillary Clinton y un puñado de otros asesores, Obama ordenó una serie de ataques aéreos de meses de duración que facilitaron una campaña de cambio de régimen respaldada por la OTAN que derrocó al presidente libio Muammar Gaddafi.
En lugar de marcar el comienzo de la democracia liberal y la prosperidad, el derrocamiento de Gaddafi dejó al país fracturado, con dos gobiernos rivales y varias milicias compitiendo por el poder. El cambio de régimen de Obama marcó el comienzo de una era continua de caos, con algunos de los mayores males resultantes infligidos a los negros africanos.
Esos males comenzaron durante la guerra, cuando el racismo se cebó contra las milicias negras que formaban parte del ejército regular libio, lo que desencadenó una ola de racismo y motivó que fueran presa fácil de diversas atrocidades, incluidas palizas, violaciones y linchamientos. Las fuerzas pro norteamericanas en Chad y Sudán también se sumaron a estos pogromos africanos.
Hogar de 30.000 personas, Tawergha era una próspera ciudad poblada por descendientes de esclavos negros que fue saqueada y sus ocupantes agredidos hasta el punto de convertirla en una ciudad fantasma, étnicamente limpia.
En 2017, seis años después de la muerte de Gaddafi, la propia CNN capturó una dimensión nueva de la miseria impuesta a los negros como resultado del cambio de régimen de Obama: transmitió un video de dos subastas de esclavos al aire libre organizadas en Libia. “Muchachos grandes y fuertes para el trabajo agrícola”, dijo un subastador. Se compró un trío de negros por 400 dólares cada uno.
Refiriéndose a Libia, Hillary Clinton se jactó una vez: “No perdimos ni un solo estadounidense en esa acción”. Eso no es un consuelo para las familias de los civiles asesinados por las bombas estadounidenses, o los esclavos de hoy en día y otros en Libia que continúan pagando un alto precio por la campaña de cambio de régimen ilegal, miope, deshonestamente promovida e ilegal de Obama.
La situación es tan grosera, que hasta la ONU informó que tras una sesuda investigación de tres años encontró que “la detención arbitraria, el asesinato, la violación, la esclavitud, la esclavitud sexual, el asesinato extrajudicial y la desaparición forzada” se han convertido en una “práctica generalizada” en Libia.
«Los migrantes, en particular, han sido objeto de ataques y hay pruebas abrumadoras de que han sido sistemáticamente torturados. El informe dijo que había motivos razonables para creer que la esclavitud sexual, un crimen de lesa humanidad, se cometió contra los migrantes.»
Por supuesto, en el informe, no se menciona ni por una sola vez la responsabilidad de los Estados Unidos y la OTAN, y la del propio Obama, en el genocidio libio.
Fuente (vía mpr21): Stark Realities