• Escrito por Enrique Santo
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Señor Prigozhin, es usted un traidor

Como anhela la cierva las corrientes de agua, así te añora mi alma ¡Oh Dios!

Señor Prigozhin, usted no me conoce y probablemente nunca leerá estas letras pero aún así no me resisto a callar. Mi conocimiento de usted proviene más del mundo de la propaganda y la adulación que la del estudio o la investigación por lo que su imagen está envuelta en un halo de leyendas, hazañas y exabruptos, que no parecen motivo para dar relevancia a cualquiera de sus actos o testimonios, pero después de su última escenificación, eso ya no es posible. Ha cruzado el Rubicón, a pasado de heroe a villano y de mortal a pretender morar en el Olimpo, pero mas bien, al Tártaro del Hades se precipitará y allí con sus tropas, al protector Cerbero se unirá, para evitar que los vivos puedan entrar o los muertos escapar.

Si los hechos que nos conciernen fuesen parte de un conflicto entre dos países en el otro confín de Europa, allá se las entiendan. O si fuese combate por la supremacía mundial entre dos hegemones, importaría lo mismo que la guerra de los Bóers o las conquistas de Tamerland. Pero no es eso lo que tratamos, que también, eso son nimiedades, bagatelas , menudencias. Lo que se dilucida es la civilización tal como la conocemos, el mundo que nos dejaron nuestros ancestros desde el origen de los tiempos ¿sobrevivirá o será devorado por ese credo de nuevo cuño, ideario humano de mentes retorcidas con el que nos quieren subyugar? De lo que se trata es de Cristiandad o Satanismo; Ángeles o Demonios; Dios o Belial; y esto no significa que una victoria rusa implique el advenimiento del Reino de Dios a la tierra pero sí la creación de un muro de contención al maligno avance.

Y por eso, con su deleznable actitud, se ha convertido de la noche a la mañana en el segundo mayor traidor de la historia después de Judas, porque no solo ha traicionado a los hombres o a su patria, ha traicionado al mismo Dios. A partir de ahora su nombre quedará asociado a ese selecto grupo de individuos que antepusieron su egoísmo al bien común, que prefirieron la ignominia al sacrificio por la comunidad, que abrazaron la mezquindad antes que el martirio de los héroes.

Empecé a conocerle (ya no sólo por su fama o acciones lejanas) a partir de la batalla de Bakhmut. Ese afán de protagonismo, y por encima de todo, dos detalles que en ese momento achacaba a una fuerte personalidad que por algún lado debía supurar. En primer lugar, la facilidad para el improperio, el insulto y la descalificación principalmente para ciertos personajes, siempre por encima de su escalafón y que usted justificaba como lenguaje propio de luchadores. El segundo, es la facilidad para destacar su mantra favorito; ‘sólo yo’, ‘sólo Wagner’, pero no a la manera de Santa Teresa con su «sólo Dios basta» o del hermano Rafael con su «sólo Dios» donde se abandonan a la protección del otro, en este caso, su amado. Aquí la omnipotencia y la omnipresencia es garantizada por esa humana confianza de su egolatría superlativa. Y reconozco que aún diagnosticándole correctamente no le vi venir.

Y así, una vez terminada la faena, vencido el fiero enemigo e instalado en los cuarteles de verano, rodeado de sus fieles seguidores, el mundo se le quedó pequeño y sin solución de continuidad empezó a vislumbrar la ocasión de saldar cuentas, dirimir rencillas, convirtiéndose en juez de su causa, emitiendo un veredicto: ‘la marcha de la justicia’. Nadie podría alegar indefensión, su palabra es ley sostenida sobre espaldas de héroes ¿Quién podría refutarlo? Pero eso fue mera justificación, no el motivo de sus actos, porque si algo le inspira más que sus enemigos es su ego. Y mientras esperaba esa llamada suplicante para salvar la patria, desde el frente las noticias informaban que ese soldado raso, al que tanto desprecia y odia por vulgar y prescindible, estaba derrotando, no sólo al fanático adversario sino a toda la tecnología del mundo occidental y además osaba contraatacar haciendo retroceder a ese demonio rival y eso no lo podía aceptar y en su impotencia, sus vientos rolaron a traición.

Pero un traidor es mentiroso por naturaleza, de modo que si hay que desprestigiar, se desprestigia, y sin saber como ni por qué, nos alerta que la sagrada tierra rusa estaba siendo profanada por hordas de fanáticos guerreros. ¡Sacrilegio! Sus embestidas, advierte, son imparables, el defensor ejército de reclutas se retira al tiempo que torpes gobernantes demuestran su ineptitud actuando con negligente desidia cuando no con manifiesta corrupción. Por ello, por el bien del pueblo deben ser extirpados pero ¿Se encontrará salvador entre tanto mediocre? ¿Quién se sacrificará para hacer de mesias?

Y decide imitar el papel de redentor. Así las cosas, ya sólo necesita una chispa que haga saltar todo por los aires, ese fogonazo que justifica el pistoletazo de salida, y le vemos fotografiado serio y circunspecto con ese arañazo revelador que nada es y aclara todo, aunque debo decirle que he visto niños en el parque con arañazos más grandes seguir jugando como si nada y sin exigir responsabilidades. Pero ya no hay marcha atrás, esa despreciable camarilla ha intentado lo inimaginable, acabar con el baluarte de la patria y esa es la señal que al grito de ¡Venganza! lanza a sus columnas, como alma que lleva el diablo, hacia la capital, Moscú.

Y muy alegre se las prometía cuando a 200 km de su destino las bombas empiezan a caer y comprende que el mar rojo no se va a abrir a su paso, el destino le empieza a dar la espalda. La entrada triunfal en Roma se ha suspendido, ya nadie quemará perfumes a su paso y quién sabe, si como los jefes vencidos, será entregado a la muerte, porque esa es la fina línea que separa a los que se pierden de los que se salvan: para los unos, olor de ‘muerte’ que mata; para los otros, olor de ‘vida’ que vivifica. Nunca comprendió quién era el que cubría el camino, porque a la amenaza del Dios de Jacob quedaron pasmados sus carros y caballos.

La segunda característica del traidor es la cobardía y mientras lanzaba a sus hombres a deshonrarse (que es como morir en vida) o morir por usted, usted se escondía en Rostov del Don, previamente tomado, al tiempo que acusaba a sus opositores de no dar la cara al no enfrentarse a sus huestes a pecho descubierto. Y teniendo ya toda la atención donde deseaba nos vende como genialidad, como pura improvisación, semanas de planificación, (maquiavélica representación), acopio de municiones y logística que nada dejan a la imaginación. Y como osadía, arrojo e intrepidez al conocimiento del expedito camino, puesto que sabía que el ejército ruso no se despliega para defenderse de oportunistas felones, sino para proteger la madre tierra de agresiones externas, por lo que era evidente que no habría oposición a su vertiginosa marcha, y cada kilómetro de avance era el ego que se hinchaba. Y por si no fuese suficiente, tuvo la insolencia de llamar criminales a los luchadores del bien, y a los corsarios; justicieros. Arrogancia desbocada.

Era así porque aún tenía un as en la manga, Rostov del Don, llave de operación especial y bloqueo de refuerzos; estrategia de manual si no fuera porque todo su teatro sucede al tiempo que el país se enfrenta a su ser o no ser desafiando al destino ¿Pero, qué es eso ante su reclamación? Así, si sus hombres fracasan la operación aún podrá intercambiar su vida por la de la nación ¿Se puede ser más felón? Fernando VII a su lado un aprendiz de brujo. Un verdadero patriota se habría presentado a las puertas ministeriales y acabado con sus propias manos con cuanto traidor se antepusiera en su camino. Eso y una nota se habrían considerado un acto de amor.

Ser ladrón es la tercera característica del traidor. Ladrón por naturaleza que exige el cobro con antelación porque sabe que en su oficio, la palabra ahora brisa y pronto pasa a tempestad. Nada hay seguro en la vida pero en la de un corsario mucho más. Hoy el halago lisonjero y mañana expulsado del lugar. Así sus treinta monedas no perdona de cobrar, que hinchadas por la inflación, millones de rublos son, todos en cajas de vulgar cartón. Dinero para estipendio de la soldada, proclama. Pues parece que ya no van a cobrar. Pero no importa porque su saldo nunca deja de aumentar.

Y después de todo este entreacto, el corolario final, para afirmar que donde dijo digo, diga diego. Así, de repente, tal como todo empezó, concluyó debido a su nobleza, cuando cayó en la cuenta que muchos rusos debían morir. Ahora le importaban los rusos, lo mismo que en Bakhmut, cuando berreaba por la falta de munición. Allí, en vez de adaptarse a las circunstancias, amoldó las circunstancias a su provecho y mantuvo la misma táctica aun confesando el aumento en la mortandad entre sus tropas. Y se encargó, con fingido dolor, de visualizarlo con obscenas imágenes de sus camaradas muertos, exponiéndolos al escarnio público, en vez de honrar a los que murieron por seguirle sin dudar de usted, los cuales ahora eran moneda de cambio de su ambición.

Y como conclusión, le conceden gracia y perdón y ni con esas reconoce su error. Por lo menos Judas tuvo el destello que le llevó al arrepentimiento provocando su desesperación. Y con esto no insinúo el mismo final para usted, ojalá alcance longeva edad, y para su juicio, confío que el Creador vea lo que no puedo yo. Aunque sí le recomiendo, no suponga que su indulto es a cuenta de sus servicios, porque el mismo Judas tuvo autoridad y poder sobre los demonios, proclamó el Reino de Dios anunciando la Buena Nueva y curó enfermos por todas partes pero nada de eso fue atenuante en su juicio ante la historia por su magna traición. Se le ha amnistiado por la generosidad, benevolencia y superioridad de su juez que no rival, porque usted no le llega a la suela de los zapatos. Y por las críticas circunstancias en las que ha perpetrado su villanía, puesto que en otro escenario, puede estar seguro que habría sido borrado de la faz de la tierra, porque tiene perdón todo menos la traición.

Y su lugar señor Prigozhin no es Bielorrusia, es el país de los cobardes, mentirosos y ladrones, la tierra de los traidores por antonomasia; Ucrania. Allí junto a los zelensky y compañía se sentiría en su salsa, luchando codo con codo con los Azov, Sector Derecho y mercenarios polacos; uno más. Enfrente, al otro lado de la trinchera, esos rusos soldados rasos del montón, a los que infama y desprecia. El menor de ellos exigiría ser desplegado frente a usted, para manifestar la pasta del auténtico héroe y exhibir lo que es amar a Rusia, madre de todos los rusos, donde el más pequeño, es más digno que el mayor de sus generales porque Rusia es patria para los fuertes y por ello todos proclaman a una, que su amada patria, Rusia, al igual que Roma, no paga traidores.

Atte. Enrique Santo.